Los nombres de las calles forman parte del paisaje lingüístico de villas y ciudades. Son elementos tan cotidianos de la vida diaria que quizás por eso a menudo la información que portan pasa desapercibida. Pero en la denominación del espacio público influyen factores sociales, políticos y históricos. En todos ellos profundizan este sábado en el Museo de Pontevedra catorce especialistas, en el marco de la IV Xornada de Onomástica Galega.
El encuentro está organizado por la Real Academia Galega con la colaboración de la Deputación de Pontevedra y el propio museo.
En la ciudad de Pontevedra el nomenclátor urbano está compuesto por 456 hodónimos inscritos, de los cuales 134 fijan o recuperan los topónimos tradicionales y 238 son conmemorativos onomásticos, según explica Conchi Cochón, del Servizo de Normalización Lingüística (SNL) del Concello de Pontevedra.
Entre los años 2005 y 2008, en Pontevedra funcionó un grupo de trabajo municipal interdepartamental para recuperar toponimia tradicional de fuentes escritas, acordar criterios para corregir la toponimia municipal, galleguizar la que fuera necesaria y cambiar las placas de las vías.
Ya en 2015, el pleno acordó avanzar en la visibilización de las mujeres en el nomenclátor de vías urbanas, pero primando el criterio del uso de la toponimia tradicional, que se viene aplicando desde el año 2002.
En estos momentos solo 26 mujeres les dan nombre a las calles, frente a 212 hombres. La diferencia, reconoce Conchi Cochón, es abismal, pero hace falta tener en cuenta también que "o noso espazo público ten nomes propios de seu en perigo de extinción da nosa memoria colectiva".
"Existen moitas maneiras de visibilizar as mulleres e moitos espazos para homenaxealas; ao contrario, a toponimia perde parte do seu sentido se a desvinculamos do lugar de orixe. Recuperarmos e conservarmos a microtoponimia tradicional é un exercicio de memoria, cultura e xustiza", reflexiona.