Zahara, un auténtico vendaval electrónico a su paso por Pontevedra
Por Alejandro Espiño
Cuando una artista transmite verdad sobre el escenario, sobran los artificios. Y si algo derrocha Zahara cada vez que se sube a uno, es precisamente eso, verdad. Empoderamiento. Una mujer libre de etiquetas. Y en su concierto de Pontevedra no ha sido una excepción.
Me han enseñado muy bien a intentar ser la mejor
y muy poco a saber qué quiero o si quiero ser la mejor
Y odié aquello que más amaba solo porque no era capaz de hacerlo
Con esa reflexión arrancaba Zahara su actuación en una Sala Karma que agotó las entradas para verla. Son los primeros versos de "Flotante", uno de los temas de su último disco, "Puta", la canción elegida para comenzar un concierto en el que la artista desnudó su alma.
Lo lleva haciendo desde editó el que, por ahora, es su último trabajo discográfico, su disco más personal y el que, según ella misma reconoce, cuenta su propia vida. Interpretarlo en directo, aún ahora, hace que le embargue la emoción y le cueste hablar.
Así, hubo que esperar hasta más de la mitad del concierto para que Zahara hablara con un público que se entregó a ella desde el minuto uno. "Muchas gracias por venir hoy", les dijo a sus fans, afirmando estar "súper feliz" de poder alargar su gira hasta los festivales de verano.
Antes, rodeada de tres pantallas que sumergían a los espectadores en una "inmersión audiovisual", sonaron "Hágase tu voluntad", "Canción de muerte y salvación", "El fango", "El diluvio universal", "Leñador y la mujer América", "Camino a LA" o "Ramona".
Eso sí, Zahara no estuvo sola. Como ella misma explicó, esta extensión de la gira de "Puta" no habría sido posible" sin Xavi Molero a la batería y su ya inseparable Martí Perarnau "con sus máquinas y sus botones", afirmó la artista.
"Para mí, emocionalmente este es un concierto de rock aunque toquemos más botones que cuerdas", señaló Zahara antes de invitar al público que "os dejéis llevar y bailéis a vuestro gusto", sintiendo las canciones que estaban por llegar "sin pensar en nada más".
No tuvo que insistir mucho. Nada más sonar los acordes de "Merichane" no hubo vuelta atrás. El concierto se convirtió en una especie de 'rave' y, disfrutando de los sonidos electrónicos, el público ya no pudo dejar de bailar y corear las canciones que sonaron hasta el final.
Con "Hoy la bestia cena en casa" -con reivindicación política por el medio- y "Berlín U5", la Sala Karma llegó a la apoteosis. No hubo respiro hasta que se encendieron las luces de la sala. Como en las grandes citas, Zahara dejó a sus fans con ganas de más. Y eso siempre es bueno.
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