Milagros Bará
Mi vida con los blísters
No se trata de un grupo musical, que para eso ya tenemos a los Black Stones. "El blíster" es un recubrimiento de plástico en el que hoy en día meten casi de todo, sólo les falta embutir barras de pan.
En concreto según la Wikipedia: es un tipo de envase, generalmente de plástico transparente, con una cavidad en forma de ampolla donde se aloja el producto, de tal forma que permite al mismo tiempo presentarlo en el punto de venta y protegerlo de golpes durante las operaciones de manipulado y transporte logístico.
Pues parece que lo han conseguido porque algunos blíster son a prueba de todo. La pregunta es siempre la misma... ¿por dónde y con qué cortar "esos pedazo embases" que son más duros que el granito de Porriño? Con unas buenas tijeras. Pero aún así, y aunque las tijeras sean de podar, el corte se presenta complicado. La mente perversa del diseñador lo ha puesto para nota.
Otro problema que tienen es que no podemos ver bien, ni tocar, lo que compramos para saber si realmente es lo que queremos. La compra de productos embasados en blíster es "a ojo de buen cubero", una compra a ciegas, tan a ciegas como el corte de apertura.
Hace unos días un señor se presentó en una tienda de Pontevedra con un CD pequeño "cortado al bies", y contó aterrorizado que cuando intentaba cortar el blíster... zas... se llevó por delante su CD nuevo. Lo normal es que el blíster se resista a las tijeras y es entonces cuando pasamos a la sección abrelatas, y si esto tampoco funciona llegamos al cuchillo de cocina. Llegar a esta fase es lo peor porque o te automutilas sin intención con la hoja del cuchillo o con los trozos de ese plástico indestructible.
Por algo Amazon presentó en 2008 envases libres de frustraciones por aquella furia atávica que se apodera de nosotros a la que llaman "la rabia del desembalaje". Cualquier "cacho de blíster" cortado en forma de uve sirve hasta para secuestrar un avión, atracar un banco o amenazar a tu suegra.
Rula por ahí la existencia de un premio para los embalajes difíciles de abrir, la palma se la llevó un teléfono de Uniden que se tardo en desembalar 9 minutos y 22 segundos y para lo que se necesitó una navaja y una hoja de afeitar. Menos mal que existen las tijeras Open it que ha sido diseñada específicamente para abrir paquetes difíciles y que "te permitirán abrir esos plásticos sellados sin que te hagas daño".
Los más razonables son los de los medicamentos, cuando con una ligera presión la pastilla sale con facilidad. Pero no en todos los casos... a ver quién es el bonito que es capaz de abrir el embalaje de un supositorio sin montar un Cristo de mil pares de...
Hoy por hoy todo se embala, los plátanos, la carne... Si las reliquias de la Edad Media las hubieran envasado en blísters otro gallo cantaría.