Valentín Tomé
Res publica: Emic y etic en el periodismo
En el campo de la antropología social existen dos conceptos introducidos por el antropólogo Marvin Harris que son de gran utilidad para referirse a dos tipos diferentes de descripción relacionadas con la conducta y la interpretación de los agentes involucrados: emic y etic.
Una descripción emic es una descripción en términos significativos (conscientes o inconscientes) para el agente que las realiza. Así por ejemplo una descripción emic de cierta costumbre de los habitantes de un lugar estaría basada en cómo explican los miembros de esa sociedad el significado y los motivos de esa costumbre. Se trataría de una descripción subjetivista que busca dar una explicación a los hechos observados desde los códigos usados por los elementos de esa sociedad. Por el contrario, una descripción etic es una descripción objetivista que busca dar una explicación de los hechos observados que pueda ser aceptada por cualquier agente, pertenezca este o no a la sociedad en cuestión.
Uno de los ejemplos más famosos usados por Harris para ilustrar la diferencia entre ambas perspectivas fue su explicación del hecho de la diferente proporción entre bueyes y vacas observada en diferentes lugares de la India. En este caso el punto de vista emic es que todos los bovinos son sagrados y existe el deber religioso de protegerlos. El etic es que por razones económicas en cada región es más abundante el sexo del animal que resulta más rentable conservar para sus propietarios, a pesar de que nacen aproximadamente el mismo número de vacas que de bueyes. Así, la sacralidad de la vaca estaría justificada más que por razones de índole religioso por ser un animal fundamental para la supervivencia de una familia campesina en el rural indio (además de proporcionar leche se usa como animal de tiro para labrar la tierra).
En una sociedad moderna y compleja como la nuestra, nuestros mejores antropólogos deberían ser los periodistas, de quienes se espera que no sólo nos cuenten la realidad desde una perspectiva emic, es decir desde una mera relación de los hechos ocurridos aderezados con juicios de valor que son los normalmente aceptados por nuestra sociedad, sino, sobre todo, desde una visión etic, es decir una visión más objetivista que nos ayude a comprender la realidad que nos rodea y que profundice en las causas de esos hechos, al igual que un científico en su laboratorio trata de extraer del experimento realizado las variables más significativas. El científico emic sólo estaría interesado en recopilar los datos del experimento, el etic en la extracción de patrones de la que desarrollar una teoría que permita explicar el fenómeno observado.
En el mundo del periodismo en nuestro país encontraríamos una perspectiva emic en todo lo relacionado con los campos de la política (nacional o internacional) o la economía. A pesar de vivir en la era digital, la mayor parte de los españoles siguen manifestando que los informativos de las televisiones generalistas son su principal medio para acceder a las noticias del día. Lo primero que llama la atención al observador atento es que en cualquiera de ellos, elija el lector la cadena que desee, las noticias se suceden de manera caótica, sin seguir los modelos clasificatorios vigentes aún en la prensa escrita: política internacional, nacional, economía, sociedad, cultura… Los mensajes son breves, superficiales y en su mayor parte cargados de una emotividad intencionada, que busca despertar en el espectador determinados sentimientos con la finalidad de crear un consenso colectivo sobre la valoración moral del hecho noticiable. Cualquiera que haya vivido la experiencia de presenciar en compañía de muchos un informativo habrá comprobado como se suceden los signos de aprobación, de enfado o de tristeza en función de la noticia presentada al unísono entre el auditorio. Todos estos factores nos indican que el periodista está presentando la noticia desde una visión emic. En vano, podremos encontrar en ellas explicaciones profundas sobre las causas principales del desempleo, de la desigualdad económica o de la corrupción política. Todo lo que se nos cuenta no es más que una sucesión de datos “emotivos” cuidadosamente seleccionados, totalmente estériles a la hora de fomentar el entendimiento sobre la realidad y las estructuras que la dominan.
Podría pensarse que si bien esto puede ser cierto en el caso de los informativos, no ocurre lo mismo en los (escasos) programas dedicados al debate político. Dejando a un lado que estos registran niveles más bajos de audiencia que los noticiarios, en las dinámicas de estos debates también predominan las visiones emic: el tiempo de exposición de los tertulianos es limitado (ya se sabe, en televisión el tiempo es oro); las argumentaciones más complejas o prolijas son censuradas (al parecer aburren al espectador); y los límites sobre lo que está permitido debatir están definidos desde el principio (es obligado ceñirse únicamente al tema propuesto).
Si el espectador desea vivir una experiencia de periodismo etic, nada mejor que un noticiario deportivo (eufemismo para no decir futbolístico) o un programa de corazón. En el primero, que ocupa normalmente más espacio-tiempo que el dedicado a tratar la información en general, no sólo se le informará sobre los resultados de la jornada o los próximos eventos deportivos sino que hallará todo tipo de explicaciones sobre la dinámica actual de un equipo (rendimiento físico de sus jugadores, planteamientos tácticos por parte del entrenador, política de fichajes del director deportivo…) de tal manera que el televidente adquirirá en muy poco tiempo unos conocimientos a la altura de cualquier profesional de ese deporte. En cuanto al segundo, no sólo será informado sobre la situación amorosa del personaje en cuestión sino que un conjunto de tertulianos desgranarán las causas últimas que le han conducido a su actual situación (eventos del pasado, perfil psicológico, situación financiera…) de tal forma que al cabo de unas pocas horas, finalizado el programa, el espectador se sentirá como un prestigioso psicoanalista que conoce a su paciente mejor que él a sí mismo. Al contrario de lo que sucede en el campo de lo político o lo económico aquí no existe límite alguno para profundizar todo lo que se considere necesario y alcanzar así una perspectiva etic.
Como hemos podido observar, el periodismo echa mano de ambos tipos de descripciones sobre la realidad noticiable pero reservándole una suerte de dialéctica paradójica: lo profundo para lo superficial, lo superficial para lo profundo. Piénsese en las repercusiones que este hecho puede tener en una sociedad democrática en la que sus ciudadanos son convocados de manera periódica a las urnas para expresar su voluntad sobre cuestiones que, en el mejor de los casos, les fueron presentadas desde un punto de vista emic.