Tribuna Viva
El lento despertar de la Justicia y el fin del confinamiento
Hoy 15 de abril se publica en el BOE la resolución del Ministro de Justicia de 13 de abril de 2020, por la que se adapta la prestación del servicio público de justicia al Real Decreto 487/2020 de 10 de abril.
Tal y como se indica en su introducción, se entra en una nueva fase del funcionamiento de los Juzgados y Tribunales y el régimen de los servicios esenciales de la Administración de Justicia, en la que ya se permite la normal prestación de servicios no esenciales – presentar demandas, recursos, por ejemplo- que hasta ahora estaban suspendidas, así como los plazos procesales, así como también aquellas cuestiones que han quedado en el limbo de los justos: las inscripciones de nacimientos y defunciones producidas durante este mes.
Es muy difícil explicar a los lectores – como lo fue en su día intentarlo con los clientes- porqué no se han podido presentar telemáticamente cualquier escrito, si no existe contacto alguno con los funcionarios o porqué – salvo las vistas o juicios presenciales- hemos tenido que interrumpir toda la actividad judicial. Eso será objeto de otro artículo.
Lo cierto es que la Justicia ha estado paralizada durante un mes, confinada en el sueño de los justos, ajena a tanta injusticia material, por falta precisamente de material, a tanto despropósito irreparable…¿o no?
Si el Estado fuera una empresa – a veces actúa como tal- y el Presidente del Gobierno el CEO o máximo responsable ejecutivo de la misma, a partir de hoy estaría sumamente preocupado con el aluvión de interposiciones judiciales que se avecinan: demandas, reclamaciones patrimoniales, querellas, suplicatorios ante el Tribunal Supremo y un largo etcétera que harían temblar a cualquier ciudadano, con cierta dosis de dignidad o sensibilidad.
Por ser gráfico, práctico, pragmático o cualquier esdrújulo análogo, cualquier empresario conoce que si a sus trabajadores no les entrega el material adecuado para prevenir accidentes – cascos, guantes, visera, botas reforzadas, etc- y se produce un accidente, la responsabilidad es directa, la sanción evidente, el recargo en las prestaciones derivadas del accidente atribuible a él directamente e incluso – dependiendo de la gravedad- el hecho puede dar lugar a responsabilidad penal. Y todo ello con la inspección de Trabajo levantando acta de sanción y con el Ministerio Fiscal solicitando juicio oral por homicidio imprudente, en caso de muerte de un trabajador.
También el lector sensato colige que si paga impuestos por un servicio público y éste funciona mal – sin que exista culpa o negligencia, simple y objetivamente porque se presta de forma defectuosa- puede reclamar contra el titular o prestatario de ese servicio, exigiendo una reparación patrimonial. Asi, el artículo Artículo 32 de la ley Ley 40/2015, de 1 de octubre, de Régimen Jurídico del Sector Público indica textualmente que "Los particulares tendrán derecho a ser indemnizados por las Administraciones Públicas correspondientes, de toda lesión que sufran en cualquiera de sus bienes y derechos, siempre que la lesión sea consecuencia del funcionamiento normal o anormal de los servicios públicos salvo en los casos de fuerza mayor o de daños que el particular tenga el deber jurídico de soportar de acuerdo con la Ley."
A nadie se le escapa que la única excusa, salida, argucia o escapatoria que tendrá la Administración será indicar que todo es producto de la fuerza mayor, porque el deber jurídico de soportar lo que hemos soportado los desgastados y confinados ciudadanos, no tiene soporte legal – mucho menos ni como alegato patriótico o moral, por lo menos en Democracia-
Hemos soportado lo indecible, tolerado lo insoportable, asumido como ordinario lo extraordinario y todo ello con el único esfuerzo de los ciudadanos de a pie, con su voluntad, su sacrificio, su desesperación y sus aplausos. Sin ninguna ayuda del Estado y a veces con trabas - involuntarias sí, pero que duelen como zancadillas- obstáculos, improvisaciones, inexpertas gestiones, malas decisiones, incompetentes órdenes y contradictorios mensajes, que han causado un dolor insoportable a toda la sociedad.
Hoy por fin se ha despertado la justicia y ha salido de su confinamiento.
Que tiemblen los responsables.
Pablo Quinteiro Moreno