Condenan al Sergas por la descoordinación en la atención a un paciente de Marín que acabó falleciendo
Por Natalia Puga
El Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG) ha condenado al Servizo Galego de Saúde por la "descoordinación" a la hora de poner en servicio la atención médica a un paciente de Marín que acabó falleciendo tras ser atendido en el Servicio de Cardiología y Cirugía Intervencionista de los hospitales Montecelo y Meixoeiro.
La sentencia, facilitada por los servicios jurídicos del Defensor del Paciente, es ya firme y condena al Sergas y su aseguradora a indemnizar a la familia del paciente con 1650.000 euros. El hombre, J.M.O.L. y 52 años, falleció por una dolencia cardíaca grave en 2008, nueve meses después de que le recomendasen una intervención quirúrgica que nunca llegaron a practicarle.
La batalla judicial iniciada por la familia del fallecido ya pasó por el Juzgado de lo Contencioso-Administrativo, que condenó al Sergas a indemnizar a la viuda con 30.000 euros y con 2.500 euros a cada una de sus tres hijas. Tras aquel fallo, el abogado del Defensor del Paciente, Cipriano Catreje, recurrió y ahora el TSXG eleva la cifra de la indemnización y concluye que "resulta indudable que la actuación de la Administración sanitaria no se adecuó a la que, según el estado de los conocimientos o de la técnica, era la científicamente correcta, en general o en la situación concreta que se presentó".
Cipriano Castreje explica que en este caso "no se pusieron a disposición del paciente los medios y conocimientos de la sanidad pública para prevenir y evitar el daño que finalmente se produjo". Por "descoordinación", y pese a que el jefe de planta de cardiología informó que el caso era muy grave y había que proceder a la intervención cuanto antes, no llegó a ser atendido por el cardiólogo del Complejo Hospitalario de Pontevedra.
Los síntomas y las pruebas realizadas al paciente justificaban la intervención antes de las seis semanas siguientes al diagnóstico (que se emitió el 17 de diciembre de 2007), y, nueve meses después de que el enfermo supiera su gravedad, y once meses después de que comenzaran los síntomas, todavía no había sido intervenido. De hecho, no llegó a estar en ninguna lista de espera y, según el abogado, el cardiólogo que tenía que ordenar las pruebas y verlas estaba de vacaciones de verano y no tenía sustituto.