Milagros Bará
El caso Asunta
Probar casi cualquier cosa es una tarea muy complicada. Te puedes encontrar a tu pareja con otra mujer en la cama y existe la posibilidad remota de que no sea lo que parece, sobre todo si tu chico es médico. Si un día alguien hiciera una foto de un OVNI real y tripulado, ¿cómo sabríamos que es real?
Hemos estado toda la semana pendientes del veredicto del caso Asunta y lo terrible es que no existen pruebas directas de la intervención de sus padres en el momento de su muerte. El jurado ha agotado los tres plazos de cuarenta y ocho horas y si no llegaba a un veredicto razonable y razonado el juicio se repetiría. Se habla del "efecto de grupo", que hace que unos se dejan llevar por otros y las verdades o mentiras tienen un "efecto contagio", cuanto más reducido es el grupo mayor influencia sobre un individuo. En este caso, el jurado "in extremis" ha resuelto por unanimidad la culpabilidad de los dos progenitores.
Llaman la atención las particularidades del juicio porque a Alfonso Basterra nadie le preguntó si estuvo "toda la tarde en su casa el día de autos" y no están en el sumario los informes de las cámaras del parking cercano a su casa. Como dicen por ahí "la pistola humeante" en este caso es el lorazepam, pero Asunta muere estrangulada, en términos técnicos, por "asfixia mecánica".
El jurado ha tenido que responder a veintiuna preguntas y llegar a un veredicto razonado en base a las pruebas. Durante el juicio los acusados contestaron con un desapego escalofriante: - ¿Mató usted a Asunta?- Rosario -Yo no maté a mi hija- Alfonso contesta -Por supuesto que no ¿qué interés iba a tener yo en matar a mi hija?- Pues si el jurado se basa en las pruebas, no en lo que "parece que puede ser", no hay pruebas directas para acusar a los padres de matar a su hija pero sí las hay sobre la administración del lorazepam.
Técnicos y testigos en su mayoría han declarado hasta la saciedad "yo creo", "no soy Dios", "puede ser", así no se llega a ninguna parte porque, como digo, las verdades o certezas absolutas son muy esquivas. Llegado a este punto sólo podemos decir que existen indicios, como ocurrió con Dolores Vázquez en el caso de Rocío Wanninkhof. El caso también es parecido al de José Bretón en algunos aspectos: en los dos casos hubo sedación, los acusados mantienen su inocencia y antes del juicio no mostraron pesar alguno por la muerte de los hijos.
El jurado, reunido desde el pasado lunes, tenía una difícil misión y todo el tiempo necesario. Aún así, alguien aseguraba que al veredicto se llegaría antes del sábado, y así ha sido, con una explicación muy simple: ¿qué jurado quiere pasar el fin de semana encerrado en un hotel? Sorprendente, ¿no? Es como en los hospitales, que si estás "para salir" el viernes, te pasas el fin de semana, porque ningún médico quiere hacerse cargo del alta y esperan el retorno del médico que te ha atendido.
Sólo nos queda ver en qué quedan los recursos y, si no me equivoco, Alfonso Basterra podría irse de rositas porque el parecido con el caso de Dolores Vázquez es más que razonable.