Jeannette Ramos Vega
27 días: los cincuenta
Cada día es una verdadera bendición y la oportunidad de continuar creciendo y siendo. La vida va pasando frente a nuestros ojos, el tiempo no se detiene. 1970...Nací un día de esos.
Hay muchas opiniones respecto a la mujer en sus 50 años de vida, esa década que comienza con una mezcla de sentimientos de hambre y llenura. Muchas preguntas ya han sido respondidas, muchas nos tocará responder a nosotras y otras aparecerán en el camino porque somos una constante evolución.
Nos llaman las cincuentonas. Me atrevo a decir que la mayoría esperaría ver una mujer cansada, desatendida y con rasgos fuertes de madurez. Y puede que sí, es posible que algunas hayan llegado a esta edad así. Otras no. De cualquier manera lo veo como una etapa de realización. Me encuentro repasando algunas cosas de mi vida, prefiero esas que me han ayudado a crecer, madurar y tener los pies bien puestos en la tierra. Los hijos han crecido, algunas metas han sido cumplidas. A veces se siente como el momento perfecto para comenzar a pensar más en uno mismo, buscar las cosas que nos hacen sentir en paz y menos drama. Aquella época en que todo despertaba pasiones buenas y malas ya pasó. Ahora elijo las cosas que me harán vibrar positivamente y me permito sentir las cosas que todavía me hacen crecer y entender.
Es la edad de la plenitud. Nos miramos al espejo y nos conocemos bien. Ya no hay sorpresas. Lo que se ve, eso es. Ese reflejo nos debe causar placer. La sensualidad también evoluciona. Sabemos lo que una mirada puede provocar. Usamos cada poro de nuestro cuerpo porque sabemos lo que cada cosa significa. Ahora sabemos escuchar, detenidamente, escuchar. De igual manera sabemos cuándo, cómo y dónde decir las cosas para que tengan el efecto que buscamos o necesitamos.
Todavía somos carne y sangre viva. Estamos más vivas que nunca. Esta década nos muestra el pasado de otra manera. Heredamos los resultados de nuestras acciones, no las de otros. No somos nuestro pasado, somos el futuro. La juventud es una actitud que muchas de nosotras no queremos abandonar. El amor y los placeres carnales siguen siendo uno de los platos principales en la mesa. Consumimos alimento para el alma. Buscamos esencia, lealtad y calor. Nuestro lado espiritual consigue paz y decide hablar para ser escuchado. Conectarnos con nuestro centro es una de las cosas más importantes. Las cincuentonas somos una mezcla de los años que han pasado y la vida que nos queda.
En fin, estamos conectadas en cuerpo y alma preparándonos para dar el resto. Sin pausas porque este camino parece largo pero es muy corto.