Milagros Bará
El cerrajero siempre cobra dos veces
Hace unos días la puerta de mi casa, por el paso de los años, no abría. Era lo suficientemente tarde como para no llamar a nadie. Pasé la noche en un hotelito de la ciudad. Amaneció un día espléndido y salí del hotel con mis botas de medio verano, medio invierno.
Mientras desayunaba hice varias llamadas a algunos amigos para que me recomendasen, siendo festivo, un cerrajero. Mario me facilitó un número que me reorientó a un señor... de Murcia? No, era de Pontevedra así que perfecto.
-Hola estoy en la calle, quiero saber qué me va a cobrar un día festivo.
-Bueno, el desplazamiento son 24 euros, y después según sea el problema.
-Vale, pues venga.
Llegó a la hora acordada sudoroso y con una caja de herramientas del tamaño de un féretro. El marketing en estos casos hace mucho. Llegamos al rellano y le entregué las dos llaves. Se posicionó delante de la cerradura y durante dos minutos fozó y refozó. Se agacho y abrió la caja, allí había hasta pistolas láser y un misil tierra-tierra. Pues bien lo que sacó fue una lima, como las de las uñas pero de tamaño extra grande. Y se puso a limar la llave muy despacio, que si la lima en modo normal con dos pasadas ya estaba.
-Qué es lo que pasa?
-La cerradura de esta puerta es muy vieja. Va a tener que cambiarla porque esto le volverá a pasar en cualquier momento.
-Vale.
Después con una verborrea, más propia de un charlatán de feria que de un autónomo, me puso la cabeza al doble de tamaño, quiero decir que se me inflaron las neuronas... una a una, después de haber dormido poco y saltar a la calle a las doce de la mañana. Hubiera estado durmiendo quince horas como si nada, pero entrar en mi casa era lo primero.
-Bueno, pues usted dirá cuánto le debo.
-¿Quiere factura?- Otro papel más....
- ¿Se lo va a pasar al seguro?- Anda, pues es que el seguro te cubre la mitad por asuntos de cerrajería la primera vez, pensé.
-Vale, pero como no lo he avisado de mi reciente cambio de domicilio póngame el anterior y después ya veremos.
El señor, que no era de Murcia sino de Pontevedra, de un salto se instaló en la cocina con un macro talonario y venga a escribir y a escribir. Que si datos, que si no sé qué... y por fin.
-Firme aquí y aquí- me refiero a la rúbrica.
-Pero, ¿cuánto es?
-Son 150,84 euros...- estará de coña, pensé. Pues no, la factura además tenía un 15% de descuento, chúpate esa.
Lo mejor de todo es que dos días después pasó lo mismo y el mismo fenómeno dijo que cobraba por limar la otra llave 120 euros, pero como sólo teníamos 90 fue lo que se llevó. En resumen, que ha cobrado 40.000 de las antiguas pesetas por limar dos llaves, ya ves, menuda menudencia. Para eso compensa llamar a un expresidiario. El tipo se marchó con una risita de hiena recalcitrante.
Pues bien, dos días más tarde cojo ese pedazo factura y resulta que no es una factura, es el presupuesto nº 0000999, en dónde no consta ningún nombre de empresa, dirección, nombre del cerrajero ni número de teléfono.
¡Es estupendo! Si hay algún cerrajero soltero en busca de pareja que sepa que estoy disponible. Me daré una vuelta por consumo a ver si les parece normal y por la página de contactos a ver si hay alguno libre. Por cierto, para emergencias de este tipo Orlando cobra 70 euros, cifra que a todas luces es más razonable.