Jeannette Ramos Vega
27 días: Única en su clase
Es posible que algunas de nosotras no estemos hechas para aceptar lo preestablecido por otros y por la sociedad. Suponemos erróneamente que todas somos iguales, creadas bajo un mismo molde. Pero cuando veo a mis amigas juntas puedo entender cuántas cosas son diferentes entre nosotras. Somos seres irrepetibles y maravillosos. Cada una tan individual y única. Ir en contra de los parámetros de la sociedad nos ha costado muchos prejuicios, estigmas y malos ratos. Defender nuestras posturas y maneras de pensar no ha sido fácil y sigue siendo un reto. Siempre unas más contundentes y defensoras de sus ideales que otras.
Algunas mujeres son felices caminando por la vida de la mano de otra persona, eso les da sentido de compañía, eso es el amor para ellas. Mientras otras se sienten atrapadas, no les gusta que les tomen de la mano ni siquiera para cruzar la calle. Ambas están bien, cada una en su mundo, con sus razones válidas para sentirse dueñas de sus decisiones. Unas buscan el amor, el compañero ideal, un príncipe azul, el romance que viene acompañado de comprensión y cariño. Otras buscan conocerse a sí mismas, establecer tierra firme en sus vidas para no necesitar a nadie, ven el amor como algo poco práctico e innecesario, quizás se dan la oportunidad de sentirlo, pero no es el centro de sus vidas. Y por supuesto algunas lo quieren todo, se sienten capaces de conquistar el mundo teniendo todo a la vez. Por otro lado, hay quienes tienen un romance con su trabajo, sus metas profesionales, con el deporte, con los hijos y la familia, la moda, el arte, en fin, es infinito. No existe una regla para absolutamente nada de lo que queremos ser y cómo encontrar nuestra felicidad. Incluso, algunas son felices siendo infelices, se adaptan, y disfrutan del drama constante. Todo es aceptado siempre y cuando esto no tenga nada que ver con maltrato, claro está.
Unas no pueden imaginar la vida sin el peinado bien hecho, el maquillaje intacto, todo perfectamente combinado, mientras otras, no prestan atención al cabello, salen a la calle sin maquillaje y puede que no se acuerden de usar el perfume con aroma a flores. Para unas tener la misma pareja por décadas les hace sentir estables, organizadas y en control. Otras pasan la vida entera intentando tener una relación que dure más de seis meses. Tal vez son intolerantes o exigentes, o simplemente están claras en sus límites. No están dispuestas a cambiar o no encuentran la persona que llene sus expectativas. Fantaseamos con cosas materiales, vacaciones o sencillamente con diez minutos en soledad. Algunas de mis amigas aman usar tacones altos, otras simplemente aprecian más la comodidad de lo práctico. Estos son solo algunos ejemplos de lo distintas que podemos ser en cosas cotidianas y comunes. Sin entrar en temas mucho más íntimos y complicados.
De cualquier manera, lo realmente importante es poder entendernos y apoyarnos. Comprender que no existimos para ser perfectas ni tampoco para ser la copia de otra. No existe un prototipo ideal. No tiene sentido criticarnos y destruirnos mutuamente solo porque vemos la vida diferente. Tener visiones y opiniones variadas es lo que nos hace tan diversas y únicas. No somos enemigas anónimas. Es muy importante ser empáticos y aceptar nuestras diferencias. Somos parte de un bizcocho de muchos sabores, colores y muchos pedazos, cada uno exquisito tal cual es.
La historia nos ha mostrado que somos capaces de todo. Que podemos cambiar el mundo creando espacios positivos. Somos la madre tierra, damos vida, somos vida. La próxima vez que veas de frente a otra mujer, sonríele, admira su individualidad, respétala. De seguro ella, al igual que tú, es única en su clase.