Noel Queipo
La de "El abuelo que"
El abuelo que saltó por la ventana y se largó: para empezar, como título no está pero que nada mal. Es un título original y llamativo; y aunque bastante difícil de recordar (en taquilla la reconocen por "La del abuelo que") no cabe ninguna duda de que destaca entre el resto de títulos de la cartelera y desde luego a mí es lo primero que me convenció.
La historia empieza tal cual como describe el título, y una vez que se apagan las luces en la sala es prácticamente imposible borrarse la sonrisa de la cara. La vida del protagonista es una auténtica locura, un disparate tras otro que no deja indiferente. Con flashbacks y voz en off se crea un paralelismo entre las aventuras del pasado y la que Allan (así se llama el anciano protagonista) está viviendo en el presente. Todo contado (y vivido) con un cierto encanto, algo que me ha recordado ligeramente a Forrest Gump y a Amelie, con ese toque natural, fresco e inocente que tenían los protagonistas tanto a la hora de vivir su vida como a la hora de contarla. Con ese realismo mágico tan optimista que tenía el film francés pero a la vez mezclado con un gran descontrol, muchas veces un total absurdo que es lo que aporta la gracia y simpatía a la película.
Allan es una persona de esas que si existieran en la vida real llamaríamos personaje: sincero, inocente y dispuesto a vivir la vida sin preocupaciones, sin distinguir entre bien o mal para quedarse sólo con el significado de la palabra "vivir". No merece la pena pensar mucho, ni en el presente ni en el futuro puesto que "Las cosas son como son, y pasará lo que tenga que pasar", esas son las últimas palabras que le dijo su madre cuando era un niño, momentos antes de quedarse huérfano y casi como a una biblia, Allan les ha rendido homenaje toda su vida (con sus disparatadas consecuencias).
Si hay algo que no pega ni con cola en la película y que diría que es lo peor de ésta, es el maquillaje del anciano protagonista, que llama la atención por ser muy malo. No es para nada creíble y la verdad es que da penita verlo, el anciano no es anciano, es un hombre con ingentes cantidades de látex y maquillaje en la cara, pero supongo que lo que vende la película no son efectos especiales sino una historia simpática así que habrá que perdonárselo.
Se trata de la adaptación de un libro sueco (al igual que la nacionalidad de la película) y no me cabe ninguna duda de que el libro será mucho mejor, lo tengo como lectura inminente y sólo habiéndole echado un ojillo por encima tengo que decir que está lleno de frases y pensamientos interesantes, que por supuesto un metraje de 114 minutos se ve obligado a dejar fuera; y es que en las películas como en "la vida, no hay nada que dure para siempre, excepto tal vez, la estupidez generalizada" (Jonas Jonasson en el libro original).