Manuel Pérez Lourido
Haciendo el bobo
Nadie, absolutamente nadie, sabe cómo se produce el fenómeno, pero un buen día la estupidez invade el torrente sanguíneo de una persona y se apodera de ella. Los ejemplos están ahí, no vamos a poner nombres. En todos los ámbitos de la actividad humana, individual y social, en todas las épocas de la historia, ha estado presente la estupidez como el rasgo principal del comportamiento de algún ser humano en concreto. Hombre o mujer, según la clasificación clásica, a la que nos vamos a atener porque nos va el clasicismo.
En ocasiones la estupidez va aparejada a un estado transitorio que es el del enamoramiento. Es prácticamente imposible sucumbir a uno evitando el otro, con la ventaja de que cuando la inicial oclusión del sentido común por culpa de los sentimientos se ve amortiguada porque se está produciendo el cambio a otra fase más realista, la estupidez mengua también su impacto y finalmente desaparece. “No soy tonto, es que estoy enamorado” es una excusa a la que el ser humano recurre con frecuencia cuando se ve inmerso en tales circunstancias. “Fool for love” es una expresión inglesa que viene a cuento (y el título de un film de Robert Altman y de unas cuantas canciones pop). Vamos a poner un ejemplo tomado de la realidad y acontecido en 2013, cuando un paisano de Pensacola (EEUU) de 22 añitos fue arrestado por cuatro robos y seis asaltos a mano armada (una pistola de balines) en distintos negocios. El dinero fue usado para abonar el coste de la libertad condicional de su novia.
En general, la gente ve con buenos ojos todo tipo de tonterías que se hagan por amor. La gente tiene un lado romántico y no puede librase de él y le parecen simpáticos comportamientos y actitudes que en otro contexto le resultarían ridículos y bochornosos. No hablemos del asunto, tan yanqui, de las pedidas de mano. Y no se trata de una expresión: no pienso decir nada sobre le particular porque me pone malo. No pienso decir que me parece la costumbre más bobalicona que hay debajo de las estrellas, sobre todo en la modalidad “acto en la vía pública / local atiborrado o espectáculo multitudinario”. “Haciendo el bobo están muy bien / hacer el bobo es su papel” cantaban Gabinete Caligari.
Pedro I de Portugal estaba destinado a convertirse en Rey de Portugal, pero en 1355 se enamoró de Inés, dama de compañía de su esposa Constanza. Pedro decidió hacer doblete y en secreto se casó con ella. Cuando el rey Alfonso IV se enteró de lo que había hecho su hijo, ordenó que asesinaran a Inés. Fue tanta la rabia de Pedro I al saber que su propio padre fue el responsable de la muerte de su amada, que le declaró la guerra. Cuando finalmente subió al poder, Inés fue coronada y su cadáver engalanado con vestimentas reales. A modo de homenaje, todos los nobles fueron obligados a besar la mano tiesa de Inés, como señal de fidelidad. Esto no es el argumento de un pésima telenovela de sobremesa, sino historia en carne viva.