Vicente G. Rivas
Nadie pide disculpas por el accidente de Santiago
Después de dos días de comparecencias, con varios responsables de las empresas públicas implicadas y la propia ministra, centradas en el accidente de Santiago, la conclusión que se puede extraer es que no han servido para nada. Las veinte propuestas de la titular de Fomento, Ana Pastor, tendrán una aplicación futura (si no se pierden en algún cajón) pero dejan demasiados claroscuros sobre las causas del siniestro del día 24.
Quienes tienen la obligación de ofrecer las explicaciones oportunas se dedicaron a aludir al Gobierno anterior en materia de seguridad. A los reproches del PP acerca de posibles cambios introducidos en la red viaria en cuestión para acelerar su inauguración y puesta en marcha, le siguieron las excusas del responsable de Fomento del PSOE, Rafael Simancas. Y tras muchos años (legislaturas de Zapatero y la actual de Rajoy) populares y socialistas por fin lograron ponerse de acuerdo en algo: la culpa además de corresponder al maquinista, también le toca a los técnicos de la empresa pública.
Si se confirman las pesquisas judiciales pudo haber cierta negligencia por parte del maquinista, a quien ya se ha condenado, por cierto, en algunos medios de comunicación. No obstante, tampoco se puede obviar la existencia de una responsabilidad política, expresión casi desconocida en nuestro país, que debería recaer sobre quienes ostentaban la titularidad del ministerio en tiempos de ZP, si se demuestra que las prisas por cortar la cinta de inauguración pesaron más que materias nada baladíes como la seguridad. Del mismo modo, a los actuales inquilinos de Fomento les apunta otro grado destacado de responsabilidad, no en vano ocupan sus puestos en dicho departamento desde hace más de un año y medio. Es este tiempo suficiente para haber atendido a las reclamaciones y avisos de los profesionales a propósito de las dificultades que entraña la maldita curva de Angrois, así como otros puntos negros de la geografía ferroviaria española.
Lo más curioso de todo es que, a pesar de que desde Fomento, sobre todo a través de los presidentes y directores generales de ADIF y Renfe, se vierte toda la culpa sobre el conductor de fatídico tren Alvia, también se anuncian una serie de acciones para mejorar la seguridad. La veintena de medidas suponen una contradicción con los argumentarios utilizados por los responsables políticos porque la cuestión que surge inmediatamente es ¿Hacía o no hacía falta adoptarlas con anterioridad a la tragedia? Asimismo, una vez más se poner el foco acusador sobre el maquinista al incluir entre dichas providencias la de endurecer el acceso a dicho puesto o la de instalar un sistema de manos libres para las comunicaciones.
En España nadie rectifica, nadie pide perdón aunque el pesar alcance a 79 familias ¿Pero qué nos extraña de un país donde un diputado responsabiliza a los padres de la desnutrición infantil, o un alcalde asegura que los fusilados por el dictador Franco poco menos que se lo merecían? A quienes han perdido a sus seres queridos, o los tienen mal heridos en algún hospital una disculpa, el reconocer el error por poca diligencia en la fiscalización de los protocolos de seguridad, no les va a devolver a sus hijos, madres, sobrinos o nietos, pero les reconfortaría saber que sus representantes públicos son capaces de entonar un 'mea culpa', fundamental en una sociedad mínimamente humana.
En los últimos tiempos ¿quién ha pedido disculpas por sus hechos? Nadie... Aunque pensándolo bien tengo que reconocer mi error y rectificar. Hay dos personas que sí han tenido el arrojo de disculparse: El Rey Juan Carlos, por su cacería africana, y Mariano Rajoy, por sus amistades peligrosas ¡Manda carallo!
12.08.2013