Manuel Pérez Lourido
Y sin embargo no es cierto (2)
El artículo de la semana pasada daba cuenta de la falsedad de ciertas creencias, frases o expresiones que forman parten del acervo cultural occidental y con las que, por tanto, convivimos a pesar de ser falaces o inventadas. Para esta semana tenemos más de lo mismo, con la intención al menos de hacer ver el ingente volumen de estas falsas concepciones.
Comenzaremos por la famosísima expresión "el fin justifica los medios", atribuida a Maquiavelo. Quizá la más conocida de todas sus citas, jamás salió de sus labios o de su pluma. Es cierto que resume de forma concisa y certera sus ideas, pero la frase en cuestión procede de un manual de ética
del siglo XVII escrito por el jesuita alemán HermannBusenbaum. La frase exacta reza así: "Cuando el fin es lícito, también lo son los medios".
Luis XIV, el llamado Rey Sol, no dijo nunca "El Estado soy yo". Al menos no hay registro alguno de que haya sido así, y ante el Parlamento francés, que es como lo recuerda la historia. Seguramente se trata de una expresión popularizada por sus rivales para recalcar el concepto absolutista que el monarca representaba. Lo que sí dijo Luis XIV, que fue lo máximo como monarca pero parece ser que solo se bañó dos veces en su vida, "me marcho, pero el Estado siempre permanecerá". Dijo "me marcho" porque estaba agonizando.
Todos conocemos esa ley de Murphy que dice que "si algo puede salir mal, saldrá". Edward Murphy era un pesimista de tomo y lomo, pero no dijo eso exactamente. Según su hijo, la frase original fue: "Si hay más de una forma de hacer un trabajo y una de ellas culminará en desastre, alguien lo hará de esa manera". La expresión que ha pasado a la memoria colectiva pertenece a otra ley: la ley de Finagle sobre la Negatividad Dinámica
Las decepciones no terminan ahí. La frase que tenemos internalizada pertenece a ley de Finagle sobre la Negatividad Dinámica.
Y vamos a terminar con un famoso dicho atribuido a Picasso que, por supuesto, él jamás pronunció. Eso de que "los buenos artistas copian, los grandes roban". En 1984 Steve Jobs hizo circular la frase por todo el mundo tras soltarla en un entrevista, citando al pintor malagueño. La frase procede de un artículo de 1892 escrito por el escritor y periodista inglés W. H. Davenport Adams. "Grandes poetas imitan y mejoran, mientras que los pequeños roban y arruinan" dijo este buen hombre. Sus palabras fueron recogidas por su compatiotra TS Eliot, quien la usó en uno de sus ensayos en 1920: "Los poetas inmaduros imitan; los poetas maduros roban". Y así se siguió transformando hasta el enunciado que conocemos hoy.