Manuel Pérez Lourido
Ya están ahí las europeas
Nuestro ex-convecino y presidente del gobierno ha batido un récord. Bueno, uno de los muchos que seguro habrá batido ya. Está cerca de agotar el plazo legal para nombrar al candidato de su partido en las elecciones europeas. Se lo ha tenido que pensar, y ya deberíamos estar acostumbrados. José María Aznar era mucho más asertivo y si algo no puede echársele en cara es que no tomase decisiones arriesgadas, aunque fuesen en contra de la voluntad mayoritaria de la ciudadanía. El de Mariano Rajoy es otro estilo, que asienta sus bases en su capacidad de rumiar y rumiar las decisiones importantes hasta que sus propios compañeros de partido se tiran de los pelos o salen disparados en cuanto les quieren poner una multa de tráfico. Es que están de los nervios.
Total, si en este caso se trata de unas votaciones que son como una pachanga de pretemporada. Si las listas a las europeas es lo más parecido a una relación de jubilados anotados para un fin de semana en Benidorm. Nadie, absolutamente nadie, ha sabido nunca qué rayos hacen nuestros representantes en el parlamento europeo. Salvo cierta ocasión en que pusieron el grito en el cielo porque no querían dejar de viajar en business, ya que les parecía que lo de la crisis no era como para recortar gastos de ese tipo. Criaturas.
Sus señorías del Senado y sus señorías del Parlamento Europeo son los representates políticos más castigados con el anonimato de cuantos en la cosa pública tienen la cuchara metida. No hagan caso de la zafia redacción de esta última frase, son inquinas y eso. Son seres humanos que han decidido servir a la humanidad de su respectivo partido político, quiero decir de su país, y consideran que un sueldo respetable suple la ignonimia de ser ignorados por los medios de comunicación y los ciudadanos. Cosa que les importa un pito, por otra parte.
El único parlamentario europeo que se libró de este futuro de desmemoria rayana en el desprecio fue José María Ruiz Mateos. Hay quien dice que eso fue porque anduvo vistiéndose de superman o asestando puñetazos a ministros de Hacienda, pero esas cosas en España no deberían llamar la atención.
Normalmente los partidos poderosos nombran candidato a alguien al que quieren ver bien lejos, o al que se la tienen guardada, o al que desean dar tratamiento de jubilado. Si no es así, es que al candidato no lo conocen ni es su casa, y hay que pasarse el trabajiño de explicarle a la gente que es un mirlo blanco que tenían ahí guardado y blablablá. No hay nada que un partido político no haga por el bien de la ciudadanía y del propio país.
Si yo fuese un elector como Dios manda, de esos que no devuelven a sus elegidos lo que se merecen, ahora les caería encima una diatriba final para levantar su ánimo, ponerlo en pie y encauzarlo a cumplir con su deber el próximo 25 de mayo. Pero como no lo soy, me temo, lo que voy a hacer es una rima con eso del 25 de mayo: mándelos a la porra.