Manuel Jabois: "Una amistad puede soportar una traición. Una duda erosiona todo muchísimo más"
Tras el éxito de Malaherba, Manuel Jabois (Sanxenxo, 1978) expande su universo literario y se atreve con su primer 'thriller'. Se trata de Miss Marte, una novela que "hace cinco años no habría sido capaz de escribir", reconoce en esta entrevista con PontevedraViva. Primero necesitaba "sacar lo que tenía dentro" con sus otros libros.
Ahora, con la solvencia que le da una carrera cada vez más afianzada, elige una boda como punto de partida de una historia que nos lleva a un pequeño pueblo gallego sacudido por una misteriosa desaparición. La de la novia. Veinticinco años después, la periodista Berta Soneira rueda un documental sobre lo ocurrido. El día que cambió la vida de todos.
Una novia vestida de blanco "como si estuviese metida en una secta". Así empieza la novela…
Yo quería escribir sobre una boda. Me gustan mucho cuando no soy el novio. Y en Galicia son estupendas. Esa frase fue una broma en la boda de una amiga. Yo estaba viendo "The Leftovers", una serie que me voló la cabeza y en la que hay una secta de mujeres que van de blanco. Empecé a escribir por ahí. Sin más. Y luego se me ocurrió la idea de que pasado el tiempo se hiciese un documental que reconstruyese toda esa historia.
Muy de serie también, ¿no?
Es cierto. "True detective". Hay una periodista que hace un documental sobre la desaparición de unos críos. Comencé a pensar en que hay investigaciones policiales que dejan un caso abierto porque no hay sospechosos. No hay pistas. Se queda todo en punto muerto. Pero con un documental que sea fidedigno con la historia puedes acercarte mucho a la verdad. Aunque siempre es difícil porque cada uno recuerda las cosas a su manera.
El narrador de la historia, evidentemente, nos evoca a ti. ¿Pero también Berta Soneira tiene algo de Manuel Jabois?
Las circunstancias de Nico fueron las mías y las de Berta podrían también ser las mías, aunque el carácter es diferente. En ellas hay rasgos de tres de mis mejores amigas. En Nico sí me veo. De mi vida más tranquila en el periodismo local a los trabajos que te dan una relevancia mayor y te ponen en el disparadero. Te arrebatan un anonimato que a veces echas de menos.
Pero esa dualidad entre ambos es importante para la historia, ¿no?
Así es. Berta quiere rodar un documental frío e intelectual y es lo que hace. Se aprovecha de la situación. Pero él actúa como cronista y observador. Está involucrado afectivamente. Es el enlace con el pueblo y fue un gran amigo de la víctima. Y cuando hay afecto de por medio, hay problemas. Cuentas cosas que no son del todo ciertas.
La verdad. El gran concepto sobre el que gira "Miss Marte". ¿La verdad es siempre sagrada?
Depende de qué verdad sea. Me gusta que la novela transcurra en Galicia porque todo lo que cuento es relativo. A lo mejor no quiero saber lo que pasó hace 25 años con un amigo o con mi novia, no me apetece ya. Puedo vivir con esa mentira en mi vida. Pero necesitamos certezas. Son importantes porque te permiten pisar suelo firme.
Pero en un caso de desaparición, como el que abordo en esta novela, es aún más delicado. Puede haber certezas y un sospechoso claro, pero no saber la verdad te jode la vida. Absolutamente. Piensas que los demás saben cosas. Que hay un grupo de gente que está en el ajo. Y no te cuentan la verdad. Eso acaba destrozando relaciones personales.
¿Duele menos una verdad, por dura que sea, que una sospecha?
"Yo no podría escribir con soltura de un sitio que no conozco. Es parte de mi forma de contar las cosas"
Desde luego, porque la sospecha alimenta otro tipo de verdades. A partir de una sospecha puedes pensar cualquier cosa. Y todo el mundo puede ser susceptible de algo. Piensas mal de todos. La duda no lo justifica todo, porque la mentira es peor, pero puede ser más destructiva. Una amistad puede soportar una traición, pero la duda erosiona todo muchísimo.
¿Esta historia sería posible en otro ambiente que no fuera la Galicia costera?
Yo no podría escribir con soltura de un sitio que no conozco. Es parte de mi forma de contar las cosas. Y Galicia es el mundo que yo conozco, ese sentido humor desesperado y afilado. Necesitaba un lugar con costa, con un mar asesino. Un sitio que evocara a verano, en donde rebuscar en recuerdos de hace 25 años y ver cómo un pueblo crece alrededor de un suceso.
¿Esos veranos que recuerdas con más cariño que otros en los que has disfrutado más?
Sí, porque te dejan la impronta de las primeras veces. Es el momento en el que todo se acelera mucho. Fundamos la persona que vamos a ser. Es la primera vez que te asomas a la vida y ves las cosas que realmente importan: el sexo, el amor, la familia… Eso lo recuerdas siempre.
Pero las vacaciones se acaban y regresas a casa…
Hay veces que cambia todo. Mai, como buena turista que pone patas arriba el pueblo, se tiene que marchar. Es la ley. El turista viene y se va, tiene fecha de caducidad. Eso genera una fascinación mayor. No sabes si volverán. Pero ella no se va, se queda. Y todo se subvierte. ¿Qué hace? ¿Por qué se queda? Y a partir de ahí todo empieza a ponerse patas arriba.
Me han chivado que te costó un poco encarrilar esta novela. ¿Es cierto?
Yo no había hecho suspense en mi vida. Hago crónicas y mis anteriores novelas no eran así. Me lo pasé muy bien, como suele decirse, metiendo el elefante en la bañera. Creando la tensión inicial. Pero luego había que sacarlo. Ahí me empecé a asustar. Se me gripó un poco la historia.
Reconozco mis límites. La novela no iba a salir por mi cara bonita o por mucha facilidad que tenga para la escritura. Y llegó la pandemia. Empecé a trabajar mucho más. Estaba muy desconcentrado. Y luego el verano fue desastroso a todos los niveles. Pero me desatascó darle nombre a cada uno de los capítulos y tener una idea clara de lo que quería que ocurriese.
Muchos autores han dicho que el confinamiento les ayudó a escribir. ¿Ha sido tu caso?
"Si difundes una 'fake news' sabiendo que es mentira eres un hijo de puta. Eres un intoxicador profesional que contribuye a crear un clima de mierda en el país"
A mí no me pasó. No pude concentrarme. Hice muchos reportajes para el periódico, estaba en la radio y muy pendiente de la televisión. Estuve preocupado por lo que pasaba aquí, porque mis padres se contagiaron en lo peor de la pandemia. Consumí muchas series, los libros apenas los ojeaba y bebí muchísimo en casa. Solo me evadía hablando con amigos por Zoom.
Hablando de periodismo y de verdad. Ahora que tanto se habla de las 'fake news', ¿es peor difundirla porque te la crees o hacerlo sabiendo que es mentira?
Lo segundo. Que tú creas que las cosas son ciertas no significan que sean verdad, tienes que contrastarlas. Si eres periodista, lo primero es ser un mal profesional. Lo segundo, un hijo de puta. Eres un intoxicador profesional que contribuye a crear un clima de mierda en el país. De estos desgraciadamente hay muchos.
¿Sobre todo en redes sociales, no?
Lo que tenemos que hacer es silenciar y dejar de dar notoriedad a personajes que se alimentan de noticias falsas. Si todos hiciésemos como si no existiesen no tendrían ningún público. Antes el tonto iba por la calle con un cencerro y decías 'ahí va el tonto'. Ahora lo seguimos con las cámaras para decirle a todo el mundo 'mira el tonto'. Al final, los tontos somos nosotros.
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