Milagros Bará
Dragados y deconstrucciones
"A dragar que todo es empezar", o "dragando voy, dragando vengo, por el camino, yo me entretengo", sería la banda sonora de la película. Pues ya me gustaría ver qué aparece en el río Lérez cuando un día, tal vez no muy lejano, le den un buen repaso a esos fondos fluviales lodosos. Ese río mil milenario con sus remolinos, pozas y balneario en ruinas, como todo. Lo de Portos de Galicia suena ya a personaje de los tres Mosqueteros, porque... no será por avisar.
No me cabe ninguna duda que cuando draguen pueden aparecer hasta huesos de romanos, de la Italia de hace casi que dos mil años, y algún hueso de dinosaurio, que también se pasearon por aquí. ¡Y a lo mejor hasta oro! Un oro que convertiría a los parados de media Pontevedra en bateadores avezados, porque la teoría ya la sabemos a base de ver "la fiebre del oro" Discovery Max. Reventaríamos las cifras del PIB de la ciudad, que está por los suelos, en un "pis pas". La ciudad de Pontevedra sólo aporta uno de cada diez euros al PIB en relación con los que se producen en toda la provincia. Con el oro nos anexionarían rápidamente a un Emirato Árabe. Aunque el lodo que se ve es tan negro que lo podríamos hacer pasar por petróleo en polvo y comercializarlo. Y vender los restos históricos que aparezcan en el mercadillo de los domingos en la plaza de la Verdura.
Ese Club Naval de Pontevedra, pequeño pero xeitoso, al que los barcos se les quedan en secano cuando baja la marea. Porque nuestros barcos de recreo están preparados para salir del lodo y circular por la ciudad, que con los lombos que hay se produce un efecto de oleaje "que te pes". Por eso (los lombos) no cumplen la normativa vigente y son tan altos: es que los hicieron para barcos. Ahora que nos hemos quedado sin trenecito, qué más da que circulen unos barquitos de recreo. Sería un reclamo turístico para la ciudad de primer orden.
Y como nos gusta mucho llegar a los extremos, para que después las cosas luzcan más, en las cartas náuticas ya no figuran los bancos y depósitos de arena, que nada tienen que ver con los Bankia. Las mariscadoras, con razón, están que trinan porque lo han dejado pasar tanto tiempo que hoy habría que ir con la draga hasta la isla de Tambo. Eso si no encalla por el camino.
Parece ser que "se necesitan informes de una docena de departamentos diferentes de la Xunta y el Gobierno central" y por eso han pasado cinco años desde que la administración empezó con el papeleo interno, que como se ve a una velocidad de vértigo, como todo. Y menos mal que las fuerzas vivas, porque las muertas están en nuestro recuerdo, se han juntado para pedir que por Dios, que se den un poquito de prisa, como con ENCE. Si es que cuando hay ganas, hay ganas.
Y es que en Pontevedra siempre pasan cosas raritas o muy raras, tenemos a un monje que era mujer enterrado en Santa Clara y a una Santa de Poio que vino volando desde Granada. Puestos en esta tesitura, que los barcos estén varados en los lodos en medio de un río es de lo más normal. Hay que deconstruir el Lérez. Cuando el lodo nos llegue al cuello por las inundaciones a lo mejor llega el papeleo. Ay, si vivieran Trahamunda y Juanico... otros gallos cantarían.