Cuatro clanes familiares de O Vao, cada uno liderado por una matriarca, reconocieron este jueves que entre septiembre de 2017 y noviembre de 2018 se dedicaron a la venta de drogas en este poblado chabolista de Poio utilizando un sistema organizado de tal forma que se iban turnando por semanas para garantizar el suministro de forma continua a la clientela.
Ocurrió este jueves en la sección cuarta de la Audiencia Provincial de Pontevedra. Estaban citados para un juicio, pero finalmente se evitó su celebración porque todos alcanzaron un acuerdo de conformidad con el fiscal Antidroga, Pablo Varela. Todos confesaron los hechos.
Una de las abogadas defensoras, Noemí Martínez González, explicó que uno de los motivos que justifica este acuerdo es que en O Vao de Abaixo, donde actuaban y aún residen los acusados, "no se está cometiendo en este momento ningún tipo de actividad delictiva". Es una evidencia "de gran relevancia a efectos de política criminal" que ha llevado a la rebaja de las penas.
Un total de 22 personas están acusadas en esta causa, si bien tan solo 21 llegaron a juicio porque uno de ellos falleció durante la fase de instrucción. Por clanes, fueron entrando todos ellos a la sala de vistas de la Audiencia Provincial de Pontevedra, reconocieron los hechos y también las penas a las que serán condenados, que van entre los dos y los cinco años de prisión.
Algunos han llegado a cumplir ya entre siete y 14 meses de prisión preventiva y en la actualidad tan solo uno de los acusados se encuentra en prisión, José Salazar Jiménez.
Los cuatro clanes que se dividían la venta de droga eran: Clan de la Coneja, Clan de los Familiares, Clan de la Joaquina y Clan de la Magdalena. Todos ellos, liderados por mujeres. Las cuatro matriarcas cumplirán la misma condena: tres años de prisión y una multa de 2.000 euros por un delito contra la salud pública y seis meses de prisión por un delito de integración en grupo criminal.
El clan de la Coneja, liderado por María Dolores Jiménez Gabarre, sentó en el banquillo de los acusados a siete personas, incluida la matriarca. De ellos, cuatro cumplirán cuatro años de prisión, tres años y medio por un delito contra la salud pública y seis meses por integración en grupo criminal, además de 2.000 euros de multa. Los otros dos cumplirán dos años de prisión el pago de una multa de 1.000 euros por un delito contra la salud pública. Estos dos no han sido condenados por integración de grupo criminal.
El clan de los Familiares está liderado por María de los Ángeles Salazar Jiménez y se sentaron en el banquillo otras cinco personas, seis con ella. En este clan, la pena mayor la cumplirá Manuel Salazar Jiménez, que cumplirá cinco años de prisión y el pago de una multa de 50.000 euros, cuatro años y medio por un delito contra la salud pública y seis meses por integración en grupo criminal.
Además, una acusada deberá cumplir tres años y medio, tres años de prisión y una multa de 2.000 euros por un delito contra la salud pública y seis meses de prisión por un delito de integración en grupo criminal. Y otros tres cumplirán dos años de prisión y el pago de una multa de 1.000 euros por un delito contra la salud pública.
El clan de la Joaquina lo lidera Julia Jiménez Jiménez. Por este clan llegaron a juicio seis personas, si bien también estaba acusado un séptimo que ya ha fallecido. En esta familia, dos acusadas -además de la líder- deberán cumplir tres años y medio, tres años de prisión y una multa de 2.000 euros por un delito contra la salud pública y seis meses de prisión por un delito de integración en grupo criminal. Y otros tres, dos años de prisión y el pago de una multa de 1.000 euros por un delito contra la salud pública.
El clan de la Magdalena o 'la chunga' lo lidera Magdalena Salazar Suárez. En su caso, solo ella llegó a juicio por estos hechos.
El juicio se celebró en la Audiencia con una gran expectación mediática y también ciudadana, pues decenas de familiares de los acusados estuvieron durante toda la mañana en el exterior del edificio judicial aguardando el final del juicio.
Además, dejó imágenes llamativas como los comportamientos en cierto modo chulescos de varios de los acusados, que abandonaron la sala de vistas entre miradas desafiantes y gestos como la peineta o el símbolo de victoria dirigidos a la prensa. Uno llegó a pedir a los fotógrafos que cubrían el juicio: "sacadnos guapos".
La Guardia Civil desarticuló en 2018 la actividad de estos cuatro clanes. Desarrollaban su actividad de modo sostenido y estructurado, integrando sus labores personales conforme a sus lazos familiares. Sus funciones se asignaban en función de su pertenencia a una de las familias. La coordinación de estos clanes aseguraba que la distribución de estupefacientes se mantuviese sin solución de continuidad, repartiéndose por semanas los grupos familiares a los que pertenecían los acusados la tarea de atender a los toxicómanos que visitaban regularmente O Vao.
El modo de actuación sostenido por los acusados estaba guiado tanto a asegurar la permanente atención de las necesidades de abastecimiento de los adquirentes y consumidores finales de las sustancias, como a repartir los beneficios de su labor criminal entre los acusados en función de lo que cada grupo familiar recaudase en la semana en la que se le asignaba la venta de estupefacientes en el poblado.
También tenían un modo de presentación de las sustancias estupefacientes homogéneo, en dosis preparadas en pequeños envoltorios de plástico anudados en forma de corbata que cada grupo familiar facilitaba a los clientes, bien para llevarse la dosis adquiridas fuera del poblado, o bien para que las pudieran consumir de modo inmediato a su venta en los respectivos inmuebles y habitáculos por cada clan dispuestos.
Cada grupo familiar disponía para su empleo en la semana en que tenía asignada la distribución lucrativa de estupefacientes, una chabola acondicionada para recibir a clientela, de manera que pudieran consumirlas de modo inmediato en estos locales dotados con bancos corridos y mesas en las que los acusados les proporcionaban materiales precisos para el consumo de estupefacientes, como el papel de aluminio necesario para la inhalación de las dosis de heroína.