Manuel Pérez Lourido
La Undécima
Recuerdo cosas sueltas del partido (o lo que fuese). Pepe caía malherido al suelo cada vez que un atlético posaba su mirada en él; si le tocaban se retorcía de dolor. El árbitro llegó a sacarle la lengua en son de burla. Nunca he visto a un futbolista tan maltratado por una lesión. La de la cabeza, digo.
El vigoréxico no hizo nada en todo el partido. Salvo marcar el penalty crucial. Dicen que jugó lesionado. Síndrome del Cid Campeador, se llama eso. Bale jugó como un Babieca desbocado, como en sus mejores noches. Sus galopadas hacían temblar el estadio y combaban el terreno de juego, que se inclinaba hacia la portería de Oblak, portero con nombre de marca de cemento o de ladrillos. En todo caso, el balón rebotaba en él siempre.
Pero el mejor de los que jugaron y de los que no jugaron, y de los que no se vistieron, y de los futbolistas en activo que estaban en la grada y de los ex-futbolistas que presenciaron el encuentro, fue Casemiro. Nunca un nombre fue tan ridículo en un jugador tan determinante. No le dieron el MPV por eso, por el nombre: "MPV de la final de Champions de 2016.... Casimiro". No es serio.
Cuando salió Carrasco, les dio de su frasco y la Banda Trapera del Río se temió lo peor. Lo de dos años atrás pero al revés. Pero no: la prórroga fue un desfile de cojos, parecía que le iban a dar el trofeo al que mantuviese más jugadores en pie.
Lo cierto es que hace tiempo, desde siempre, que los títulos no se otorgan por méritos. No en el fútbol. El Atlético era el favorito en los corazones de toda la gente bien nacida. De hecho, llamé a mi madre para preguntarle por las dificultades de mi parto que se había callado todos estos años. No consigo evitar querer que gane siempre el Madrid. Es como una maldición.
Vi el partido con un cuñado atlético y me fui a casa hecho polvo por él, pero cada segundo de aquella batalla deseé que la ganaran los de blanco. Soy un ser despreciable, lo sé. Incluso no me cae mal Mouriño. Escribo esto de rodillas, confesándolo.
En cuanto al gol en fuera de juego: es imperdonable. ¡Si se vio tan claro con la imagen congelada!