Milagros Domínguez García
Ser madre o ser supermamá!
Creo que los avances en el feminismo cambiarán a la sociedad a largo plazo y, mi deseo al igual que el de muchas mujeres, es que lleguemos a un punto en el que la mujer no sea un anexo a incluir, si no una parte indisoluble del conjunto, tratada con igualdad y con el respeto que se merece como ser humano.
Dicho esto creo también que para que suceda es indispensable e imprescindible que haya cambios sustanciales en la mujer como individuo y se considere ella misma como un ser con entidad y, sin duda, con la personalidad suficiente para que no haya que abrirle espacio, sino que de un paso adelante y ocupe ese lugar, el que le corresponde, sin ningún tipo de complejo.
Para ello debemos nosotras mismas desterrar muchas ideas que aún hoy llevamos grabadas a fuego y que, en algunos, casos contradice nuestro pensamiento al hecho que pretendemos llevar a cabo. Una de ellas es la maternidad; que siendo nosotras las que portamos la capacidad de gestar creo que la hemos convertido en algo especial y que no es más que la posibilidad de nuestro cuerpo de dar cabida a la reproducción y, sin restar un ápice de importancia a esto debemos entenderlo como algo fisiológico o por lo menos normal.
Ser madre es, desde luego, un hecho enriquecedor, pero no menos lo es ser padre y querer mantener la idea de que somos nosotras las que tengamos que llevar la carga de la criatura al tiempo que nos desarrollamos en ámbitos como puede ser el laboral no nos beneficia ya que nos supone una carga añadida a la responsabilidad que es ser productiva y además desarrollarnos profesionalmente.
En estos últimos días he visto a la Ministra de Igualdad cargada con su bebé en el interior de un vehículo (cuestión curiosa ésta, dada la norma de tráfico), en entrevistas de TV y hasta en su despacho del ministerio. Y me quedo perpleja porque no alcanzo a entender la necesidad, lo considero un privilegio que discrimina a cualquier trabajadora que no podria ni imaginarse poder llevarlo a cabo y es que además sigue estereotipando a la mujer a la responsabilidad que significa criar a un hijo, cuando ya todos y todas deberíamos entender que es algo que compete a los dos progenitores. Una mujer que habla continuamente de inclusión excluye a sus iguales y hace de la sororidad lo que yo sospechaba, una palabra muy progresista pero carente de fondo y forma.
A la Sra Montero le pediría que viese a su alrededor y que pensase que además de serlo hay que parecerlo, que piense en todas y todos aquellos que dejan a sus bebés en la guardería por que no se puede soplar y silbar al mismo tiempo.
Sinceramente como madre de dos hijos no creo que pudiese llevar a cabo mi cometido laboral como se espera de mi, como yo deseo, con un bebé en brazos y que además no necesito parecer una supermamá porque no he de demostrar nada a nadie, sin olvidar que he de educar a mis hijos para desterrar las ideas machistas que tanto daño nos hacen.