José Antonio Gómez Novoa
Ventana indiscreta: Guille el nomofóbico
Sufría trastorno de sueño y cuadros de estrés de manera continuada. Dormía con el teléfono móvil a 20 centímetros de su cabeza para ver si escuchaba cualquier sonido.
Al levantarse realizaba ejercicio con los auriculares puestos y con una aplicación que descargó de http://www.galiciamovil.es/. En el desayuno depositaba el celular pegadito a la taza según lo que correspondiera en el menú que había descubierto en lo virtual: http://cometusalud.com/.
Un día de agosto inició su paseo dominical sin dejar de observar de manera compulsiva el dispositivo: wasapeaba, entraba en Facebook, tuiteaba, veía el correo... Su primer contratiempo fue cuando enviaba un wasap de la Pantoja, era en la acera del hospital provincial, se dio de bruces contra una señora que iba en silla de ruedas rodaron los dos por el suelo pero Guille consiguió asir el teléfono sin que sufriera ningún rasguño.
Siguió su periplo y cuando volcaba una foto al facebook se empotró contra el kiosco paralelo a la comisaría de Policía, una herida inciso contusa en la región occipital media baja de 5 cm (cuello), desgarro parcial del pabellón auricular izquierdo. El policía de la puerta que advirtió la situación acudió a socorrerlo pero él se fue a buscar entre la prensa el móvil que había sido propulsado hacia el kiosco. Lo encontró debajo de la revista Ser Padres, gracias al sonido achu, achu, achu que había grabado para saber que era su mujer y que en ese momento daba señal de llamada.
No acertó a responderle. Mientras tanto sonó el pajarito de twitter con un tuit de @Mic_y_Mouse, que decía: Me dieron la receta para ser valiente pero no tengo huevos. Sonrió y consiguió levantarse con la ayuda del agente que le indicó que debería ir a urgencias para que le vieran. Fue en ese momento cuando visualizó que el móvil se deslizaba de su mano derecha a la zona por donde pasó un vehículo que con la rueda derecha delantera aplastó el susodicho sin posibilidad de recuperación.
Guille se quedó paralizado, con una sensación de que le faltaba la vida. Su corazón latía compulsivamente. Tenía un dolor intenso en el estómago. Se sentía morir. Lo ingresaron en el Hospital y después de múltiples pruebas pasados 2 meses, su diagnóstico fue; Nomofobia: Dependencia al teléfono móvil llevada al extremo.
A día de hoy permanece ingresado. Los médicos no consiguen eliminar sus continuas contracciones nerviosas y movimientos compulsivos persistentes en los dedos índice y pulgar de la mano derecha.