Pedro De Lorenzo y Macías
¡La Navarra, centro de música de tabernas y coloquios amistosos!
La historia de este bar, sito a los aledaños de la Plaza de Teucro, tiene un gran valor positivo: el compartir nuestras culturas, en su diversidad, logra unificar la unidad, compresión y respeto entre todos los pueblos.
La primera vez que saboreé su vino de pasas, fue en 1969; Compartía clase en Giner de los Ríos, una academia frente al Hotel Universo. A las 13 horas, hacíamos el recorrido de Castelao por el Casco Antiguo; una de las paradas obligatorias era este “Bar La Navarra”.
La Navarra, en sus inicios, fue una bodega de venta de vinos navarricos a partir del 1925. Sus suculentos productos, logró crear una gran clientela, que compartían sus buenos caldos y sus añoradas tapas.
Uno pasea por la Rúa Princesa y siente la tentación de entrar en este Bar de embrujo; nos encontramos con grandes amigos, brindando nuestra entrada.
Siempre nos encamina nuestra curiosidad. Hemos solicitado que nos recibiese Doña Milagros Guzmán; es nuera del autor de estos dietarios que atraían a muchos clientes, ya de esta villa, ya de los visitantes. Su marido fue José María Ureta “Pepe Mari”, fallecido en 2008. Milagros Guzmán fue reconocida como “Mater familias” (Madre de la familia).
Con su amabilidad, nos va narrando la historia de este establecimiento.
- En 1920, los hermanos Justo y Bernardo Ureta Domazaen llegaron a esta villa; eran originarios de Puente de La Reina, en Navarra. Abrieron una pastelería en la calle real num. 6, denominada Pastelería Ureta. Cuentan que sus dulces eran exquisitos y de gran agrado. Vieron un viejo local que fue una carbonería en la Rúa Princesa, a lado de la Plaza de Teucro; la alquilaron y abrieron una bodega de vinos a granel. Aún conservamos algunas de sus barricas que recuerdan los grandes sufrimientos y trabajos de estos dos hermanos.
José María Ureta Ugarte, hijo de Justo Ureta, comenzó a escribir la historia de La Navarra y de esta ciudad; sus escritos en unos anuarios, los conservamos en una bodeguilla privada. Yo, los leo repetidamente y resumo, pensando que, algún día, uno de mis hijos o nietos quiera editar algo sobre ello. Han conseguido que este pequeño bar fuese testigo y parte de la historia de Pontevedra.
He de decir, que yo soy nuera de José María Ureta. Él se casó con una cubana; su hijo, José María Ureta, conocido como Pepi Mari, fue mi esposo; falleció en 2008. Y se inicia la cuarta generación con mi hijo José María Ureta Guzmán; es enólogo y trabaja en unas bodegas de Salvatierra del Miño. Su albariño tiene cuerpo, esencia y gustoso. Es el que estamos ofertando ahora y tiene muy buena aceptación.
Se ha comentado en algún medio el cierre definitivo de La Navarra, ¿Puede informarnos algo sobre el respecto?
- Cerramos durante la pandemia. Algún medio interpretó el cierre total de este emblemático museo del vino. ¡Pasado el temporal, ya estamos, de nuevo, al servicio de todos!
En el diario de la familia, se menciona que cerraron durante la Guerra Civil por falta de pan y de vino; no podía ofrecer los servicios de costumbre. También cerraban cuando Franco visitaba esta ciudad y en los homenajes a Primo de Rivera. Excepto estos episodios, nunca hemos cerrado y esperamos seguir abiertos para el servicio de todos.
Observando los productos que ofertan, hay muchos de distintos pueblos, que son elaborados según sus tradiciones.
- ¡Cierto! Nací en Santa Margarita, en la parroquia de Mourente; estudié magisterio y oposité. Tuve distintos lugares en que impartí docencia. En mi estancia en León, degusté sus picantes chorizos y cecinas. Se lo comenté a mi marido y consiguió traerlos y ofrecerlos a nuestros clientes.
Este recinto fue una sede para los cantores de tabernas. Me consta que en sus bancos se sentaban personas de todas las clases sociales y se hermanaban en su cotilleos y cantos.
- No hemos cambiado su decoración inicial. Siguen la mesa, acompañados de largos bancos de madera noble. En ellos se reunían personas de distintas clases. Discutían de fútbol, de los sucesos cotidianos, de toros y de toda materia que despertaban curiosidad e intriga.
Siempre fue tradición el cantar en esta taberna. En 2015, obsequiaron, en mi persona, la “Cunca Maravallada” en La Casa de La Luz; un reconocimiento a la tradición de cantos de taberna, que tuvieron gran auge en el Bar La Navarra. Mi marido, Pepi Mari, era gran aficionado al fútbol, los toros; participaba en todos los eventos. Era un hombre con un gran carisma. Recibía a todas las personas, ya de buena posesión, ya siendo obreros. Lograba que todos se sintieran uno. Le condecoraron con el Premio Ciudad de Pontevedra.
Viendo el cartel de tauromaquia, su espeso debió ser muy aficionado a los toros.
- ¡Claro que sí! Él iba, pero al que más le gustaban los toros era a mi suegro y al padre de él. Ahora no recuerdo. Pero en su dietario, deja unas reseñas de su asistencia a la Plaza de Toros de Pontevedra y comenta cómo transcurrió el festejo taurino.
Gracias, Doña Milagros. ¿Podríamos hacerle unas preguntas a Don Rafael Fernández?
- ¡No faltaría más! Él siempre fue un hombre de confianza de mi esposo; fallecido éste, se encarga que este Bar la Navarra siga con su línea tradicional. Espero que siga muchos años. Tengo un nieto estudiando cocina y ojalá sea la “Quinta Generación”; necesitará la experiencia de Rafa.
Don Rafael, perdone, lleva usted trabajando en este Bar desde 1997. ¿Nos puede narrar su trayectoria profesional?
- Entré bajo la tutela de José Mari. Él me fue enseñando toda la historia de este bar, los buenos proveedores de los caldos vinícolas y otros manjares típicos de distintos pueblos. Pronto vio en mí un hombre de su confianza y me siento como miembro de esta familia tan entrañable.
Fallecido José Marí en 2008, su esposa e hijo me animaron que siguiera regentando este Bar, siempre bajo su tutela. Me siento una persona realizada y amigo de todos los que nos visitan. ¡Siempre el mejor vino y otros manjares! Este recinto es un museo, un guardián de las vivencias del siglo XX y XXI.
¡Lo sabemos! Somos fisgones. Encontramos este diploma que dice:
DIPLOMA. TÍTULO AL VINO. BAR LA NAVARRA.
ROMANCE AL VIVO – ANÓNIMO.
“Santo Tomás de Aquino
escribió con pluma y a mano,
que el hombre para estar sano
ha de beber mucho vino.
Por tanto, Santo Divino,
siempre te tengo memoria
porque tú bebiendo vino,
sin perderte en el camino,
fuiste derecho a la Gloria.
Así, pues, Pontevedreses, amigos
y extranjeros,
puedo decirlo sin tino y esmero,
que el que a la Navarra-Vino
y ha probado sus vinos
vuelve otra vez a beber vino.
“Tradición Familiar desde 1925. Gracias por su atención, Bar La Navarra”
Seguiremos indagando. Esta bella zona encierra grandes historias recientes o pasadas que dejamos en el baúl de los recuerdos.
Pedro de Lorenzo y Macías.
*Fotografías: Copyright © Miguel Selas Canga.
Fotografía: © Sofía Lorenzo Gómez