Tribuna Viva
Querido hijo
Querido hijo...
Naciste varón por cuestiones genéticas, pero quizá el destino te haya dado la fortuna de tu género y de esa forma te aliviará y allanará el camino durante tu vida.
Esto querido hijo, es una realidad y será así mientras la sociedad no cambie; mientras no se transforme en un espacio de convivencia, de comprensión, de tolerancia.
Desde el día que naciste, fuiste dotado de forma generosa de unos "privilegios" aceptados e instaurados durante siglos. Privilegios que han marcado de alguna forma tu vida, aunque yo haya intentado evitarlo.
A tí como varón, no se te juzga de la misma forma por beber, por fumar, por gritar, por llevar una u otra ropa, por decidir que estudiar o como hacerlo, por salir de noche y volver de madrugada sólo, por el número de parejas que tengas, o por el número de relaciones sexuales que mantengas, y un largo etcétera de cuestiones donde reside tu "inmunidad".
Querido hijo, en tus manos está cambiar estas circunstancias, te lo pido yo, tu madre, una mujer.
Te lo pido por mí, aunque bien es cierto que ya a mi edad me afectan de forma distinta esas limitaciones que se me impusieron por mi género, pero que aún así no estoy exenta de que se me cuestione por mis decisiones y/o comportamientos.
Te lo pido por tu hermana, porque ella, que tiene toda una vida por delante, lleva la pesada carga de ser mujer.
A ella la criticarán y la juzgaran por mil cosas, la mayor parte de ellas ni siquiera deberían tener relevancia en su camino hacia la madurez, ni tampoco deberían definirla como persona, pero si esto continúa así, si la sociedad no cambia, tu hermana tendrá que convivir con la violencia verbal o física por el hecho de ser mujer, y estará condicionada y limitada su libertad.
Te he educado para que seas libre, para que tomes tu camino, para que crezcas, para que vueles donde quieras.
Te he mostrado respeto y te he inculcado el respeto por todas y cada una de las personas que te encuentres en la vida.
No te he comprado los mejores juguetes, ni la mejor ropa, ni siquiera te he llevado a comer a lujosos restaurantes. Pero sí has tenido juguetes con que jugar, no te ha faltado ropa que vestir, ni nunca comida para alimentarte.
He procurado para ti un ambiente cálido, con amor y cariño, y nunca has tenido ninguna terrible vivencia que impidiese tu sueño tranquilo cada noche.
Y todo esto, todo lo que he procurado para ti, necesito que me lo "recompenses" trabajando por una sociedad más justa e igualitaria.
Necesito de ti que no cierres los ojos ante el desprecio al género femenino, ante la violencia hacia la mujer bien sea física o verbal, ante los estereotipos que sin fundamento nos marcan, que te opongas frontalmente ante cualquier cambio en la sociedad que no mejore esta situación.
Necesito además que lo hagas con el respeto que te he inculcado, con cariño y empatía; con el uso de tu derecho al voto, con el cumplimiento de tus obligaciones hacia la sociedad y cumpliendo escrupulosamente la ley; contribuyendo a la educación, pero sobre todo, dando ejemplo. Porque la sociedad y el día a día está llena de opiniones, pero solo los hechos y los actos cambiarán el mundo, y el ejemplo que tú dés, contribuirá a ese cambio.
Respeta a tus iguales, sean hombres o mujeres, demuestra cordialidad incluso donde más difícil sea ponerla en práctica, muestra que se puede compartir un espacio sin que existan diferencias, utiliza siempre el diálogo y sobre todo, medita cada día si has cumplido, si has contribuido en algo para mejorar el lugar donde vives y tu entorno, donde tú y tu hermana habéis de habitar.
No permitas tampoco de nadie que te diga que al ser hombre representas un potencial peligro, porque no es cierto, porque tú no eres peligroso, porque ni los hombres son todos iguales, ni tampoco lo somos las mujeres.
Te pido esto a ti, porque tengo la certeza de que hombres como tú son necesarios para cambiar la vida de muchas mujeres.
Te pido esto porque has sido formado con principios éticos que te permitirán trabajar en positivo y lograr cambios, y no morales, ya que tu labor no será la de juzgar, para ese menester existen ya los jueces.
Te lo pido a ti, porque sé de tus capacidades, de tu gran corazón y de la sensibilidad que contiene tu humanidad.
Soy consciente que todo lo que te pido conlleva una responsabilidad añadida al libre desarrollo de tú vida, pero siempre te dije que nada se consigue de brazos cruzados y que la vida es un camino a veces difícil, pero ya que estamos aquí, el tiempo que estemos aquí, procuremos siempre dar lo mejor de nosotros, sin olvidar ser felices.
Y recuerda, la cabeza alta, la mirada al frente y que nadie note que no sabemos lo que nos deparará el futuro...
Milagros Domínguez