Alexander Vórtice
El derecho al fracaso
Acaso vivamos en una sociedad donde el fracaso esté mal o muy mal visto: uno de los problemas primordiales del "capitalismo tiburón" que nos circunda y nos adoctrina incesantemente sea el de visualizar el triunfo como único camino a seguir, sin pensar, a priori, en las consecuencias.
Personalmente, siempre he visto al perdedor como un ser un tanto romántico y atractivo. La sombra del perdedor es alargada y traspasa las paredes de lo convencional. El hombre o la mujer que rechaza las normas sociales actuales, también es visto como tal, es decir, un subversivo que intenta alejarse de las directrices de una sociedad bastante dolorida que procura el reconocimiento a base de la imagen, el estatus o el número de seguidores que uno pueda tener en las Redes Sociales, olvidando que los ideales de igualdad y equidad tendrían que ser los pilares básicos en un entorno justo y moderadamente equilibrado.
En estos tiempos el culto absoluto a la imagen es el culto a un espejo distorsionado donde nos reflejamos y que no ve más allá de lo material. Nos educan en base al qué dirán o al qué pensarán las personas que nos circundan en nuestro día a día, dando por sentado que esto es algo positivo, dejando de lado que el mayor trabajo de un ser humano es conocerse a sí mismo, pensar por sí mismo, buscar su propia libertad y vivir acorde a sus criterios personales.
Todos nacemos diferentes y casi todos morimos como copias… ¿La culpa? Desde mi punto de vista: este Sistema que gusta en crear autómatas que no piensen por sí mismos y no rechacen las normas impuestas por una sociedad desubicada donde un número ingente de individuos se ven apesadumbrados y esclavizados ante la falta de moral y ética, de equilibrio.
Así pues, el derecho al fracaso es un derecho fundamental del individuo y debe de ser respetado y comprendido. No todos poseemos las mismas oportunidades a la hora de poder alcanzar nuestros objetivos. Hay gente, por ejemplo, que han tenido la fortuna de nacer dentro de una familia acomodada y triunfante: con una gran herencia, contactos y recursos suficientes, logras ser una persona exitosa -un éxito dado por circunstancias de carácter genético, por explicarlo de alguna manera-.
Sin embargo, la mayoría de individuos que constituyen la sociedad no nacen bajo el amparo de una "herencia" que apenas les permita fracasar. La mayoría de nosotros, la mayoría de la gente normal y corriente, al no poseer un colchón que le facilite la existencia, se ve fracasando una y otra vez hasta lograr sus metas (si es que estos objetivos llegan a ser alcanzados en algún momento).
Así pues, debiéramos normalizar la lucha y las caídas, regularizar el derecho al fracaso, ya que el hombre o la mujer que lucha incesantemente para prosperar dentro de un Sistema inicuo merece muchísimo más respeto que esas personas que desde su niñez han sido protegidas gracias a la ley del mínimo esfuerzo.
Y es que estamos viviendo en una sociedad en la que no estamos siendo educados emocionalmente… y se nota.