¿Cómo se okupan instituciones, cómo se concentra el poder, cómo se tejen redes de intereses y negocios, cómo se domina la nación con la colaboración de los peores, cómo se colonizan los medios oficiales, cómo se financian los medios afines, cómo se domina el poder sin los mecanismos institucionales de compensación? ¿Cómo se hace esto? Con nuestro dinero. Incrementando todo tipo de impuestos al compás de las ocurrencias ideológicas sin contrapartida de racionalidad. ¿De qué se llena la actividad mercantil y económica? De costes. Todo esto se traslada al consumidor final manifestándose en una vida, en general, cara, difícil.
Como demagogos patrios inciden una y otra vez en los ricos, discurso que cultivan sin rigor alguno: el gasto público se sostiene sobre los pagos fiscales que realizan los ciudadanos con mayor renta. Los 12,9 millones de contribuyentes que declaran menos de 21.000 € aportan solamente el 8% del total. Los demagogos patrios abundan en el discurso de los ricos cada vez más ricos, cuando la participación del 1% de mayores ingresos en la renta nacional bruta ha bajado una cuarta parte desde 2009: con lo que el resto de menor nivel de renta ha subido en la misma proporción.
Demagogos patrios con las rebajas fiscales. Madrid sigue la curva de Laffer para mantener impuestos más bajos -incremento radical de toda actividad- y recaudar mucho más, sobre todo de los contribuyentes de mayor renta. Y no sólo eso, los demagogos patrios desconocen que la mayor eficacia redistributiva la tiene Madrid, y ésto significa que el impacto del IRPF sobre las diferencias de ingresos resulta ser mayor con gravámenes más bajos. Pero qué digo. ¡Saben perfectamente cómo está Madrid, cómo va su recaudación y cómo va su renta per cápita! Por eso el ataque totalitario y viscoso de toda la izquierda, psoe first, puestos ante el espejo de su inutilidad.
Continúan los demagogos patrios con sus creencias animistas, vudú para ignorantes: el impuesto a la banca en 2023 y 2024 vino acompañada de una caída de 40.000 millones de € en la financiación concedida a empresas y familias: ¡menor inversión, menor creación de empleo y menores impuestos! Brindan con estampitas.
La demagogia psocialista es tercermundista pero tiene amplia recepción a ese nivel: privilegios, dinero en los Bancos, vivir cien vidas... ni Maduro lleno de ron. Pero una vez apartamos el velo de la demagogia aparece el corazón del chichinabo: hay que desplazar la iniciativa privada de toda visión, hay que vituperar la riqueza porque el modelo productivo a imponer es el intervencionismo estatal, ése que da para ir tirando, un pasar colectivo en el que no hay producción de riqueza real sino una renta per cápita succionada desde los ministerios y superada ya por los hasta ahora iguales: ¡Chipre es más rico que nosotros! Chipre, por decir algo. Un reparto de lo que hay hasta devenir en poco tiempo en reparto de la pobreza, condenando a un mayor número de españoles a vivir de la asistencia del gobierno, de todos los gobiernos de todas las autonomías de todos los ayuntamientos y de todas las diputaciones. Muchos que se han hecho, se están haciendo o se van a hacer ricos en los vericuetos del dinero público, el nuestro, el único dinero que hay, mientras van repartiendo la pobreza subvencionada que espera a todos a la vuelta de la somnolencia.