Pedro De Lorenzo y Macías
"Cuatro estaciones - cuatro oficios"
Pedro Herrera Álvarez cantaba a su compañera-amiga, esposa Emilia, madre de sus siete hijos:
"Todo te lo consiento, menos faltar a mi madre.
Una madre no se encuentra y a ti te encontré en la calle".
Una historia real sobre las calamidades sufridas por nuestros emigrantes. La comenta su hijo Miguel Herrera:
"En La Habana los reyes del 1923 les obsequiaron a mis abuelos un hijo, mi padre. Pedro Herrera Álvarez. Las habaneras y el son cubano impregnaron su carácter: sencillo, alegre, esforzado trabajador. Pocos años después regresan a su Galicia, buscando el sustento en distintas localidades. Nunca habló de las calamidades de la absurda guerra del 36. Hubo de pasarlo canutas.. Eran sospechosos de "Rojillos".
Lo llamaron a filas. Lo enviaron al Ferrol del Caudillo, a la base militar de la Marina (1942). Su empatía eran un imán para la amistad y un atractivo para las chicas. Una riberana de Cedeira, Emilia, le robó su corazón, su mente. Un amor hasta su muerte. Licenciado, se instaló en Pontevedra, en la finca de Josefa Dios, al lado del Colegio de la Once. Trabajó duro, siempre como ambulante.. ¡Aún no abundaban los impuestos! Ahorró lo suficiente para sus futuras industrias. En agosto del 1956 se unió en matrimonio en la recién Parroquia de San José, ubicada en un antiguo gimnasio.
Pronto llegaron hijos. Nuestro ambulante ya había conseguido una locomotora castañera. A mediados del otoño, se ubicaba en el Cine Malvar.
Vestía pantalón de pana, clásica chaqueta y nuestra boina gallega. Imitaba a Antonio Molina: "Cocinero, cocinero", "Soy minero", atrayendo a mayores y pequeños, que degustaban de sus castañas. Logró un puesto en la Herrería y la locomotora sufría desgaste. Mujer e hijos ayudaban. Vendían globos. Le resultó beneficioso. Ahorrador, ya pensaba en el siguiente oficio.
¡Ya la primavera se asomaba! En la huerta tenía un tenderete, confeccionaba barquillos y parisienes. Se vestía de blanco, con visera de retornado emigrante. Cantando sus habaneras, las iba vendiendo por las Palmeras, Herrería, romerías. ¡Un luchador infatigable!
El caminar de las personas sigue su ciclo. Ya llegaron más hijos. Había que ampliar sus empresas. Después del colegio, los mayores ayudaban y colaboraban en sus ventas. Observamos cuatro de sus hijos al lado del envase de barquillos, detrás su locomotora. ¡Bella estampa de entonces! "La Herrería". Estación intermedia: degustación de castaña y barquillos.
¡Los veranos eran sufridores! Su carrito de helados. Vestía de blanco, con sombrero veraniego. Con sus coplas "El emigrante" alegraba y atraía a los transeúntes. ¡Al rico helado! Ya tenía una gran clientela fija.
Su cuarto oficio era el de fotógrafo. Siempre llevaba consigo su herramienta.. ¡Parejas, familias, deseaban recordar esos momentos! Con su humor los iba colocando, buscando la belleza. Era solicitado para diversos eventos: bautizos, bodas, festejos y otros; menos los entierros.
Le vemos en la Alameda, ya un poquito entrado en años. Junto a dos de sus oficios : "heladero y fotógrafo". Le acompaña su hijo.
Nuestro cubano de sangre gallega fue un ejemplo de superación en su ámbito laboral; buen esposo, comprensivo y muy enamorado de su riberana de Cedeira; un padre ejemplar que unió a todos sus hijos en sus quehaceres.
Después del colegio, iban, gozosos, a ayudar a su padre, saboreando los productos de cada estación.
Su empatía era un imán para niños y mayores. Todos disfrutaban de sus cantos a lo Molina, Valderrama.. ¡como no! Sus habaneras con el "son cubano".
Su ejemplaridad fue reconocida por la mayoría que tuvieron vivencias con él, que fueron muchos. En el 2003 lo iban a proponer como candidato "Amigos de Pontevedra", premio de nuestra alcaldía. Falleció, llevándose a lo desconocido "Cuatro estaciones – cuatro oficios".
Viven en el recuerdo de sus hijos, de su familia, de sus amigos.. Hablan de su simpatía, humanidad. Fue uno de muchos que, en su silencio, aportaron un poco para fomentar trabajo, ilusión y ejemplo de padre de familia.
El representa a los padres que sufrieron los desastres de la odiosa guerra, superando escollos y buscando el bienestar de sus familias.
Trabajador ambulante, libre como el viento. No tuvo patrón, ni empleados. Su plantilla era su encantadora esposa y sus hijos. ¿No merece un reconocimiento?
Pedro de Lorenzo y Macías.