Tribuna Viva
Reflexiones acerca del origen de la pandemia
No es sorprendente la aparición de un nuevo virus, pero sí que lo es su nivel de agresividad y propagación.
Si bien hay un baile de fechas y de cifras de contagios, los primeros casos se han detectado en China a finales de 2019.
La pandemia del Covid-19 al parecer se originó en la ciudad de Wuhan, y se venía señalando como epicentro el mercado de animales vivos de Huanan. Ahora también se cuestiona si guarda o no relación con ese mercado húmedo, pero lo cierto es que la mayoría de las teorías de expertos coinciden en que el coronavirus saltó de un animal a un humano (zoonosis).
Todo parece indicar, según los investigadores, que el fatídico SARS-CoV-2 tiene como reservorio más probable a los murciélagos presentes en ese tipo de mercados y portadores de infinidad de virus y bacterias.
En todo caso, hay evidencia científica que respalda la teoría de que este coronavirus se originó en la vida silvestre, al igual que muchos otros patógenos emergentes.
En el supuesto caso de que pudiera haber sido a través de los murciélagos, también es cuestionable cómo ha podido producirse la propagación zoonótica y existiendo más de mil especies de murciélagos, surgiría la necesidad también de acotar la investigación.
Si se descarta el origen químico, nos vienen a la mente muchas preguntas:
- ¿Cuál podría haber sido el desencadenante de este brote pandémico, qué hecho o acontecimiento podría haber sido el detonante?
- ¿Por qué aparece en el continente asiático los primeros casos y lo relacionan con un mercado de animales vivos?
- ¿Por qué señalan a los murciélagos como posibles portadores de este virus?
- ¿Por qué se ha surgido en esa fecha y se ha propagado con tanta agresividad?
Después de analizar mucha información, aunque sin evidencias científicas, me atrevo a plantear una HIPÓTESIS que ronda por mi cabeza, aunque pudiera parecer descabellada y fruto de este confinamiento...
La coincidencia temporal y la proximidad al continente asiático, me llevan a relacionar los devastadores e incontrolables incendios de Australia, como posible detonante de esta situación.
Esa catástrofe medioambiental o crisis incendiaria sin precedentes, hizo que las temperaturas en Australia batieran récords a finales de 2019. En muchas de las áreas afectadas se ha llegado a tener temperaturas de 40° C y millones de animales han muerto.
Había cientos de colonias de murciélagos en Australia, algunas de éstas con casi un kilómetro y medio de ancho y según parece, la especie de “zorros voladores” son más vulnerables y sufren estrés por calor potencialmente fatal a temperaturas superiores a 40 grados.
El organismo de los murciélagos tiene un alto grado de conductividad térmica. Sus alas poseen vasos sanguíneos, perdiendo o liberando el calor cuando las extiende y mueve mientras vuela.
Sólo el 3% de las 1.000 especies de murciélagos migra y de ellas, menos del 0,016% realiza viajes migratorios de más de 1.000 kilómetros, pudiendo alcanzar también gran velocidad
La destrucción de su hábitat pudo dar lugar a la migración hacia el continente asiático, de murciélagos estresados, que sobrevivieron alejándose de las altas temperaturas ocasionadas por esos devastadores incendios.
Teniendo en cuenta que los murciélagos son un importante reservorio de infinidad de patógenos (portadores de infinidad de virus y bacterias) tal vez por las condiciones extremas a las que estos animales se vieron sometidos, alguno de sus virus haya mutado, alcanzando una agresividad nunca antes conocida, para combatir el aumento de temperatura corporal de la especie portadora.
(Es más, sin necesidad de migración alguna, los murciélagos también pudieron ser llevados en esas condiciones a los mercados húmedos del continente asiático...)
A partir de ahí, se pueden barajar posibles maneras mediante las cuales esta especie animal, pudiera contaminar a los humanos, sin descartar la existencia de un huésped intermediario (no voy a entrar en ello). La gran movilidad de nuestra especie, hizo que en un corto espacio de tiempo el virus se expandiese por todo el globo como un reguero de pólvora, convirtiéndose en esta terrible pandemia. Sólo rastreando su origen, se podrá llegar algún día a comprender cómo se propagó el virus y la ciencia podrá ofrecernos una cura para esta enfermedad que ha marcado ya un antes y un después en nuestras vidas.
No hace falta decir que esta hipótesis, carece de rigor científico y mi intención no va más allá de hacer que otros la contradigan o la desarrollen con argumentos científicos que están muy lejos de mis conocimientos y de mi alcance.
Confiemos en que algún día, más pronto que tarde, los logros y avances científicos puedan ofrecer un tratamiento eficaz para la enfermedad y una vacuna que pueda vencer al COVID-19.
CPQ