Manuel Pérez Lourido
A por Carmena
Tremendo lo del guiñol de Madrid, espero que se hayan enterado. Una plaza madrileña, de las doce o trece que debe haber en la capital de España. Va, quince. Y unos treinta niños contemplando el guiñol. Treinta, nada menos. Pues bien, con toda la jeta, los guiñolistas sorprenden a la muchedumbre con una representación en la que aparecen cuchillos, una horca, un juez... y, atchung, un cartelito con las palabras "Gora AlkaETA". Han leído bien. No ponía "Gora Alka-Seltzer", sino ETA.
Se monta la mundial. El acto había sido programado como parte de los fastos de carnaval que el internacionalmente reconocido distrito de Tetuán acogía para celebrar el idem. O sea, era una carnavalada de pedigree. El director de la programación, el director del área de cultura, la alcaldesa Carmena, todos a la cárcel. Pero no, van y detienen a los miembros de la compañía y el Ayuntamiento presenta denuncia contra ellos por esos actos ofensivos. Ahí lo tienen: la alcaldesa, con esa mirada maligna que no logra disimular tras sus gruesas gafas, actuando contra la parte más débil. Vale que son los últimos responsables, pero ¿acaso el distrito de Tetuán y la plaza nosecuantos no acaban de dejar en ridículo a todos los madrileños, los españoles, los españoles que aún no son españoles porque están pendientes de papeles y los que son mucho españoles? Piénselo un poco. Manuela Carmena es responsable de un acto cultural, de una carnavalada con pedigree, que ha puesto en peligro la democracia española, la psique de unos idefensos infantes, la digestión de los adultos que los acompañaban y el prestigio de nuestro sistema político que, sí, será un nido de corruptos, pero tiene una historia gloriosa. Nosotros, que hemos luchado contra el terrorismo de ETA limpiamente, salvo aquella tontunada de los GAL, quién se acuerda ya. Nosotros que hemos derrotado a ETA y que no soportaremos que se eche por tierra ese esfuerzo ni con un simple cartel, sea cual fuere el contexto del guión.
Manuela Carmena ya nos provocó con los trajes de los reyes magos y sigue erre que erre. Era visto.
Manuela Carmena debería dimitir o por lo menos cambiarse el apellido, que se confunde con Carmen, el onomástico femenino español por antonomasia. Esta mujer estaba predestinada para la provocación.
¿Cuál será su siguiente siniestra torpeza? o peor, ¿qué paso dará ahora la malvada para seguir socavando los pilares del sistema?, ¿es que merecemos vivir en esta angustia? Fondo social de vivienda, más presupuesto para alimentar a necesitados, oficina antidesahucios, restricciones circulatorias por la contaminación, no renovación de contratos con agencias de calificación, etc. ¿Se ha visto mayor ejemplo de populismo?
Cierren los ojos, imagínense esa plaza en Madrid, esos treinta niños, ese guiñol, ese cartel y ese texto. Luego que digan que no está aquí el cambio climático, digo, el apocalipsis.