Milagros Domínguez García
La armada, ESPAÑOLA siempre
Y no es que sea yo una gran aficionada a la historia, ni siquiera una gran conocedora de los devenires del mundo a lo largo de los siglos, pero sí lo suficiente para conocer algunos detalles más o menos importantes, en los que me apoyo para la deliberación en la búsqueda de una opinión y a veces hasta de una explicación de lo que sucede a mi alrededor…
Últimamente no me prodigo en reflexiones públicas, pero estos días en los que las noticias sobre la guerra, el encarecimiento de la factura eléctrica y el combustible, la subida de precios y escasez de muchos productos básicos de alimentación, un creciente y alarmante aumento del paro, las serias dificultades económicas de miles de autónomos avocados al cese de su actividad y un largo etcétera de cuestiones serias que afectan a millones de españoles que están en plena recuperación física, mental y económica tras una pandemia que segó, además miles de vidas y que nos hizo cambiar nuestras costumbres, hoy desata mi deseo de expresarme públicamente una noticia que leo y que no entiendo más allá de una frivolidad digna de Césares ocupados en menesteres más cercanos a lo divino que a los humanos:
La Armada Española cambia de nombre y pasa a llamarse “La Armada”.
Y sí, así como si nada, en aquella España de antaño, los ingleses lograron vencer a la gloriosa Armada Invencible, pero no así consiguieron rebajar sus galones e invencible se mantuvo a pesar de batirse en retirada derrotada a nuestras costas. En esta España nuestra, actualmente ya no hacen falta enemigos, ni guerras, ni batallas. Ya tenemos a quienes, que sabe Dios por qué razones, dedican su tiempo a cambiar nombres y membretes, como si fuese algo demandado por los ciudadanos, y ojalá tuviesen motivos. Prefiero pensar que es así, que los tienen, antes de advertir que están desconectados de nuestro mundo, el de los de a pie, que día a día han de desnudar un santo para vestir otro y a veces sin saber si les va a sobrar algún retal para no dejar a ninguno pasando frío.
Ya advertía yo que la historia no es lo mío, pero me defiendo en estrategia y quizá lo que plantean no es más que desgastar la creencia de que lo del pueblo unido lo estará si algo les une y van minando nuestro ser al más puro estilo narcisista que ignora nuestras quejas de tal forma que terminamos creyéndonos que quizá sea así, que no es para tanto, que no existe una razón, que estamos equivocados. Siguiendo este patrón distraen nuestra atención con menudencias, intentando distraernos de la realidad para salirse con la suya y así mantener su estatus y ego impolutos.
El caso es que esto es España y La Armada seguirá siendo española, como el Sepe, que en breve cambiará de nombre también. Sigue siendo el Inen y llegará el día en que se den cuenta que vanos fueron sus esfuerzos, porque más pronto que tarde entenderán que son aves de paso y que no serán recordados por sus hazañas, ya que la historia mal que les pese la escriben hombres y mujeres de honor y honrados.