José Antonio Gómez Novoa
Ventana Indiscreta: Ritmo
El próximo día 24 de junio se cumplen tres años desde que inicié mis clases de baile de ritmos latinos, y el profesor me ha llamado a capítulo porque no observa en mi avance alguno. He de reconocer que en el rondo inicial de cada clase cuando se forma un círculo para seleccionar pareja; todas las chicas me rehuyen, incluso la que me acompaña, pero siempre lo he achacado a que mi porte es elevado con respecto a los demás miembros del grupo.
Mido más de 1,98, peso 98 sin el 1, cuerpo serrano, cabeza erguida sobremanera. La música se apodera de mí, y cuando realizo el primer giro de 360º hacia la derecha o la izquierda me abandono de tal manera que pierdo la orientación y lanzo a mi partenaire a más de 100 metros de la sala alterando la tranquilidad de los usuarios de pilates.
Mis movimientos de pies hacia la izquierda, a la derecha, atrás, adelante son innatos y perfeccionados de la época en que fui elegido mejor alero pívot de la provincia de Pontevedra y alrededores. Todos los demás alumnos se quedan tan asombrados con el “vuelo” de mis extremidades inferiores que se sientan en los bancos laterales para observarme obnuvilados. Bien es verdad que entre ellos también está mi pareja de baile.
Siempre dejo que mis brazos acompañen el movimiento de los pies, los hombros hacen unos círculos acompasados en el aire, que me permiten volar cuál boomerang volviendo al mismo punto. Es algo tan asombroso que alguno de mis compañeros afirman que mi cuerpo recibe un empuje de abajo hacia arriba que confirma en esos momentos de manera empírica el principio de Arquímides
Pero, ese no es la cuestión que te impide avanzar, me comenta Silvio el monitor.
- Y, entonces cuál es mi problema profesor.
- Tú movimiento de caderas, no es natural, fluido ni rítmico. No hay ningún tipo de ondulación, vaivén. Es algo inerte.
- ¡Ah bueno……., la cadera!. Ya está todo resuelto. Haber empezado por ahí. ¡cariñooooo¡, ¿a dónde vas?.