Vicente G. Rivas
Recordando las armas de destrucción masiva
Hace unos años en una conversación de sobremesa, un colega periodista justificó la afirmación de que José María Aznar había sido el mejor presidente español de la democracia diciéndome: "es que puso a este país en el mapa. Situó a España en el ámbito internacional". Evidentemente, su argumento se apoyaba en la guerra de Irak (nuestra 'instalación' en el panorama mundial se basó en una foto en las Islas Azores) jalonado con datos económicos que, vete tú a saber de dónde los había extraído -seguramente de FAES que, como todas las fundaciones de los partidos políticos, saben mucho de argumentarios imposibles-.
Siguiendo con aquella charla tras menú del día, después de esas aseveraciones de mi interlocutor, y consumidos tres minutos más de conversación, recuerdo que me excusé diciendo que tenía prisa; no era cuestión de ser descortés, sino que en este (aquel) momento del partido he aprendido que quienes defienden a algún representante público que, supongamos, ha asesinado y les pones la pistola sobre la mesa con fotos precisas del instante de cometer el delito, esos fans del personaje encuentran el artificio que, no sólo justifica el acto de asesinato, sino que acaban ensalzándolo. Para no ponernos tan trascendentales es como si le dices a una grupie de Justin Bieber que el chico, aunque lo intenta, buena música no hace; destaca en temas de márketing, promoción, etc, pero ¡hombre! no es un genio de este arte. Da igual, al quinceañero/a le importa un pepino lo que digas. Para él es la reencarnación actual de Bob Dylan. Pues con Aznar, ocurre lo mismo.
Han pasado 10 años de la invasión de Irak por parte de esa coalición de genios estrategas de la política: Aznar, George W. Bush y Tony Blair. Aderezados por otro gran prohombre cuya labor, acierto tras acierto, continúa en el seno de la Unión Europea, Durao Barroso (¡Y aún nos preguntamos por qué está así la UE!). Una década tras la cual las cosas no han cambiado o sí, según se mire, porque los iraquíes están hartos de la situación que soportan. Es curioso como recordando aquellos primeros ataques, regresan a mi mente imágenes de televisión contradictorias. El humo y el fuego de las bombas, frente a la alegría en las caras de aquellas personas que veían caer al tirano. Ellos esperaban que su derrocamiento conllevara la ansiada democracia pero, diez años después, nada de nada.
Aznar, gracias a aquella guerra, junto con un milagro económico basado en la liberalización del suelo se ganó el título de GRAN ESTRATEGA. Con el paso de los años, los tres de las Azores fueron reconociendo algunos errores 'sin importancia' cometidos en la invasión de Iraq. Fundamentalmente, y después de muchas negativas, incluso osaron decir la verdad, es decir, que de las armas de destrucción masiva, nada de nada. Y lo que es la vida; a quien más costó confirmar lo del invento de las armas fue al nuestro, a Aznar.
Recordando el pasado para no cometer errores en el futuro, aquella guerra, además de separarnos del eje europeo, propició el mayor atentado terrorista de la historia de España.
De todo esto extraigo dos conclusiones. Por una parte, en época del gran Aznar, tuvo lugar el terrible atentado del imborrable día de marzo de 2004; ahora, tras una década, muchos de los que recuerdan al "mejor presidente de la historia" con pasión siguen hablando de conspiranoias paranoides, a pesar de que es 'cosa juzgada'. Por suerte, cada vez sacan menos rédito político y económico. La segunda de las conclusiones tiene que ver con Irak. Cuando en un país soberano sus nacionales recuerdan con nostalgia los tiempos en que el dictador imponía su tiranía, entonces es que algo o mucho, con seguridad, no se ha hecho bien. Y entonces, de nuevo, me vienen los nombres de esa especie de tres jinetes del apocalipsis: Bush, Blair y Aznar.
Por cierto. De la burbuja inmobiliaria, de su origen, de su desarrollo y posterior deterioro, así como de muchas de sus consecuencias que pagamos ahora, no voy a hablar. Inmediatamente me tacharían de antiespañol y rojo. Ya se sabe que para algunos, como en épocas del tío Paco, son lo mismo.
24.03.2013