Beatriz Suárez-Vence Castro
De Benazir Bhutto a Charlie Hebdo
Hay temas que se agarran al ordenador como un virus e impregnan la pantalla en blanco hasta que consiguen que broten letras negras. Como moscas zumbonas que acaban pegándose a la camisa. Uno quisiera escribir sobre otra cosa pero no consigue espantarlos.
La imagen del asesino fanático rematando con su rifle a un policía moribundo ya en la acera próxima a la redacción de la revista Charlie Hebdo en París, es demasiado impactante como para no intentar acompañarla de palabras. El reto es hablar o escribir cuando el terror quiere dejarte mudo.
Los lápices son portaminas. Y el semanario satírico se convirtió en un campo minado para los fundamentalistas. La carga que lleva un lápiz es para ellos igual que la de un rifle de precisión. Demasiado torpes para dibujar, aprietan gatillos para borrar con sangre el trazo que otros consiguen.
El humor de Charlie Hebdo es, para mi gusto personal, zafio, de rasgos gruesos y hasta desagradables. Pero es también ingenioso y sus dibujos, buenos. Ha decidido seguir una línea que funciona para un determinado tipo de público y, al igual que los semanarios El Jueves o Mongolia, en España, se ha hecho un hueco con una tirada importante. Cuenta con muchos seguidores a los que hay que respetar su gusto, del mismo modo que queremos que los demás respeten los nuestros. Es parte de un mercado audaz y legal. Y todos, tanto si nos gusta su estilo como si no, condenamos la matanza de sus dibujantes y redactores porque nadie humano puede hacer otra cosa.
El terrorismo yihadista, término que se ha adaptado del Yihad (Guerra Santa para el Islam) es una reacción radical del mundo árabe a los intentos de modernización de su sociedad mediante la influencia occidental, que ellos consideran un ataque a sus valores.
No todo el islam es yihadista. Islamista no es sinónimo de terrorista, como a veces puede parecer por el tratamiento que se da a todo lo árabe desde el atentado sobre las Torres Gemelas en Septiembre del 2001.
Al-Qaeda y su cabecilla Bin Laden consiguieron aterrorizar al mundo y propagar sus intenciones de destruir occidente en una matanza sin precedentes. Los posteriores ataques en España y Reino Unido continuaron la oleada sangrienta.
Quizá el asesinato que más conmovió a la opinión pública antes de los de la revista francesa fuese el de James Foley, periodista británico asesinado en agosto de 2014 cuya decapitación se colgó en Youtube. Le mató en Siria, el grupo terrorista Estado Islámico, que si bien empezó como una cédula terrorista independiente de Al-Qaeda, acabó por unirse a ella.
En España vivíamos un poco ajenos a todo esto. Ni siquiera sabíamos situar Pakistán en el mapa mundial .Hasta que la masacre de los trenes en Madrid el 11 de marzo de 2004 nos bajó del limbo al infierno.
En 2005, Europa volvió a ser alcanzada por el terror yihadista con la matanza en el metro de Londres.
En 2007 tiene lugar el asesinato de la que fuera primera ministra pakistaní Benazir Bhutto quien, tras ocho años de exilio en Londres y Dubai, aspiraba a liderar otra vez su país.
Un terrorista suicida, vinculado a Al-Qaeda, acabó con la vida de la mujer que creía posible modernizar Pakistán, cuando pronunciaba un discurso en una de las regiones del país. Otras quince personas murieron con ella.
Muy cuestionada en su momento, fue la primera mujer en gobernar un país musulmán. Carismática y con una formación excepcional, accedió al poder junto con su partido, de tendencia socialdemócrata, en 1988. Se interesó por la implantación de políticas sociales y de ayuda a la mujer. Dos años después fue destituida, acusada de corrupción y de no cumplir la constitución. Sin embargo esas acusaciones fueron consideradas por sectores de opinión como resultado de presiones ejercidas por las clases más poderosas para que Bhutto no lograse llevar a la práctica la política que quería.
Nunca sabremos si con ella habría sido posible un Pakistán diferente. Si cambiando un pequeño país se habría podido frenar la acción del Yihad en el resto del mundo.
Benazir Bhutto simbolizó en su momento la evolución política, intelectual y humana de un Islam que miraba a Europa y a Estados Unidos como aliados en lugar de enemigos. La convivencia pacífica de las culturas de Oriente y Occidente. Fue una de personalidades femeninas más interesantes de la historia reciente.
La brutalidad terrorista que atacó a la revista parisina el pasado siete de enero nos sobrecoge a todos y nos hace recordar a algunos la figura de una mujer árabe capaz, valiente y preparada para dirigir el destino de su pueblo, que perdió la vida por culpa del mismo odio que mató a quienes caricaturizaban la represión desde las páginas del semanario y a los policías que intentaron defenderles.