Tribuna Viva
Uniformados de humanidad
Dicen que es difícil percibir las emociones que transmite un ser humano tras un uniforme. Dicen que pierden humanidad, ternura, e incluso la capacidad de emocionarse.
Quizá la realidad sea que preferimos nosotros aislarnos de su existencia, deshumanizarlos, porque así es más fácil juzgarles, e incluso criticarles. Quizá la realidad sea que poco a poco somos nosotros los que perdemos la capacidad de la emoción, de la empatía, y preferimos vestirles con una fria coraza y de ese modo despreocuparnos por sus sentimientos, convertirlos en simples eslabones de una sociedad que en ocasiones se convierte en frío mármol que solo adquiere calidez cuando está al borde de un precipicio y en ese instante precisa asirse de un brazo, aunque ese brazo esté uniformado..
Los uniformes no son más que un trozo de tela que les cubre, y lo realmente cierto es que son los sentimientos y las emociones lo que les uniforma.
Son sus sentimientos y emociones los que les convierten en uniformados, porque aquellos que tienen la capacidad de sentir son los que serán capaces de ponerse al servicio de otros.
Quiza deberíamos entender que su uniformidad no les exime del sufrimiento, no les aísla del amor, no les hace impermeables a los sentimientos.
Quizá deberíamos entender el VERDE de un corazón, que cada día ataviado con su uniforme de buenos sentimientos intenta mejorar la sociedad, ayudar a quien lo precise y recordarnos que lo importante no es quien llega primero sino llegar...
Deberíamos ver más allá de su uniforme de tela, y fijar nuestra mirada en su humanidad, y en su capacidad de entrega tan incuestionable como lo son sus sentimientos.
He sido testigo directo de esa humanidad en más de una ocasión, y he visto emocionarse a un corazón verde con el recuerdo de una escena de agradecimiento, y más allá de ese gracias, entender la importancia, lo importante de su trabajo apoyando a una víctima de la violencia de género.
Porque si bien es cierto que las víctimas de cualquier delito necesitan comprensión, no deberíamos nunca olvidar a quienes están ahí cuando precisamos. Los que tienden esa mano que necesitas en el instante donde tu mundo se desmorona, donde la tragedia cobra vida.
Con motivo del día internacional contra la violencia de género mi homenaje va también a quienes se ponen del lado de las víctimas con convicción y dedicación.
Gracias a ellos y ellas que un día decidieron hacer de su humanidad y generosidad su uniforme y del verde su vestimenta.
Gracias por tanto.
Milagros Domínguez García