Manuel Pérez Lourido
Humildad y liderazgo
Quería decir algo sobre la megalomanía de los ex-presidentes Aznar y González, que recientemente han presentado en sociedad unas metástasis de sus egos en forma de libros. Se han asegurado de hacerles publicidad con declaraciones altisonantes: el primero ha dicho que su derrota de 2004 había sido obra de una mente diabólica y su ex-adversario que Rubalcaba tenía una crisis de liderazgo. Es frecuente que estos dos le aticen a los suyos, bueno, a los que "eran suyos" puesto que ambos pertenecen a ese tipo de políticos que sólo permanecen fieles a un partido: el formado por ellos mismos. Es un poco patético acabar así sólo por haber gobernado a un país como el nuestro, que aún tiene alcaldes franquistas, en el que logró ser eurodiputado todo un Ruiz Mateos, director de la Guardia Civil un tipo como Luis Roldán y en el que se acaba de declarar patrimonio cultural la "fiesta de los toros". En fin.
Otro aspecto en el que coinciden estos conspicuos ex-mandatarios es en haber sido nombrados consejeros de Endesa (José María) y de Gas Natural Fenosa (Felipe). Que FG acabe en el Consejo de Administración de una multinacional energética nos da una idea de la caída en picado del socialismo. Eso más que caer es despeñarse. Más "en fin".
Lo curioso es que estos dos ex-presidentes pasan por ser líderes "fetiche" de sus propios partidos, lo cual nos tiene que hacer reflexionar. Ambos negaron testarudamente evidencias como la financiación ilegal del PSOE y la existencia del terrorismo de Estado, o la "imprudencia" de apoyar a Bush en su aventura en Irak y la autoría del 11-M; sin embargo, cierta mezcla de soberbia y terquedad y una férrea determinación a la hora de ejecutar cada una de las decisiones que tomaban, les fue dotando de ese aura que rehuye a los blandos. Pese a sus méritos, que los tuvieron, esos y otros borrones deberían impedir que sacasen tanto pecho; pero es que alguno hasta echó para afuera abdominales...
En el fondo, somos como niños pequeños, necesitados de una figura autoritaria y dotada de firmeza que nos indique hacia donde tenemos que dirigirnos para darnos el siguiente batacazo... parece que necesitamos de alguien que en los momentos de zozobra dé la impresión de que sabe adónde quiere ir, aunque tenga tan poca idea como el resto. A eso algunos le llaman "carisma", una capacidad para atraer o fascinar. Hay quien busca eso en un líder. Casi era mejor que tuviese la capacidad de gobernar con sabiduría, concepto que no ha sido sintetizado en palabra alguna, por cierto. Conforme va pasando el tiempo y las sociedades se acomodan en un posmodernismo neocapitalista mientras intentan aferrarse a algunas conquistas sociales básicas, queda más claro que ya no se precisan de esos líderes carimáticos y prepotentes con más deseo de esculpir la historia que de escribirla. A estos dos habría que recordarles que estamos más cerca de lo grande cuando somos grandes en humildad, en palabras de Tagore.