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¿Ignacio Escolar va a reclamar por despido?
Saltó la noticia, muy difundida porque afecta al mundo del periodismo, de que un conocido periodista, Ignacio Escolar, ha sido despedido de la cadena SER. El propio interesado así lo califica, como despido. La relación laboral del opinador, analista o tertuliano profesional, sea o no del gremio de los periodistas, ha sido declarada por los tribunales en alguna ocasión como relación por cuenta ajena, porque no es free lance todo lo que reluce. El hecho de que trabaje en tres medios distintos no lo hace automáticamente autónomo, ya que bien puede ser un trabajador a tiempo parcial de cada uno de ellos.
Las divergencias entre Ignacio Escolar y Juan Luis Cebrián, como las anteriores entre Pedro J. Ramírez y Casimiro García Abadillo forman parte de la ceremonia de la confusión propia de quien nos explica con pelos y señales (que en no pocas ocasiones resultan ser apenas pelusa y ligeras marcas) las vidas y relaciones ajenas, dejando sin aclarar las propias. Al menos yo no consigo entender, porque no me facilitan la información que tanto airean y demandan de otros, en qué términos se planteaba la relación que ahora se rompe, lo que me ayudaría a formarme una opinión sobre quién ha tensado la cuerda más allá de lo comprometido.
El grupo PRISA, como Unidad Editorial, como la mayor parte de las empresas de comunicación, es una empresa privada que puede prescindir de los servicios de quien le venga en gana siempre que no vulnere sus derechos fundamentales y le abone la compensación o indemnización que corresponda. Como cualquier otra empresa, así están las cosas. Quien se compromete a trabajar con ellos sabe que existe una línea editorial, una afinidad más o menos variable con instituciones, corrientes de pensamiento, intereses económicos o personas concretas. Son un tipo de empresas de tendencia que no dudan en reprochar a sus competidores defectos de los que ellas mismas adolecen. Sería maravilloso que los periodistas pudiesen expresar libremente todas sus opiniones y reflejar toda la información que pase por sus manos, pero, honestamente, sabemos que no es para eso para lo que los contratan. Las opiniones y la información tienen que maridar con la línea editorial.
Una parte de este enredo, PRISA, afirma que se prescinde de servicios. La otra, Ignacio Escolar, achaca el despido a haber desvelado que la exmujer de Juan Luis Cebrián está en la lista de los “papeles de Panamá”. Quien vea desde lejos el despliegue de los tan debatidos papeles tendrá la impresión de que han salido a la luz todos los papeles del registro mercantil de Panamá y apenas es un bufete de abogados en un país plagado de ellos. La calificación de despido del propio Ignacio Escolar me hace preguntarme si va a reclamar porque lo considera nulo o por considerarlo improcedente si no le han indemnizado. A lo mejor está de acuerdo con PRISA y entiende que es un trabajador de la opinión por cuenta propia. En el segundo supuesto, no lo han despedido, han dejado de contar con su prestación de servicios. Y hay diferencias sustanciales en la relación laboral que subyace en cada uno de estos supuestos.
Esta historia tiene otra parte, aquella en la que PRISA pide que dejen de colaborar con La Sexta a sus periodistas o se lo prohíbe...
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