Beatriz Suárez-Vence Castro
La última lección de una mujer
Nos ha llegado la noticia de la muerte de Montserrat Caballé. Creo que no hay persona en toda España por encima de los cuarenta que no se haya entristecido un poco.
La Caballé forma parte del imaginario de los aficionados a la Ópera pero también de aquellos que no tenemos ni idea de Bel Canto. Y lo es porque su trayectoria profesional habla por sí misma y porque humanamente, dicen quienes la han conocido, tenía la misma grandeza. A la gente de a pie le transmitía una sensación de simpatía nada más verla, incluso a través del televisor.
No me atrevería a opinar de su manera de cantar más allá de la admiración lógica que despierta escucharla, porque entiendo muy poco de Ópera, pero sí puedo referirme a lo que su figura me inspira.
De pocas personas se puede decir que "todo el mundo habla bien de ellas" no solo como profesionales si no por su valor humano. Y con ella ocurría. Gente absolutamente distinta en su ideología, en su educación, hombres, mujeres y los pocos niños y niñas que saben quién es.
Tenía Montserrat Caballé el talento grande de las divas sin la indeseable compañía de la soberbia que muchas veces las acompaña. Coinciden en señalar las personas que han podido tratarla, que consideraba tan importante al director artístico de un teatro como al personal de conserjería y empleaba la misma amabilidad al comunicarse con unos u otros.
De fama mundial, en España se la recuerda fuera de los círculos operísticos, por su memorable interpretación junto a Freddie Mercury de la canción Barcelona, con motivo de los J.J.O.O del 92.
El público más entendido destaca la capacidad única de sostener una nota durante una longitud de tiempo que otras sopranos no alcanzan, además de la calidez y sensibilidad de su voz.
A la sombra de una gran mujer, en este caso encontramos a un gran hombre: Bernabé Martí, también cantante de Ópera que renunció a una prometedora carrera para impulsar la de su mujer, y a una hija que ha tenido el valor de dedicarse a lo mismo que su madre sin que le afecten las comparaciones.
Tanto respeto inspiraba su figura que a sus exequias acudieron tanto Casado como Torra, a pesar de ser políticamente irreconciliables, dejando una imagen de unidad ante la pérdida más poderosa que cualquiera creada por el mejor asesor, porque fue en este caso sentida y auténtica. La protagonista era otra y todo lo demás se queda pequeño cuando hay que despedir a alguien que estuvo por encima de muchas cosas, barcelonesa y española universal.
En un mundo en que el feminismo exige cuotas, conciliaciones e igualdad salarial, muchas mujeres pioneras como Montserrat Caballé triunfaron profesionalmente y fueron madres sin necesidad de renunciar a nada con la total colaboración de su pareja, que supo ver quién tenía más talento de los dos y unir su fuerza a la de ella para ayudarla en su carrera sin creer por ello mermada su virilidad. Supieron educar entre los dos a una hija independiente que aprendió de ambos y creció sin complejos, desarrollándose también ella profesionalmente cuando tuvo edad para hacerlo.
Son ejemplos los de mujeres como ellas, madre e hija, en los que debemos mirarnos quienes venimos detrás para aprender, para llegar a comprender como se puede ser mujer, madre, pareja, amiga, famosa y humilde, sin perder la naturalidad, sin alardes, a fuerza de un trabajo constante para pulir el talento que se nos haya podido dar, centrándonos en lo que de verdad importa.
Cuentan de la Caballé que en una de sus actuaciones en un teatro, comenzaron a caer goteras del techo ante la estupefacción de público y responsables del mismo. Ella se enrolló un chal al cuello y siguió cantando.
Si alguna vez concedió entrevistas fue para hablar de su trabajo pero también de su vida familiar o de sus compañeros, contestando amablemente sin perder nunca la sonrisa. No fue la suya una carrera para competir, sino para realizarse y compartir su extraordinaria capacidad con quienes la seguían.
Pocos días antes del fallecimiento de la soprano dos populares cantantes: Amaia Montero y Malú se enzarzaban en una polémica a golpe de Twiter en la que la primera se molestaba con la segunda porque según ella le había llamado gorda.
La pérdida de una gran mujer nos recuerda que hay maneras y maneras de enfocar la vida y la profesión y que cada cual, especialmente las mujeres más jóvenes, deben escoger con cuidado el espejo en el que quieren reflejarse.