Manuel Pérez Lourido
La revolución será televisada
La revolución será televisada. Se equivocaba Gil Scott-Heron, que grababa en 1970 The revolution shall not be televised.
Asoma Podemos la patita y PSOE y PP se tientan la ropa. Los primeros siembran vientos con rumores de posibles pactos sabiendo que los populares se apuntarán a la primera tempestad que surja. La pinza PP-PSOE: la tormenta perfecta, naufragio de minorías, voraz metástasis oligárquica.
Se les acusa a los jovenzuelos de ser hijos del 15-M, nada menos, que es como si el PSOE se sentase en el banquillo por haber tonteado con Marx (hace mucho tiempo, en un reino junto al mar). O como si el PP tuviese que avergonzarse de un pasado en camisa azul (bueno, eso sí).
Se les tilda de populistas, chavistas, rojos y supongo que descamisados. Nada hay de malo en todo ello: la deriva populista de los dos partidos grandes los ha llevado a la Moncloa varias veces y ahora temen lo que practican. Por otro lado, todos sabemos lo ocurrido con Julio Anguita, el único gerifalte de izquierda que osaba explicar sus tesis al pueblo: el pueblo no quiere explicaciones sino consignas y está pronto a trocar la cruda realidad por vanas promesas.
Podemos, y cualquier otro partido de similares características, tiene padre y madre. Lo han engendrado el latrocinio más extendido y descarado que haya vivido la democracia en este país y la actitud cortesana y casquivana de una izquierda que se echó al monte después de haber caído en el arroyo.
Nace Podemos de las entrañas de la indignación, de los redaños del desamparo y el cachondeo generalizado, la corrupción más nefanda y la verguenza torera. A PP y a PSOE debería llamar "papá y mamá". Nace del sueño de la razón y de los monstruos que ha producido en un país de pícaros, para el que no renuncia a soñar con un futuro. Como decía ÿscar Wilde: "Todos estamos en el arroyo pero algunos miramos las estrellas".
Esta cosa que llamamos democracia se pone de parto y a la criatura le llaman monstruo y aberración. Como carece de un pasado y se presenta con vocación zurda, se le acusa enseguida de hacer cosas de zurdos: simpatizar con Bildu y el chavismo, ¡qué horror!. Es decir, se les acusa de coherencia, el colmo del cinismo.
Pero quien ha decidido tomar el toro por los cuernos es el PP, siempre pragmático: se propone reformar la ley electoral para que gobiernen las listas más votadas en los ayuntamientos. Sólo si el PSOE ha caído tan bajo que sus nuevos cuadros ya ni saben hacer la O con un canuto, aceptarán la añagaza: el PP es la única lista de derechas en la mayoría de las circunscripciones, en las que se disgrega el voto de centro-izquierda e izquierda.
Mientra, los chicos y chicas de Podemos siguen a lo suyo. Y que dure. La revolución será televisada. Los sábados por la noche y en la Sexta.