Milagros Domínguez García
Descansa libre y en paz María José
No quiero ni imaginar el sufrimiento mental que puede causar ser prisionera del cuerpo que se supone es la mayor herramienta que posee el ser humano para llevar a cabo su vida. El peso del ancla que te sujeta firme e impide que puedas desarrollar cualquier actividad, devastando así la dignidad que te pertenece por derecho.
María José pudo por fin liberarse de las ataduras que la tenían encadenada a una vida que no deseaba y de la que ya no era dueña. Pudo dejar de sentir ese profundo dolor y la frustración de ser una mera observadora de su día a día en el que no podía intervenir y del que renegaba. Que sólo le causaba tristeza, infelicidad, dolor y desesperación.
No seré yo quien juzgue a quienes buscan desprenderse del yugo que los esclaviza, ni tampoco a quienes deciden asumir las limitaciones que les impone postrándoles de por vida en una cama. No creo que nadie deba hacerlo, aunque si creo que se ha de legislar al respecto teniendo en cuenta las opiniones de quienes lo viven y respetando siempre y sobre todo la libertad a decidir de las personas.
Pobre sociedad la que no tenga unos legisladores que asuman con prudencia y respeto las libertades individuales y desoigan aquello que les pide quienes ven sumida su vida a una condición que les aleja de sus deseos, de sus sueños y, que cada día han de vivir la realidad de no poder desarrollarse como desean.
Pobre de aquellos que se creen en posesión de la verdad y con absoluta necedad desprecian la opinión e incluso la súplica de los que viven como víctimas de una enfermedad que no les permite ni siquiera el gesto de una caricia, negándoles el derecho a ser.
Hoy quiero mostrar mis respetos a María José y Ángel, los protagonistas de la historia cuyo final fué la liberación de quien ya no quería continuar atada y que gracias a él pudo ser lo que quería, la dueña de su vida. Espero y deseo que no se le condene por ello y que esto nos sirva de lección y aprendizaje, porque mientras nosotros hacemos nuestra vida, nuestro día a día, existen personas a las que se les niega a desprenderse de eso que tanto dolor les causa, que paradójicamente es su vida.
Descansa libre y en paz María José.