Milagros Domínguez García
Veinticuatro años después de aquella fatídica tarde
13 de Julio de 1997 es una fecha imposible de olvidar y hoy, veinticuatro años después, si cerrase por un instante mis ojos, podría retrotraerme a aquella fatídica tarde de sábado del año 97 donde dos disparos acabaron con la vida de una persona arrodillada, maniatada, por la espalda y sin ninguna justificación. Podría volver a sentir lo mismo que sentí a la espera de aquella cuenta atrás para lo que fue la ejecución de un joven de 29 años.
Así de cruel fue el asesinato de Miguel Angel Blanco, así de crueles fueron todos los asesinatos de ETA, porque aunque hoy recuerdo su muerte, me resulta imposible no pensar en tantos otros.
Hoy viene a mi recuerdo el espíritu de Ermua, miles y miles de personas gritando la verdad, mostrado su repulsa, rechazando la violencia con sus manos en alto, mostrando y ofreciendo su nuca. Miles de personas que sin una sola arma, que sólo con sus voces les hicieron sentir miedo, les hicieron correr a refugiarse en las sedes del partido político que les representaba, les hicieron temblar y por una vez no sentimos miedo de mirarles de frente, porque con todos, no podrían.
Muchas veces les hablo de estos hechos a mis hijos, les hablo de las personas asesinadas por este grupo de sanguinarios. Les hablo de como vivía yo aquellas muertes, el recuerdo de aquellas imágenes en mi retina, de como atónitos, la inmensa mayoría de españoles, nos rompimos una y otra vez cada vez que acababan con la vida de alguien. Lo hago porque creo que los padres debemos transmitir nuestras vivencias a nuestros hijos y de esta forma explicarles que para llegar donde están han sucedido antes muchas cosas, para que sepan que la libertad que ellos disfrutan no fue gratuita y que otros perdieron lo más valioso, su vida.
Que injusta e incomprensible resulta aquella infamia disfrazada de reinvidicación. Y aunque haya pasado el tiempo es casi imposible no seguir sintiéndome herida, porque a pesar de que ya hace algunos años que no sucede, siempre quedará el miedo y la tristeza. Porque así eran los días, tristes, inciertos, nadie sabía cuándo, cómo, dónde ni a quién le iba a "tocar". Cualquiera podía ser su objetivo, les era indiferente su trabajo, su condición, su odio irracional podía ir contra niños y no hacerles sentir ni el más mínimo atisbo de piedad.
No tuvieron misericordia, celebraban el "éxito" de aquellas matanzas, se manifestaban públicamente sintiéndose en poder de la razón, acallaban las voces que se levantaban en su contra con plomo, sometian y acosaban a las personas pintando dianas con su nombre en cualquier pared, les obligaban a bajar la cabeza a fuerza de bombas lapa, los convertían en parias cuya vida estaba en sus manos y les obligaban a no vivir robándoles la libertad, porque estos asesinos sin escrúpulos reclamaban derechos y libertades con el manual del fascista en una mano y en la otra el arma con la que ejecutaban sin piedad.
Parodias humanas que renegaban de la españolidad y llenaban sus bolsillos con los recursos españoles y a cuya constitución, la misma que no reconocen, recurrían y recurren aún hoy para conseguir beneficios penitenciarios. Celebrando aún en nuestros días su libertad y tachando de fascistas a quienes respetamos la constitución y sus derechos humanos, a quienes nunca hemos portado un arma y nunca la pondríamos en sus cabezas, a quienes nunca, a pesar de la repulsa que sentimos hacia sus actos amenazaríamos a sus hijos, a quienes nunca regaríamos con su sangre las aceras.
Reclutaban para su "ejército" a jóvenes a los que dominaban aprovechándose de sus debilidades, y los convertían a su secta de torturadores, que secuestraban, robaban, y asesinaban amparados por algunos que no eran, ni son mucho mejores por el hecho de no haber sido verdugos de una forma explícita. Ellos también tienen las manos manchadas de sangre, porque lavaban las de los asesinos y eran alcahuetes y cómplices silenciosos, traidores de la razón y cobardes que lo único que ponían a buen recaudo era su vida y para ello justificaban la muerte de otros.
Para Miguel Angel Blanco, para todos aquellos que perdieron su vida, para los fueron heridos, para los que fueron privados de su libertad, hoy 13 de julio del 2021, mi más sentido recuerdo, mi respeto, y mi apoyo.
Ni olvido, ni perdono.