José Antonio Gómez Novoa
Ventana indiscreta: Black Mirror
Hay series y series, pero pocas son tan provocativas, intensas y desasosegantes cómo Black Mirror (Espejo negro). Tiene también otra gran ventaja, todos los episodios son independientes, y te puedes permitir el lujo de descansar un tiempo hasta dejarte volver a atrapar por la chispa creativa, los múltiples hallazgos visuales y el universo emocional del gran creador de ésta serie británica.
Charlie Broker es de quién hablamos, y manifestó en The Guardian: "Si las nuevas tecnologías son una droga, ¿cuáles son los efectos secundarios?". Acaso no tenemos todos en la cabeza la imagen de varias personas sentadas en una mesa, todos tecleando en los móviles sin que exista ninguna interacción personal. Quizás vivamos en un mundo de hiperconexión e incomunicación.
Son historias llenas de tensión, con algo de humor, y también con un margen de esperanza en que las cosas podrían ser de otra manera. Como todas las series tiene altos y bajos (no todos los capítulos están al mismo nivel), pero detrás del relato hay un autor que tiene una capacidad imaginativa y de impacto que te deja obnubilado.
Nuestro cerebro, todos sabemos, que capaz de lo peor y de lo mejor. Al estar condicionado por Internet, teléfonos móviles, múltiples dispositivos y la realidad virtual puede verse afectado negativamente, saliendo a relucir nuestro lado más oscuro y tenebroso.
Muchos la consideran una joya televisiva imprescindible, porque plantea un formato y un estilo diferente al de otras producciones. Yo, la considero necesaria, aconsejable, bien hecha y una alternativa muy válida para todos que buscan algo original, sorprendente y que te permita hacer diferentes lecturas.
Y, lo que es más importante mientras la ves, garantizo que te olvidas de Trump, la tarifa eléctrica, Rajoy, la Gürtel, la postverdad, los hechos alternativos, y las miserias particulares de cada uno.