Valentín Tomé
Res publica: Mariano, rey filósofo
"Los filósofos deben convertirse en reyes… o esos a los que hoy se llama reyes deben filosofar genuina y adecuadamente". Para Platón, en su célebre obra La República, si su ciudad Estado ideal debía existir alguna vez, los reyes filósofos deberían ser sus hipotéticos gobernantes. Solo así se lograría que los Estados fuesen gobernados de acuerdo a la Idea de Justicia y por ende a la Idea del Bien, llenando así de virtuosismo también a su ciudadanía.
A pesar de las dificultades del proyecto platónico, aparentemente irrealizable en la práctica, se han propuesto una serie de gobernantes históricos que se aproximarían a este ideal: Alejandro Magno, Alfonso X el Sabio, Matías Corvino, Catalina II de Rusia… Sin embargo, en mi humilde opinión, ninguno de ellos podríamos elevarlo a la categoría de filósofo, si por ello entendemos una persona que haya desarrollado una obra o pensamiento propio sobre la esencia, las causas primeras o los fines últimos de las cosas. Más bien lo que encontramos es que todos ellos fueron personas que promocionaron o alentaron el desarrollo de las ciencias y las artes en sus respectivos gobiernos, y sintieron una inclinación o curiosidad especial por la filosofía de su tiempo, lo que les llevó a rodearse (e incluso dejarse aconsejar en algunos casos) por algunos de los más grandes pensadores del momento. Pero difícilmente podríamos calificarlos como filósofos.
Visto así, pareciera entonces que nunca la humanidad ha sido gobernada por filósofo alguno y que el deseo platónico no es más que un sueño inalcanzable. Y este es el objetivo último de este artículo, tratar de refutar esta visión y demostrar que sí hubo un tiempo en el que fuimos gobernados por un genuino rey filósofo, creador de un sistema propio, que, bebiendo de las fuentes de la mejor tradición filosófica, y de manera original, ecléctica y heterodoxa, fue capaz de sintetizar las cuestiones más trascendentales de la existencia y dotarlas de una nueva perspectiva, apoyándose para ello en los últimos descubrimientos de la Ciencia. Sabedor de que en la actualidad no es posible filosofar sin conocer previamente las verdades, siempre provisionales, de la Ciencia, rompiendo así la tradicional barrera separadora entre los saberes humanísticos y científicos, y del gusto posmoderno por lo breve y efímero, no cesó de inundar el ágora, aprovechando los altavoces mediáticos propios de su cargo, con sentencias que pretendían expresar una idea de manera concisa, en forma paradójica, y en apariencia definitiva, es decir, haciendo uso del aforismo. Nos estamos refiriendo, como algunos de ustedes ya habrán adivinado, a Mariano Rajoy Brey.
Desde Madame de Sevigné a Simone Weil o María Zambrano, desde Confucio y Georg Christoph Lichtenberg a Santiago Ramón y Cajal, desde Benjamin Franklin a Émile Cioran, desde Platón a Albert Camus, el arte del aforismo ha sido practicado por los más variados filósofos para acotar de manera precisa un pensamiento a través de un dominio magistral de la retórica. Y este también fue el principal medio usado por el político santiagués para hacernos llegar sus pensamientos, teorías, opiniones… sobre los más variados temas; siempre de una manera original y provocativa, que trataba de invitar a la ciudadanía a la reflexión sobre cuestiones que en nuestros quehaceres diarios pasan totalmente desapercibidas o forman parte de verdades aparentemente incuestionables. Como un Sócrates posmoderno, su intención última era recorrer la polis y "agitar” la mente de sus conciudadanos sembrando la duda ante todo lo que se cree sólidamente establecido.
Sería imposible analizar aquí, en tan breve espacio, dentro de su amplísima producción, todos los aforismos marianos que nos indicarían de manera irrefutable que nos encontramos ante un genuino filósofo, y, por lo tanto, por su calidad de exgobernante, rey filósofo. Es por ello que hemos elegido una breve muestra que a nuestro juicio nos da una idea bastante aproximada de la genialidad de su pensamiento, con la esperanza de que otros u otras continúen con esta labor de investigación y ayuden a poner en valor y sistematizar el pensamiento mariano.
"Haré todo lo que pueda y un poco más de lo que pueda si es que eso es posible, y haré todo lo posible e incluso lo imposible si también lo imposible es posible"
En esta aparente paradoja o galimatías, el recordman nacional como registrador de la propiedad sintetiza de manera brillante el núcleo del pensamiento aristotélico: la distinción entre acto y potencia. Es decir, ¿cómo saber a priori lo que es posible (potencia) cuando aparentemente las cosas se nos presentan únicamente de una determinada manera (acto)? Sin previamente experimentar, modificar contextos, intentar crear nuevas situaciones, no podemos saber todas las potencialidades que alberga un ente. Es por ello que resulta imposible determinar de antemano lo que es posible o imposible, y solo a través del intento, de la experimentación, iremos descubriéndolo. Prácticamente en cualquier descubrimiento científico o tecnológico en el que pensemos, este ya estaba ahí desde siempre, en potencia, pero solo a través de la investigación empírica y racional, se ha podido materializar, es decir, se ha convertido en acto. Por lo tanto, a través de este maravilloso juego de palabras, Mariano nos enseña que lo posible o lo imposible no pueden ser determinados, en la mayoría de las ocasiones, de antemano, de ahí la supuesta contradicción que alberga el aforismo.
"Hay que fabricar máquinas que nos permitan seguir fabricando máquinas, porque lo que no va a hacer nunca la máquina es fabricar máquinas"
La existencia de máquinas que construyan otras máquinas es una verdad constatable y evidente desde los inicios de la tecnología, así que sobre la primera parte del aforismo no hay gran cosa que decir. Sin embargo, la supuesta contradicción que encierra la segunda parte no es tal; en ella, el santiagués, nombrado persona "non grata” en Pontevedra, pone en valor un problema planteado por el matemático Alan Turing en su tiempo, conocido como el problema de la parada. Efectivamente, el británico demostró en 1936 que siempre existirán máquinas en las que resulta imposible saber de antemano si al ejecutar un programa (algoritmo) terminará tras un número finito de pasos o puede quedarse trabada en un bucle infinito. Es decir, que siempre habrá máquinas de las que no podemos saber si finalmente terminarán los trabajos para los que han sido diseñadas. Es por ello, que el rey filósofo invita a la ciudadanía a trabajar incesantemente en la construcción de nuevas máquinas porque nunca podemos estar seguros de si estas (o algunas de estas) terminarán funcionando.
"Una cosa es ser solidario y otra cosa es serlo a cambio de nada"
Aquí, el hombre que según la UDEF habría recibido 163.507 euros de la 'caja b' de su partido, no se lleva a engaño. Negador de cualquier absoluto, no está dispuesto a aceptar que exista algo así como el altruismo "puro”. Efectivamente, tal y como todas las investigaciones en biología evolutiva o neurociencia demuestran, cuando un organismo realiza un comportamiento beneficioso para otros que perjudica su propia aptitud biológica existe una expectativa de que el otro organismo responda en forma similar y lo beneficie más tarde. Es decir, se trataría de un altruismo recíproco. Si bien también es cierto que en organismos más complejos como los seres humanos se pueden dar comportamientos del tipo "hacer el bien por el bien o porque es lo correcto” sin esperar nada a cambio en el corto o largo plazo del sujeto que es receptor de nuestra ayuda, está demostrado empíricamente que el agente de la acción experimenta neurológicamente una sensación placentera asociada a su acto altruista. De alguna manera, como ya advertía Kant, la ley moral que habita en cada ser humano se siente realizada. En definitiva, en el mejor de los casos, somos altruistas porque eso nos hace sentir bien con nosotros mismos, por lo tanto, como afirma Mariano, nadie lo es a cambio de nada. Toda acción tiene un efecto.
"A veces lo mejor es no tomar decisiones, y eso en sí, es una decisión"
En mi humilde opinión, el que es el único expresidente del Gobierno hasta la fecha que ha tenido que declarar como testigo en un juzgado por un caso de corrupción alcanza en este breve aforismo, y también en el próximo como veremos, las cotas más excelsas del pensamiento humano. Al igual que Sartre, Mariano sabe que el hombre está condenado a ser libre, porque una vez que está en el mundo, es responsable de todo lo que hace. Así que no podemos inhibirnos. Al estar insertados dentro de un espacio tiempo en el que las cosas se transforman constantemente, la no acción es también una forma de acción. Todo fluye y está en perpetuo cambio, por lo tanto, decidir no hacer nada es también decidir que la naturaleza siga su libre curso. Estar dentro de un Universo significa participar se quiera o no de sus leyes y de sus movimientos. Efectivamente, decidir no decidir es otra forma de decidir.
"Somos sentimientos y tenemos seres humanos"
Toda la filosofía existencialista está sintetizada en este hermoso aforismo mariano. Ciertamente, al contrario de lo que pensaba Descartes, tal y como la neurociencia ha demostrado en las últimas décadas (véase en este sentido el maravilloso libro "El error de Descartes” de Antonio Damasio), no es por el pensamiento en sí, entendido este, tal y como lo entendía Descartes, en su forma racional, por lo que podamos afirmar que existimos. Antes que argumentos racionales, nuestra mente y la de cualquier otro organismo complejo está diseñada para experimentar sensaciones (sentimientos en terminología mariana). Por lo tanto, se hace necesario rehacer el célebre "Pienso, luego existo” por el más exacto "Siento, luego existo”. Todo organismo dotado de una mente no es más que un vehículo de sensaciones ("somos sentimientos”). Y ante eso surge el problema del Otro. ¿Soy yo el único que experimenta estas sensaciones o puedo afirmar que el Otro, el que está frente a mí, también es atravesado por un conjunto de sensaciones similares a las mías? He ahí el mayor problema al que se enfrenta el ser humano a lo largo de su existencia. ¿Qué hacer con el Otro? ¿Cómo relacionarme con él? El fenómeno de la otredad se manifiesta de manera práctica en todas las sociedades. Como lidiar con él es también asunto de la Política. En definitiva, podemos afirmar, junto al rey filósofo que trató de dar ánimos al extesorero de su partido por SMS cuando este fue encausado, que somos sentimientos y tenemos seres humanos.
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Por desgracia, hace ya algún tiempo que nuestro mayor sofista posmoderno se encuentra alejado de la esfera pública (la insistencia del juez García Castellón de no imputarle en el caso Kitchen a pesar de los nuevos audios filtrados a los medios no parece que vaya a revertir la situación en el corto plazo), lo que nos hace pensar que su obra filosófica esté ya concluida, a la espera de ser estudiada en profundidad por los especialistas. Pero afortunadamente, como ocurre con todos los gigantes del pensamiento, su magisterio parece haber creado escuela, o eso parece adivinarse en algunas de las intervenciones públicas del nuevo candidato a la Moncloa de su partido. A la espera de nuevos acontecimientos, de momento podemos afirmar con rotundidad que Mariano Rajoy Brey ha sido, hasta la fecha, el único y verdadero rey filósofo del que ha disfrutado la humanidad.
Nota: Breve colección de célebres aforismos marianos declamados por el gran actor Victor Clavijo que han servido de fuente de inspiración para este artículo.