Puede ser difícil de aceptar. o no, puede ser algo absolutamente aceptado pero difícil de reconecer, o tampoco: puede ser algo aceptado y reconocido por mayoría, pero el que suscribe sostiene que las discusiones son el aceite que engrasa el tejido social. Y el aceite mancha, ensucia, acaba deslustrando el aspecto de lo que ante lucía lustroso... pero es necesario.
Vamos a explicarnos, como dicen los que se van a explicar segundos antes de comenzar a hacerlo. Sin discusiones no se producen los avances sociales, políticos, educativos, empresariales, individuales o colectivos. Sin discusiones todo sería un marasmo de corrección y buenas maneras, un desierto de buenas palabras que enmarcarian un ritmo de vida sereno y constante asegurando que las cosas se hiciesen una y otra vez de la misma manera, ahogando cualquier tipo de iniciativa. Igual exagero un poco, pero es un riesgo que hay que correr. Y ahí está la clave, en correr el riesgo de discutir cuando algo aparece que enturbia el monótono tono vital de la rutina. Callarse, reprimir las ideas, ahogar la crítica con las propias manos, no es una opción. No si se busca el progreso, porque el progreso va a surgir a través del cambio. No nos bañamos nunca en el mismo río, decía Heráclito, que debia ser un tipo muy aseado. Las cosas van a cambiar queramos o no y vamos a tener que dar cuenta de nuevos retos y desafios. Igual que cambiamos los seres humanos con el paso del tiempo, también las sociedades y las alineaciones de nuestros equipos favoritos.
Asumamos la discusión como una herramienta de cambio y no como una circunstancia disruptiva. Si lo hacemos así, los modos y medios que la articulen serán menos dramáticos y dañinos mientras que si por sistema la reprimimos, un día acaba explotándonos en las narices.
Escapamos de las discusiones pero no podemos evitar enzarzarnos en ella. Los verbos no se usan al azar: enzarzarse es meterse en las zarzas, para salir pinchados y arañados. ¿No sería mejor abordar las discusiones como elementos positivos y por tanto hacer lo posible por encararlas de modo constructivo? Habrá visto usted pocas preguntas tan largas. No me lo discuta.
La ventaja de asumir que una discusión bien encauzada es una fuente de beneficios es que nos pondremos manos a la obra para que así sea, y esa disposición de ánimo abona el terreno para un buen intercambio de pareceres. Lo peor que se puede hacer es darle la espalda a la discusión, tragarse las frustaciones, dejar que se envenene uno por dentro hasta que pierda la compostura y suelte en voz alta un desabrido "¿Por qué no te callas?" que deje a uno en evidencia.
La próxima vez que vea acercarse los negros nubarrones de una discusión, no vaya a por un paraguas ni ponga pies en polvorosa (esté donde esté). Dedique su energía a exponer sus puntos de vista de la forma más asertiva posible, guarde su veneno y su rabia y olvide todo lo que haya leído de Paulo Coelho.