Manuel Pérez Lourido
Cuentos catalanes
Artur Mas o menos se acerca al estrado, trastabilla, se detiene. Le embarga la emoción... o está borracho. Coge el micro, practicamente lo arranca de la sujección... y se lanza:
"Yo soy aquel, que por tenerte da la vida / yo soy aquel, que estando lejos no te olvida el que te espera, el que te sueña / aquel que reza cada noche por tu amor Y estoy aquí, aquí, para quererte / estoy aquí aquí, para adorarte yo estoy aquí, aquí, para decirte.....".
No se inquieten: es solo una pesadilla. Cada uno tiene las pesadillas que se merece, y si no, haber apagado a tiempo el televisor.
Estos días se está viviendo un episodio más de una pesadilla que se inició cuando el señor Mas decidió liberar a Catalunya. Un día que no tenía Mas que hacer, se levantó del sofá y dijo: espera y verás.
Siguió perdiendo votantes y escaños, elección tras elección; tampoco le duró mucho más Durán, su socio de partido; tuvo que cambiar el nombre de este; se inventó un artilugio nuevo, Junts pel sí (podía haberle llamado, igualmente, Junts pel no, por exactamente el mismo tipo de razones). Su sentido arácnido le decía que las elecciones autonómicas le daría el definitivo espaldarazo al proyecto. Pero le dieron la espalda. No hubo forma de alcanzar la mayoría, media Catalunya no quería ser liberada, por lo menos no todavía. Pero había escrito a boli una "hoja de ruta" y el boli no se puede borrar. La solución era fácil: sólo tenían que juntarse con otros más. La CUP, el partido con menor número de representantes y el más alejado de CDC en posiciones políticas. Todo por Catalunya, "terra da fraternidade". "O povo é quem mais ordena". Bueno, a veces el pueblo no tiene zorra idea, pero ya están los demócratas, con sus Mas y sus menos, para corregir el rumbo.
Además había otro invento genial: el proceso. Sí, como aquella novela de Kafka. Es que hay cada coincidencia. El proceso era el camino de losas amarillas que llevaría a Catalunya a la liberación.
De momento todo eran entidades abstractas: palabras, frases, conceptos. Todas chocaban con la legalidad vigente y el sentido común, pero daba igual. Media Catalunya no podía equivocarse.
Un problema. Los de la CUP no querían a Spiderman Mas, querían cambiar de superhéroe. Bueno, sólo la mitad de la CUP, la otra mitad aceptaban pulpo como animal de compañía. Tira y afloja. Spiderman Mas, pegado a la pared con ventosas. "Baixa de aí" le gritaba uno, de padres gallegos. Nada. Hubo una tomadura de pelo con forma de votación en la tetas de la CUP (porque aquello fueron más tetas que seno) y salió empate a 1.515.
Cuando ya parecía que habría nueva convocatoria electoral, Spiderman Mas aceptó bajarse si se ponía a Puignosecuantos de jefe. Dos diputados de la CUP tendrían que pasar a ser de Junts pel Sí. Todo esto con todo el mundo sobrio, eh. Luego Puignosecuantos tenía que ponerse el traje de Spiderman Mas y ver qué tal trepaba por las paredes de las leyes y esas cosicas.
Ahora se recuperan los discursos encendidos anunciando una Epifanía independentista. Rajoy salió en prime time con pecho tarzanesco y muy ufano, avisó de que estaban avisados.
Señor, qué cruz.