Félix Hernáez Casal
Un resucitado, algunos zombis y una nave a la deriva
Tres semanas han pasado desde que se produjera la resurrección de Luisito tras su anunciada dimisión en la castellana villa de Talavera de la Reina. "Estoy muerto", aseguraba el carismático entrenador en aquella rueda de prensa en la que tomó la decisión (no fruto de un vulgar calentón según sus propias palabras) de hacerse a un lado y dejar que otro compañero se hiciera cargo de las riendas de un grupo que él no podía ya dirigir.
A lo largo de esa jornada dominical que terminó pasada la medianoche con una reunión del Consejo de Administración, el milagro se produjo y la Presidenta anunció su decisión de no aceptar la dimisión de Luisito.
Con un contundente "Levántate y anda" contagió la máxima regidora del club toda la fuerza del mundo a su "Lázaro" particular para que pudiera continuar al frente de esta nave que como ya sabemos no existiría sin la presencia al timón del entrenador santiagués.
Desde entonces el Pontevedra disputó una gran primera parte frente al Navalcarnero en la que debió sentenciar un choque que al final acabó empatando. Luego "soltó" un gran partido en Guijuelo que terminó en drama por causa de un incalificable descuento que echó por tierra el trabajo y dejó igualmente en tablas el marcador del encuentro.
Y ayer, cuando todo parecía expedito para recuperar la senda de la victoria, el Pontevedra completó una actuación desastrosa con otro mísero empate que agrava su situación en la clasificación y que termina definitivamente con esa mística que la temporada pasada tenían los partidos jugados en Pasarón.
El Valladolid B (último en la tabla y con bajas en defensa) fue mejor a lo largo de casi todo el partido y sacó los colores a unos jugadores granates que en su mayoría parecieron ayer zombis sacados de un episodio de "the walking dead" más que futbolistas seguros y confiados en solventar un encuentro que parecía asequible.
No se puede negar que el filial vallisoletano cuenta con dos o tres jugadores de calidad (en especial Mayoral y Samanes) pero ello no resulta excusa suficiente para que los nuestros dieran ayer una imagen tan alejada de lo que ofrecieron la primera parte del día del Navalcarnero o incluso la primera parte frente al Depor B por citar los últimos partidos disputados como locales.
Lento, deshilachado, nervioso y perdido se mostró el Pontevedra a lo largo de la primera mitad en la que fue peor y debió marcharse por detrás en el marcador.
No era difícil subir un poquito el nivel tras el descanso y así lo hizo el Pontevedra en la segunda parte pero ni después de ponerse en ventaja (tras el primer remate a puerta realizado en el minuto 63) fue capaz el equipo de mantener el resultado ni diez minutos pues muy pronto el Valladolid encontró el camino para equilibrar de nuevo el marcador.
De ahí al final algo de corazón, mucha precipitación y un Alex González incansable y hasta enternecedor en su esfuerzo por banda izquierda como único argumento para tratar de ganar a un rival que llegó a Pontevedra con varios juveniles en el equipo titular y que no sufrió en demasía para llevarse un punto a todas luces merecido de un decepcionado estadio Pontevedrés.
Que Luisito no es el único responsable de la mala y preocupante clasificación granate es un hecho cierto y el partido de ayer lo mostró bien a las claras.
A saber. Que el Pontevedra CF esté jugando ya desde hace varias semanas sin laterales es fruto de una planificación deportiva veraniega de la comisión deportiva (de la que el entrenador forma parte pero con más gente) bastante discutible. Por la banda derecha se trajo a Miguel Angel que desde hace casi dos semanas ha dado "mutis por el foro" sin que ningún responsable de la entidad haya aclarado hasta este momento que pasa con este jugador. No ha estado a la altura casi en ningún momento el chico en la derecha y ello ha provocado que incluso antes de su "espantada" el equipo haya tenido que colocar "parches" como Goldar o ahora Marcos Alvarez pues ningún otro lateral existía en la plantilla. Por la izquierda, es cierto, Jimmy ha caído lesionado por la brutal entrada de aquel jugador del Sanse pero desafortunadamente David Castro parece no contar con la confianza suficiente del técnico y ello obliga a Alex a colocarse en esa posición para cubrir el expediente. La comparación con Bonilla y Miguel Loureiro resulta dolorosa.
Que el equipo no tenga apenas opciones más allá de Prosi para colocar jugadores en mediocampo que jueguen algo al fútbol (Carlos Ramos parece ya perdido para la causa y en buena parte por su culpa pues sus apariciones ligueras han dejado bastante que desear) también deja bien a las claras que el agujero dejado por Abel Suárez sigue vacío y sin visos de ser ocupado de forma satisfactoria.
En la punta parece que Etxániz empieza a encontrar el camino del gol poco a poco y debemos congratularnos por ello pero es evidente que en esa ubicación la diferencia con la temporada pasada es kilométrica.
No pueden quedarse al margen de esta deriva preocupante que lleva el equipo los propios jugadores.
Circunstancias como las vividas en Guijuelo hace una semana no se le pueden achacar en ningún caso al entrenador. Si a un equipo le meten dos goles en los dos últimos minutos del descuento es porque a sus jugadores les ha faltado empaque, sobriedad y un mínimo de oficio para que tamaño disparate no se produzca.
Algo parecido, aunque menos traumático, nos pasó en Ponferrada o aquí frente al Toledo en momentos en los que la concentración debía haber reinado y en cambio gobernaron la distracción y la relajación defensiva que tan cara nos ha costado.
Con todos esos factores revoloteando alrededor del club granate lo único cierto es que tras dieciséis jornadas un único punto nos separa del abismo y como ya se viene advirtiendo en estas columnas cuanto más se tarde en salir a flote más dificultades nos vamos a encontrar para llegar a la superficie.
La afición del Pontevedra (de paciencia legendaria y comportamiento estoico, no olvidemos nunca que en los últimos cuarenta años hemos estado sólo uno en segunda división y el resto navegando en las profundidades de nuestro fútbol) empieza a cansarse de toda esta situación y ayer lo dejó bien claro en diferentes momentos del partido.
Dentro de pocas semanas llegaremos al ecuador de la competición y el Pontevedra no da muestras de lograr una mínima estabilidad en el terreno de juego que aporte tranquilidad y esperanza de cara a salvar esta temporada de la mejor manera posible y sin escribir otro episodio negro de nuestra historia.
A algunos les parecerá alarmista pero lo cierto es que cada jornada que pasa nos acerca más al precipicio y cada vez se hace más necesaria la toma de unas medidas que rectifiquen los múltiples errores que la entidad ha cometido desde Junio pasado.