Carlos Regojo Solla
Escuela
La Escuela, en su acepción más amplia, es sin duda la primera empresa de un país, y en el escalafón de estamentos debería estar por encima de toda dependencia, a la altura de un cuarto poder.
Todo se puede lograr desde la escuela. Ahí se detectan las problemáticas de tendencias violentas, aptitudes, capacidades … Imaginémonos por ejemplo cómo sería de fácil determinar la opción que tiene una persona para obtener un permiso de conducir si lo fuésemos observando y calificando sobre esta "disciplina" desde el parvulario hasta su mayoría de edad. En su valoración diaria, quincenal, trimestral, anual, de ciclo o de etapa educativa reflejaríamos las anécdotas de clase, de patio, su comportamiento con la bici, con el simple patinete, su capacidad de diálogo, de ceder, escuchar lo que dice el otro, admitiendo la sanción sin que el acierto sea una contrapartida, corrigiendo y enseñando contenidos adecuados, indicando pautas. Una observación tal tendría a los dieciocho años, o menos, la capacidad de facilitar a quién fuere las garantías para la concesión del referido permiso de forma automática según lo observado.
Lo mismo ocurre en la detección de ideas geniales o meras aptitudes pasando por toda la escala: un buen ajedrecista, un buen músico, un líder, un buen observador, un científico incipiente, un político nato … Se pueden reafirmar el cuidado personal, respeto al medio ambiente o valoración de la vejez, de igual forma que se le asesta un golpe fortísimo a los problemas de adicción a drogas, racismo, maltrato, bullying, entre otros, siempre con el apoyo del resto de la sociedad y sobre todo con el apoyo coordinado de los Mass Media entre los que se incluyen, claro, las nuevas tecnologías y sus servidores, quienes actuarían haciendo, ayudando a hacer y no a desbaratar el trabajo docente. Un acuerdo fácil sobre temática común que recogiese un consenso de actuación general para no alienar ni coartar la libertad de nadie aplicado a criterios sociales elementales de dignidad general en la Aldea Global.
Quien esto lea se dirá que en resumen, casi todo está en los temarios educativos desde hace tiempo y tiene razón porque, en su conjunto, es cierto; sin embargo algo falla cuando cada día observamos que, pese al tiempo aplicado, los resultados no son buenos. La sociedad en general va por libre. El respeto se pierde, aumenta la delincuencia. Parece que vivimos de apariencias. Las cosas obvias, los conceptos básicos, los axiomas corrientes tienen enfoques de Perogrullo que sin embargo confunden a todos cuando alguien sabe liarlas y retrasa las soluciones.
Cuando se dan las valoraciones europeas sobre educación para su comparativa, lo que más se resalta siempre son los referidos a capacidad matemática, comprensión lectora, titulaciones o asistencia a clases, por ejemplo. Las protagonistas educativos, los temarios, las calificaciones, son medidos en función de criterios aptos para estadísticas concretas tal vez porque la valoración humana de adónde nos lleva la frialdad en nuestro trato personal y medioambiental sea mejor ignorarla porque da con decimales.
Paula Sanmartín, en su artículo referido al compostaje en Pontevedra hace una referencia concreta a uno de los aspectos que he citado en mi comentario. La escuela es protagonista de un problema y nos enseña también a corregirlo. Es evidente que debemos dejarle paso. Cuando se logra que haya extraescuela comenzamos a percibir cambios interesantes.
Carlos Regojo Solla.