José Antonio Gómez Novoa
Ventana indiscreta: Recuerdos
Cuando lo escuchábamos hablar quedábamos ensimismados. Siempre las palabras precisas, las frases adecuadas, las respuestas inteligentes. Salía con nosotros a la busca de los tesoros escondidos, y todo el mundo quería estar en su equipo. Bailaba y cantaba, expresando los lamentos y alegrías que llevaba en su corazón.
Sabía escuchar, te hacía sentir querido. Tenía un especial interés en ayudarnos a pensar, a que leyéramos mucho, a que nunca dejáramos de aprender. Creíamos que tenía virtudes medicinales, porque curaba la tristeza, la melancolía, los malos rollos entre el grupo de amigos.
A la lumbre de aquel fuego de campamento de verano en Aceredo, bajo la sombra de los árboles, con el murmullo continuo del río (antes de que lo ocupara el embalse de Lindoso), abriendo intensamente nuestros ojos ingenuos, escuchábamos con deleite y mucha atención, sus cuentos e historias que nos cautivaban.
De aquellas noches mágicas, creo recordar las aventuras de un hombre llamado Pedro, que cumplía cada día de su vida con el protocolo del contrabando de subsistencia, intentando llevar a su casa la comida que no había en los platos. Tenía un burro, moreno él, rubio el animal, o al revés que más da. En aquellas largas noches de verano, cruzaba y vigilaba la frontera para pasar café, hilos, patatas en las albardas desde la República de Portugal.
Pedro, cuándo se acercaban los niños les daba unos caramelos de blandita goma azucarada, envueltos en un pedazo de papel. Mientras los entregaba, el burro miraba de reojo, y movía la pata delantera pidiendo uno para él, como si fuera un niño más. Al verse agraciado con la golosina, emitía un rebuzno largo, armónico y suave que hacía las delicias de todos los presentes.
El mensaje que nos transmitía al final Bartolo, nuestro educador, nuestro maestro, después de recrearse en la escena replicando el sonido del burro a la perfección, era que la vida te puede sorprender en cualquier momento.
P.D. Dedicado a nuestros maestros, educadores, madres, padres, y a todos aquellos que han sido referentes en nuestra educación.