Carlos Regojo Solla
Conceptos
No se prodiga en ello, pero cuando se acerca por casa a visitarnos lo primero que pido a mi nieto Carlos (inconformista donde los haya, como debe ser a tenor de sus "veintipocos" años) es que me ponga al día acerca de lo que ocurre en el mundo. Bueno, no va por ahí exactamente la intencionalidad de mi petición, tan al pie de la letra.
No soy un eremita aislado en una cueva de montaña ni carezco de medios de comunicación actualizados como para hacerle semejante petición. En mi almohada deposito, al finalizar el día, la propaganda y los mensajes, las lecturas inconscientes y, si acaso no me dejan dormir, también los miedos que ocuparon su alternancia a lo largo de la jornada, habiendo usado la capacidad de reconocer e interpretar, cuando menos en mi idioma materno, el recurso elemental de la interpretación y enjuiciamiento crítico de la información que me llega. Sin embargo, ello es con muchísima frecuencia un discurso circunstancial, una interpretación a palo seco, repetida, aburrida y sin profundidad, porque para mí, siempre son los mismos discursos repetidos con aire de modernidad, titulares de una información exprimida e insustancial que intenta desarrollar, con tufillo a nuevo, el viejo comportamiento humano extraído del estudio y meditación de los viejos clásicos ante los mismos eternos problemas humanos que nunca nos han abandonado.
El matiz viene después (como dice la canción)
Diréis que es pasión de abuelo, pero con mi nieto actualizando posturas, interpretando y acomodando las cosas a su tiempo es como yo logro entender el cambio de lo viejo sin que luego se me note lo carca que ando cuando hablo con terceros. Él no lo sabe, pero le robo descaradamente información valiosa para luego hacerla mía.
La conversación entre Carlos y yo surge inevitable desde cualquier tema accidental, relacionado con el mundo y/o nuestras vidas, que él hace interesante y apasionado al momento con datos y matices que dan prueba de varias cosas entre las que destaca el sobrepaso de la nuevas generaciones de los últimos treinta años que han tomado el relevo con la explosión y la fuerza de su bendita inmadurez apoyada en los progresos tecnológicos entre los que han nacido.
Me gusta escucharlo.
Es un tío serio, hecho a sí mismo y, por tanto, un autodidacta. Un chaval sin vicios, autónomo: cocina su propia comida, lava y plancha su ropa,… Capaz de meter en cinco minutos dentro de una pequeña mochila lo suficiente para sobrevivir quince días sin problema alguno. Se maneja itinerante y sin esfuerzo, casi siempre en transporte público, entre Valladolid, La Coruña, Madrid y Pontevedra... con la agilidad de poseer los secretos de la levitación y velocidad mach uno cuando es necesario. Un auténtico "boina verde", poseedor de criterios firmes sobre una actualidad vieja, a los que aplica una pasión medida y ponderada que hace temblar tus experiencias. Diría que se está preparando para sobrevivir ante el caos que se avecina en este planeta al que sus mayores, para nada más sabios, hemos castigado tanto.
Es un espécimen endémico, bragado prematuramente en batallas inesperadas que pudieron romper con facilidad su estabilidad personal, un pura cepa de cuya conversación disfruto en el tiempo que compartimos, el mismo tiempo joven y viejo que aún soporta mi existencia de naúfrago que se acerca a la playa de una isla mal cartografiada manteniendo en alto las vías aéreas, libres y activas, ya no solo para seguir respirando, sino para reírme de la inutilidad de aquellas certezas de ayer, compañeras de mi existencia durante tanto tiempo, axiomas personales que han caído como un castillo de naipes de Tarot que se te derrumba al intentar colocar la carta del Loco.
Veamos, a mis setenta y cuatro años, a tenor refranero, puedo parecer ser más sabio que un jovenzuelo recién llegado. Sin embargo, esto no es cierto ni para mí ni para nadie, porque, en mi experiencia no me asiste el punto de vista actual, ni los sueños de cambio, ni el cabreo repentino acerca de las cosas que pasan, que para desgracia general no son más que calcos del ayer con brillo nuevo, valores panacea para una época distinta, que también para Carlos, llegarán a ser rutinas, conceptos manidos y prostituidos pasados unos años.Solemos salir los tres miembros de la familia, Carlos, Kay y yo. Kay es, por ley (aunque ya lo era de corazón) nuestro nuevo miembro familiar: una cachorra de casi dos años que se cría bajo la vigilancia veterinaria profesional de "Montse" Se trata de una perra collie, pastor escocés, cuyo nombre obtuvimos del gaélico usado en las Tierras Altas de mi soñada Escocia dónde sin duda he tenido al menos una existencia anterior, en el lugar por el cual emerge y sumerge la misteriosa, Nessie, desdibujada entre las aguas del lago en cuyo espejo se miran, entre las mismas nieblas que le dan su nombre, pueblos y castillos. Allí, dónde Kay se traduce como Bruma.
Mientras Bruma corre, salta, trae y lleva su pelota, un palo o una botella plástica, Carlos y yo seguimos a lo nuestro, para finalizar rubricando él con perlas convincentes como esta:
- Mira, abuelo, no te creas eso de que eres libre, nadie lo es. Como incordies, sin saber de dónde, cuando menos lo esperes, te va a caer una buena castaña acompañada de un formulario con un pósit en el que estará escrito algo así como "… indicios razonables suficientes…"
-Pero, ¡si vivimos en democracia! le respondo enfático, y añado aquello tan clásico de que ya sabemos que la democracia no es un sistema político perfecto, pero es el menor de los males
No puedo contaros lo que me responde. Eso sí, es para mayores.
Remata diciendo:-Abuelo, "hay que conocer la realidad para poder obrar en consecuencia"
¡La leche! ¡Qué tío!
Alrededor del setenta y uno, por discrepancias políticas, me distancié de un socio y amigo. Por entonces, para algunos de nosotros, la realidad camaleónica del día a día no dejaba vislumbrar la luz del nuevo acontecer en las "democracias europeas del "contubernio" por el cual se jugaban el tipo, cada uno a su modo, gente a mi alrededor, en "reuniones progres" de miembros del viejo FELIPE, confeccionando propaganda en las vietnamitas, dando la cara en manifestaciones obreras y estudiantiles, en tertulias censuradas de Ateneo o Cine Fórum o simplemente adquiriendo el semanario Triunfo. Eran los tiempos postreros, la época convulsa de las últimas víctimas del régimen, cuando en sus vacaciones, nuestra emigración en Europa traía frescas las consignas político sindicales de la oposición que los estados de acogida permitían con toda naturalidad en las emisiones televisivas semanales dedicadas sus "gasterbaites"
Antes de romper nuestra sociedad, mi socio y amigo me regaló un libro titulado "Capitalismo y Libertad" que tenía una dedicatoria inolvidable, conservada durante muchos años, que decía:
"El conocimiento de la realidad es imprescindible para ser libres".
Mi amigo, ya en democracia, logró llegar a puestos políticos de importancia bajo el gobierno de Felipe González.
Tenía olvidada aquella dedicatoria hasta hace unos días en los que leo otra similar. La verdad que las frases al uso sobre cosas como realidad, verdad y compromiso están hechas con gran grandielocuencia y miles de veces se pierden por si solas o desvirtuadas entre el tufillo del dinero, pero creo que hay que valorarlas todas, sobre todo si también te las expresan tus nietos. La nueva frase me la dedica un admirado colaborador de este diario y dice así:
"Si la verdad puede ser dolorosa es también revolucionaria, por eso no debemos renunciar a su búsqueda"
Es mi sino.