Asociación Si, hai saída
Escrito ao Ministro do Interior polas deficiencias na protección ás vítimas de violencia de xénero
A Asociación Si, hai saída remite un escrito ao Ministro do Interior alertando sobre as deficiencias na protección ás vítimas de violencia de xénero.
Desde a Asociación Si, hai saída, ante o mais que evidente repunte de casos de violencia de xénero, especialmente daqueles nos que, malia ter denunciado as vítimas aos seus agresores, e existir, nalgúns dos casos, antecedentes previos por violencia machista, ou mesmo unha orde de afastamento, estas foron gravemente agredidas por eles ou asasinadas, evidenciando as graves deficiencias na protección que se lles debería ter prestado, a falta de seguimento aos agresores, e o muro de silencio co que sempre se tapan estes casos, especialmente cando, como sucedeu varias veces no que levamos de ano, o propio agresor forma parte ou ten algún tipo de vínculo coas FCSE, obviando a realidade.
Ante esta situación vimos de remitir un escrito ao Ministro do Interior, Fernando Grande Marlaska, solicitando unha urxente revisión dos criterios de selección dos integrantes das FCSE encargados da asistencia e protección as vítimas de violencia machista, así como do funcionamento das Ufam (Unidade de familia e axuda a muller), que, entendemos, deixa en moitas ocasións, e en datas nas que é previsible o risco de aumento de agresións machistas, nunha situación de clara indefensión.
Estimado Ministro:
Antes que nada, permita que nos presentemos.
Somos Si, hai saída, asociación contra a violencia de xénero, un colectivo sin ánimo de lucro que nacimos en Lugo en el año 2014 y que nos dedicamos al asesoramiento y ayuda a víctimas de violencia de género.
Si, hai saída nace como fruto de la experiencia vivida por la propia presidenta, víctima en su día de violencia machista, que, después de vivir en carne propia no solo el dolor y el desgarro que cualquier mujer en esta situación sufre, sino la incomprensión, la soledad, y las innumerables barreras con las que una mujer que piense en intentar escapar de ese infierno se encuentra, tantas que muchas veces, demasiadas, resulta imposible, decidió que era prioritario hacer algo para ayudarlas, a ellas y a sus hijos, los grandes olvidados, siendo este el origen de nuestra asociación.
Si, hai saída está integrada en la actualidad por un equipo de cinco personas, tres de ellas abogados, que, altruistamente, de manera totalmente gratuita, sin ningún tipo de remuneración, nos dedicamos a acompañarlas durante todo el proceso, largo y doloroso, que implica romper con sus maltratadores.
Tampoco, y nos gustaría que esto quedase muy claro, percibimos subvención alguna, ni ningún tipo de ayuda, ya que, desde el primer momento en que nuestra asociación nació, tuvimos muy claras dos premisas fundamentales: no hacer negocio del dolor y mantener nuestra independencia.
Del mismo modo, nuestra asociación no tiene vínculo alguno con ninguna formación política y entendemos que la lucha contra esta letal lacra debería ser una causa común que no tenga en cuenta colores en este sentido. Sin embargo, desgraciadamente, vemos como, cada vez más, se utiliza como estrategia electoral, como un instrumento para ganar votos, porque, por desgracia, la violencia de género vende, y mucho.
Prestamos, asimismo, especial atención a la evidente necesidad y a la importancia del aspecto divulgativo que contribuya a visibilizar, identificar y prevenir la violencia machista, por lo que impartimos charlas en colegios, institutos, y en cualquier foro en el que se solicite nuestra presencia.
Organizamos jornadas en las que participan y colaboran reconocidos profesionales del ámbito legal, jurídico, etc, etc, de manera totalmente altruista, e incluso colaboramos con algún medio de comunicación con artículos de opinión.
No somos, pese a esto, una asociación mediática, que busque la foto o la aparición en los medios, sino todo lo contrario, salvo contadísimas ocasiones, en que, si consideramos oportuno visibilizar algo concreto, les hacemos llegar algún comunicado o concedemos alguna entrevista si así nos lo solicitan. Pese a esto, en el año 2018 nos fue concedido el Premio Meninas por nuestra labor en la primera edición de este que se celebraba en Galicia, algo que, además de emocionarnos enormemente, como es lógico, nos dio más fuerzas aún para seguir luchando y sorteando todas las dificultades que nos vamos encontrando en el camino, que son grandes y numerosas, ya que, para nuestra sorpresa, el carácter desinteresado de nuestro trabajo, el carecer de retribución económica o cualquier otra clase de prebendas, ni aspirar a ellas, han hecho que tengamos numerosos detractores, pese a que nosotros respetamos a todo el mundo y lo único que perseguimos es que nos dejen hacer en paz nuestro trabajo, algo que, a día de hoy, tenemos claro que es prácticamente imposible.
No somos tampoco, como siempre les dejamos claro a todas las mujeres que acuden a nosotros, ni una alternativa a la ley o a la justicia, ni una forma de eludir la denuncia.
Por el contrario, si algo tenemos muy claro es que la única forma de salir de la violencia de género es denunciando, y para eso trabajamos, para que cada vez más mujeres se decidan a denunciar, y para que, una vez que lo hagan, sean no solamente atendidas, si no defendidas y protegidas, ellas y sus hijos, como tienen todo el derecho,algo que, por desgracia, no siempre sucede.
Y precisamente esta prioridad nuestra es la que nos ha llevado a reafirmarnos en la intención que hace tiempo venimos valorando de dirigirnos a Vd., y que, a en la actualidad, a la vista de lo que está sucediendo, del más que notable repunte que se está produciendo en cuanto a violencia de género, que alcanza ya unas cotas dantescas, ha pasado a convertirse en una necesidad imperiosa, porque no podemos mirar a otro lado e ignorar el hecho evidente de que, hoy por hoy, y con enorme pesar lo decimos, animar a una mujer que sufre malos tratos a denunciar, es, en algún caso, en contra de lo que debería de suceder, dejarla a los pies de los caballos, y si hay algo que tenemos perfectamente claro es que ignorar la realidad, fingir que determinados problemas no existen, no solo no es el camino para solucionarlos, si no que los agravan y los perpetúan en el tiempo, algo que no entra para nada dentro de nuestros principios, máxime habida cuenta de que estamos hablando de vidas.
Es fácil deducir, creemos, de lo que hemos expuesto hasta ahora, que nuestro contacto y la interacción con las víctimas son directos, cotidianos y muy cercanos, por lo que conocemos de primera mano, no solamente su terror, sus sentimientos, sus necesidades, si no también todas las vicisitudes con las que se encuentran desde el momento en el que deciden denunciar a sus agresores, una decisión, como es fácil entender, o debería de serlo, muy difícil de tomar, ya que, si bien es el primer paso para abrir esa puerta que las lleve a la salida de la violencia de género, también es el preludio de un camino muy largo, muy doloroso, que muchas de ellas se ven incapaces de recorrer en su totalidad, por lo que todo aquello que se encuentren en el primer tramo de este proceso va a ser vital para que este tenga o no continuidad, y esto es, precisamente, lo que nos ha llevado a dirigirnos a Vd., porque, en conciencia, no podemos callarnos algo que es evidente a nuestros ojos, que vivimos cada día, que puede costar muchas vidas, que, de hecho, así está siendo, y en torno a lo que existe lo que semeja ser un tácito pacto de silencio, algo que todo el mundo sabe, pero sobre lo que no se puede hablar, por muchas vidas que cueste.
Si nos fijamos en ese repunte de la violencia machista al que aludíamos, cada vez que una mujer es asesinada o brutalmente agredida por su pareja o ex pareja, casi se ha convertido ya en una rutina esa aclaración de "no existían denuncias previas por violencia de género".
De lo que nadie parece percatarse es de que cada vez son más los casos en los que sí se habían interpuesto denuncias por violencia de género, que incluso existían órdenes de alejamiento, que la mujer, o ambos, se encontraban incluidos en el sistema de seguimiento VioGén, y que un buen día, sin que su situación variase, esta alerta fue desactivada, o que, como en el caso de Alejandra Fuentes, la mujer de Carballo que en junio de este mismo año, recibió una brutal paliza de su ex marido que a punto estuvo de acabar con su vida,y a la que, pese a haber hecho lo correcto, lo que desde el propio Gobierno se recomienda, denunciar insultos y vejaciones, es decir, maltrato psicológico, que es, como todos sabemos, el primer signo de alarma de la violencia de género, y la antesala del maltrato físico, se dejó totalmente indefensa a merced de un maltratador más agresivo aún sabiéndose denunciado y habiendo resultado impune.
O más recientemente, hace tan solo unos días, hemos conocido el caso de M. Carmen López, una mujer de 71 años que, demostrando un gran valor y que nunca es tarde para intentar empezar de nuevo, denunció a su ex marido, y, pese a tener una orden de alejamiento de 500 metros. y haberse desplazado a vivir a otra localidad, fue salvajemente agredida por este mientras dormía en su domicilio de Escatrón (Zaragoza), falleciendo apenas 48 horas después.
Y estos son solamente dos trágicos ejemplos de algo que,por desgracia, es, por mucho que se mire a otro lado, cada vez más recurrente. Mujeres, que, pese a haber hecho lo correcto y a lo que se las insta, pedir ayuda y denunciar a su agresor, han pagado con su vida hacerlo, y todas ellas con un denominador común, la desprotección, pero de esto no se habla, es un tema tabú.
Todo esto, y las muchas experiencias que hemos vivido en estos ocho años al lado de numerosas víctimas a las que acompañamos desde el primer momento en el que deciden denunciar, nos han llevado a detectar desde hace ya mucho tiempo donde reside, a nuestro juicio, el primer y gravísimo fallo que provoca, al menos en gran parte, este inevitable aumento de la violencia machista, ya que ocurre en la base, donde se sustenta todo el proceso posterior, y, como en todos los aspectos de la vida, si la base falla, todo cuanto se intente construir, más tarde o más temprano acaba por venirse abajo, y, en el caso de la violencia de género, a costa de vidas.
Día a día hemos observado cómo son tratadas estas mujeres en el momento de denunciar, y el comportamiento que los diferentes agentes tienen hacia ellas, así como el seguimiento y la atención posterior que reciben, cuando la reciben, porque, lamentablemente, no siempre es así, y estas son algunas de las conclusiones que hemos extraído de todo ello.
No es necesario aclarar que, cuando una víctima de violencia de género acude a denunciar,ha vivido ya, salvo en rarísimas ocasiones, un largo calvario de insultos, vejaciones, humillaciones, y tal vez maltrato físico, por lo que su estado anímico e incluso físico cuando llega a esa comisaría es muy precario.
Y, en estas lamentables condiciones, tiene que prestar declaración ante unos policías desconocidos que no siempre muestran la sensibilidad que sería básica en una situación tan dolorosa y en la que va a tener que exponer aspectos de su vida más íntima, incluso de su vida sexual.
Siempre que hemos manifestado alguna duda en este sentido o nuestro descontento ante ciertas actitudes que hemos observado, se nos ha respondido alegando la excelente formación que los integrantes de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado encargados de este cometido tan delicado reciben, y estamos seguros de que así es, pero de lo que ya no estamos tan seguros, y de hecho, por desgracia, así lo hemos constatado en todos estos años, es de si todos ellos tiene la sensibilidad, la empatía y la humanidad que serían imprescindibles para ponerse en la piel de esas mujeres
Es más, a día de hoy, podemos afirmar con total rotundidad, que en muchos casos, esto no es así ni de lejos y los conocimientos, las técnicas, se pueden adquirir, pero la calidad humana, difícilmente, por no decir imposible.
Tanto es así, que hemos llegado a preguntarle a algún responsable policial si esto se tenía en cuenta a la hora de seleccionar a determinados policías para atender a las víctimas de violencia machista en las UFAM, o para su posterior seguimiento o acompañamiento, si así lo requieren, y la respuesta ha sido que no, que el criterio a seguir se basa única y exclusivamente en méritos policiales con lo cual es evidente que, en pleno 2022, y por mucho que se nos diga que hemos evolucionado, en el seno de las Instituciones no ha sido así, lo que nos ha llevado a vivir situaciones tan demenciales como, por ejemplo, encontrarnos con que un policía que nos consta que maltrata a su pareja, se encarga de tomarle declaración a una víctima de violencia machista o se le encomienda su protección, o, y esto no es nada raro, se le envíe a dar charlas sobre detección y prevención de violencia de género en colegios, institutos, etc, e incluso en foros institucionales o políticos. Absolutamente intolerable.
De hecho, no es la primera vez que llega a nuestra asociación la pareja o ex pareja de algún integrante de las FCSE, que está siendo víctima de malos tratos, absolutamente desesperada porque, dada la vinculación de este a la Institución se estrella contra una pared a la hora de intentar denunciarlo, mientras que su presunto agresor es arropado de inmediato por sus compañeros, o que algún maltratador, aún habiendo sido condenado, y llevando a cabo constantes quebrantamientos de órdenes de alejamiento, amenazas, etc., teniendo alguna vinculación con algún miembro de la misma por razón de parentesco o amistad recibe un clarísimo trato de favor, y se le protege, haciendo imposible que cualquier intento de denunciarlo vaya adelante, llegando a cuestionar a la víctima, cuando no a culparla.
Incluso nos hemos encontrado con alguna situación tan demencial y tan grave como encomendarle la protección de una víctima a la que su agresor destrozó totalmente y que sufre graves secuelas, mientras este se encuentra en libertad condicional, a una agente de la Policía Nacional que es una de las mejores amigas de la madre de este, con lo cual entendemos que la objetividad de esta podría no ser, al menos al cien por cien la que una situación de tal calibre requeriría, y, pese a que hemos dado la voz de alarma desde el primer momento y hemos pedido que se procediese a designar de inmediato, por lo irregular de este hecho, a otro agente, se ha hecho caso omiso, lo cual ha tenido como consecuencia, entre otras cosas, que, cada vez que él goza de un permiso, quebrante reiteradamente la orden de alejamiento impuesta, y que, a pesar de que ella ha denunciado algunos de estos quebrantamientos, las denuncias no han tenido recorrido alguno, llegando incluso a tratarla a ella, a la propia víctima, como si fuese la culpable, por lo que ha desistido de interponer ninguna otra denuncia, con el consiguiente riesgo que esto implica para ella.
Poco se puede añadir a esto.
No es esta, lamentablemente, la única deficiencia con la que nos hemos encontrado en el proceso de la denuncia, que es, como ya hemos dicho, fundamental, e incluso determinante para las posteriores medidas que el juez pueda llegar a tomar para su protección y seguimiento.
Estas son algunas de ellas:
- Es totalmente ilógico que en fechas en las que está más que demostrado en que la violencia machista aumenta, como son los períodos vacacionales (verano, Navidad, Semana Santa....), puentes, festivos, en los que aumenta la convivencia, se realiza el intercambio de menores, se hace más vida social, aumentando, por tanto, el consumo de alcohol e incluso de otras sustancias, el personal de las UFAM quede reducido al mínimo, o, al menos, así sucede en la comisaría de Lugo, nuestra ciudad, algo que se hace extensivo a los fines de semana, por lo que, a partir de los Viernes por la tarde, y en las fechas que ya hemos apuntado, si una mujer es agredida, salvo que presente lesiones físicas importantes, va a ser atendida en la ODAC, como si se tratase de cualquier otro delito, y sin la intimidad, por tanto, que tales situaciones requerirían y, por supuesto, sin personal especializado.
Así, por ejemplo, este año, en el mes de julio, en el que en nuestra Comunidad Autónoma el dia 25 es festivo y este año coincidió en lunes, la Comisaría no contó con ningún agente en la Ufam desde la tarde del Viernes, 22 de Julio, hasta el Martes, día 26, situación que se repitió en el puente del 15 de Agosto.
Dicho de otro modo, no se contó con ningún agente especialista en violencia de género durante casi 8 días, en fechas en las que está estadísticamente demostrado que el riesgo aumenta notablemente, y solamente en el caso de que una víctima llegue a denunciar presentando lesiones graves se contactará telefónicamente con un agente que, se supone, deberá de estar localizable, y decimos se supone porque esto no siempre sucede, por más que nos "vendan" lo contrario y hayan declarado en la prensa, en más de una ocasión, que en la UFAM se presta servicio durante las 24 h. de los 365 días del año porque esto es totalmente incierto.
No podemos entender el sinsentido de que, en fechas como estas, en el que se hacen campañas de prevención para cuantas vicisitudes se pueden dar, como robos en domicilios, en los destinos vacacionales, accidentes de tráfico o incendios forestales, implementando, además, un aumento de efectivos para intentar paliarlas en lo posible, las víctimas de violencia de género, sus hijos, sean, unas vez más, los grandes olvidados, no solamente no reforzando los mecanismos de protección que requerirían, si no quedando bajo mínimos los ya no demasiado abundantes con los que cuentan habitualmente.
Una sinrazón que, por más vidas que cueste, se ignora año tras año, y sobre la que parece existir un tácito pacto de silencio que hace que ni se nombre, por más vidas que esto cueste, silencio que se avala desde el propio Gobierno, que destina miles y miles de euros a hacer una campaña tras otra, que pueden ser muy positivas, por supuesto, pero que de nada servirán en tanto el fallo, gravísimo, que reside en la base, no sea subsanado.
- Hemos constatado, impotentes, como cuando suena el dispositivo electrónico, de alguna de nuestras usuarias, alertando de la proximidad de su agresor, en numerosas ocasiones, no acude ninguna patrulla, pese a que nos consta que desde el Centro Cometa se ha enviado la alerta pertinente, alegando que no se pueden destinar efectivos a algo que podría ser una falsa alarma. Esto es gravísimo.
- Desprotección total de mujeres y menores que deben acudir a proceder al intercambio de estes con el progenitor no custodio en el Punto de Encuentro Familiar, lógicamente por resolución judicial, o, dicho de otro modo, porque el Juez ha detectado una situación de riesgo, y para lo cual se designa la protección de dos agentes, siendo no pocas las ocasiones en las que nadie se presenta, realizando nosotros esa función, especialmente durante los fines de semana o días festivos.
Podríamos seguir y seguir, porque, por desgracia, la lista de irregularidades es larga, y, de hecho, en lo que llevamos de año, los ejemplos han sido numerosos, desde el bochornoso y deleznable discurso, el pasado mes de marzo, de la ex comisaria principal de Pontevedra, afirmando que a más de una mujer le habría gustado ser violada por un antidisturbios, pasando por un Policía Nacional de Ibiza detenido por presuntos abuso sexuales, la agresión de otro a su ex mujer delante del colegio de la hija de ambos, o un militar condenado por hacer públicos mensajes de su mujer y decir que "zorreaba".
La lista, reiteramos, es larga, y nos estamos remitiendo tan solo a los últimos meses, pero basta para constatar que algo está fallando estrepitosamente en las FCSE en materia de violencia de género, que el uniforme es sinónimo de impunidad para muchos maltratadores e incluso un arma que pueden utilizar a su favor, que los protege, y la palabra arma todos sabemos que, en este contexto puede tener, y, de hecho, a veces sucede, dos connotaciones, ambas muy peligrosas, y esto nos lleva a algo que desde Si, hai saída llevamos demandando prácticamente desde el comienzo de nuestra andadura:
La urgente e imprescindible necesidad de revisar los criterios de selección de los agentes encargados de la asistencia y protección de las víctimas de violencia de género, prestando una atención especial que se está obviando a su capacidad de empatía, a su sensibilidad, a su humanidad, a la capacidad de ponerse en la piel de la víctima e, importantísimo, a la vocación que no impida dedicar el tiempo y la paciencia que, en numerosas ocasiones, obtener una declaración lo más completa y precisa posible de mujeres asustadas, nerviosas, aterrorizadas no solo por su brutal experiencia, si no por el incierto y casi siempre oscuro futuro que se les avecina, al menos de manera inmediata, se requieren.
No basta, en la mayoría de los casos, con quedarse con tan solo el relato de ese hecho en concreto que las ha llevado ese día a dar el paso de denunciar. Salvo rarísimas excepciones, casi siempre hay mucho más, de lo que tal vez ni ellas mismas han sido conscientes, por lo que se precisa mucho tiempo y paciencia para obtener un relato lo más concreto, completo y veraz posible, que va a repercutir en las posteriores medidas que el juez pueda adoptar para su protección, para la de sus hijos, y eso no se consigue quedándose con la superficie, ni mucho menos encomendándoselo a quien no tiene motivación alguna con esta causa, a quien no se identifica en absoluto con las víctimas, o incluso algo peor como lo que ya hemos descrito.
Levantar un muro de silencio cada vez que se produce un caso como alguno de los que hemos citado, no es, desde luego, la solución, y es evidente que la Institución, en este sentido, y con todo respeto lo decimos, no ha evolucionado al ritmo que una problemática como la que tenemos actualmente en lo que atañe a violencia de género, requeriría.
No se trata de condenar a una Institución, ni mucho menos meter a todos cuantos la integran en el mismo saco, si no de ubicar a cada uno en el sitio en el que pueda dar lo mejor de si, de modo que tal vez un policía que muy poco o nada positivo puede aportar en lo que concierne a violencia de género, puede ejercer un magnífico trabajo en otro destino.
Tampoco se trata, en absoluto, como tantas veces nos han dicho, de que deberían destinarse a esto a más mujeres policías. La sensibilidad, la capacidad de empatizar, nada tienen que ver con el género y hay mujeres policías que carecen absolutamente de ella y hombres que la tienen en abundancia. Por otro lado, podemos afirmar que, si la mujer que acude a denunciar se siente arropada, comprendida, y no cuestionada e incluso culpada, el ser atendida por un hombre o una mujer es algo totalmente irrelevante para ella, y hablamos con conocimiento de causa.
Que algo se lleve a cabo de determinada manera durante años y años no significa que sea la mejor, ni que no pueda o no deba rectificarse e ir avanzando en consonancia con la sociedad y con las problemáticas que van surgiendo, y no solamente con las relacionadas con aquellos casos mediáticos a cuyas protagonistas se apoya sin reservas, porque, obviamente, son muchos los que se benefician de ello, si no preocupándonos, y de manera especial, de tantas y tantas mujeres anónimas, de sus hijos, que no disponen, evidentemente, de los mismos recursos, o incluso de ninguno y que llegan incluso a pagar con sus vidas el intentar escapar de su infierno.
Es por ello que, después de demandar una y otra vez esa urgente revisión a la que antes aludíamos, de dar reiteradamente la voz de alarma sobre una sangrante realidad que empeora de día en día, y que se mire a otro lado, mientras vemos con desesperación como se lapidan miles y miles de euros en campañas que de muy poco o nada servirán en tanto la base permanezca como hasta ahora, claramente enferma, nos hemos decidido a acudir a Vd., con la esperanza de que, por fin, se nos escuche, y se proceda a esa creemos que imprescindible revisión o, al menos, se tenga en cuenta esa posibilidad que confiamos acabe por ser una realidad.
No somos ninguna autoridad en la materia, cierto, ni hemos pretendido nunca serlo como ocurre en otros foros que todos conocemos, pero lo que si nos avala es nuestro trabajo diario, nuestro contacto cotidiano con las víctimas, y, sobre todo, y por encima de todo, creer en lo que hacemos, además del convencimiento de que es imposible luchar contra esta tremenda lacra única y exclusivamente desde los despachos, por muchos conocimientos técnicos o académicos que tengan aquellos que los ocupan, sin contar con el testimonio y la experiencia de aquellos que vivimos la realidad de la violencia machista en primera línea, en contacto directo con sus víctimas.
La lucha contra la violencia de género es, creemos, como un edificio que se va construyendo poco a poco, pero que, por muy buena que sea la calidad de los materiales empleados, si se asienta sobre arenas movedizas, más temprano que tarde acabará, sin ninguna duda, por derrumbarse.
Gracias por su atención en nombre de todo el equipo.
Marta Rodríguez Engroba
Presidenta Asociación Si, hai saída