Rafael FJ Rios
Los rumâni. Segunda parte
El descubrimiento del filósofo Emil Cioran en España se lo debemos a otro filósofo, Fernando Savater, que nos trajo a través de aquellos libros de la Editorial Taurus unos títulos que impactaban en la mente airada de finales de la dictadura: Tentación de existir, Breviario de podredumbre… Un pensador que explicaba su propio pesimismo existencial, el vacío y la nada que parecían rodearlo, un desconcierto personal que hacía que tomase notas en secretos cuadernos como si estuviese el mundo a punto de naufragar y, al menos aquellos papeles, tenía una secreta voluntad de conseguir que sobrevivieran.
Si bien de todo hay en la obra de Cioran: se descubrieron cuadernos cerrados en los que se muestra lírico, como si estuviera en un paréntesis observando las nubes con sus dotes de observador profundo. Guardo una respuesta del pensador: soy un filósofo aullador; mis ideas, si las hay, ladran; no explican nada, estallan. Es justamente así, la lectura de sus libros no va de principio a fin, hay que mordisquearlos porque pertenecen a la raza del pedernal y el lector enseguida parece quedar exhausto, tiene que retirarse a tomar aire.
Eugen Ionescu nace en Rumanía, en pocos años su familia se traslada a Francia en donde el padre continúa sus estudios de Leyes hasta obtener su licenciatura. Su madre era hija de un ingeniero francés que había sido destinado a Rumanía. El que será Eugene Ionesco será bautizado dentro de la religión ortodoxa y en toda su vida sus dudas metafísicas bascularán sobre el espíritu religioso original.
Cuando se iniciaba la I Guerra Mundial el padre vuelve a Bucarest, participa en los frentes de batalla mientras su familia empobrecida pasa los días en la campiña francesa -los días más libres y felices, lo dice Eugene-, el progenitor es ascendido a Inspector General y, pese a los cambios radicales en el poder, desde la Guardia de Acero a los nazis y por último los comunistas, él siguió al frente de sus funciones y daba explicación: pensaba que el poder y su pertenencia a él estaba siempre bien, que era lo correcto.
Ionesco en su primera obra dramática La cantatrice chauve de 1948 provocó indignación e incomodidad. Esta parodia teatral iba a marcar de forma duradera el teatro contemporáneo y consagra a Ionesco y a su cantante calva como fundadores del teatro del absurdo. Llegarían después títulos tan recordados e interpretados como Víctimas del deber, Jacobo o la sumisión y el Rhinocéros. Además de su obra teatral Ionesco escribió una única novela, Le solitaire, de 1973. Su obra se completa con numerosos artículos, ensayos y cuentos infantiles.
Un profundo humanista surgió de las tinieblas de la antigüa Besarabia de los años 20 para convertirse en un sobresaliente estudioso de la Lingüística, capaz de dominar a lo largo de toda su vida los campos nucleares y colaterales de esta ciencia y de las filologías de algunas lenguas. Sus publicaciones abarcan todas las secciones de la ciencia del lenguaje, Eugenio Coseriu pretende conocer y comprender la realidad entera del lenguaje y todo ello tiene una complejidad enorme. Un lingüista japonés llamado Takashi Kamei declaró: la lingüística de Coseriu es mucho más de lo que podemos apreciar ahora mismo en ella, porque va a ser ni más ni menos que la lingüística del siglo XXI.
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Su estancia de varios años en América le da autoridad para hablar del español: Digo que los españoles de España tienen que convencerse de que Madrid es la capital de España, pero no es la capital del español. El español de América es simplemente español.
El último país de su periplo científico es Alemania, en la prestigiosa Universidad de Tubinga. Se marchó de Urugüay para tener más posibilidades de investigación y de formación de investigadores. Su trabajo allí se había realizado: había personas que investigaban, había una biblioteca, había revistas…
Solamente decir que el sabio Coseriu se ha ocupado de unas cincuenta lengüas, se ha ocupado de ellas, ha visto su estructura gramatical. Puede leer en treinta y es capaz de escribir en seis o siete: la poesía lírica la escribo en rumano, la prosa literaria y la crítica de arte en italiano, los cuentos en italiano, y la ciencia en español.
En una conversación sobre el español ha dicho: … se tome plena conciencia de que esta lengua pertenece al ser de cada uno de los hablantes hispánicos, y que constituye el fundamento de su ser histórico, y que, por lo tanto, no es simplemente un instrumento práctico, sino que es su forma cultural y lo que constituye la individualidad de esta cultura, y que entonces merece esta lengua el cuidado de todo hablante hispánico como lengua nacional de las varias naciones hispánicas.
Los padres se llamaban Shlomo y Sarah y él Eliezer. Creció con tres hermanas y siguió estudios en la Yeshiva cercana, influenciado por las creencias tradicionales de su abuelo y de su madre, así como las expresiones sobre el judaísmo que manifestaba su padre desde un punto de vista liberal.
Con 12 años la zona noroeste de Maramures a la que pertenecía su pueblo fué anexionada por el fascismo húngaro. En mayo de 1944 la Alemania nazi deporta a todos los judíos de la región al campo de concentración de Auschwitz-Birkenau en Polonia. El muchacho Elie Wiesel se ve obligado a trabajar en condiciones inhumanas; él y su padre son trasladados a otros campos, forzados a marchar a Buchenwald y allí muere asesinado su padre por los golpes de un soldado alemán. Liberado en 1945 solamente él y sus hermanas mayores sobreviven.
Ya en Francia estudia en la Sorbona y se dedica al periodismo. Publica sus memorias en yiddish: Todos los ríos van al mar, 1995, en las que relata algunas historias de los judíos de la Europa oriental y algunas personales: acompañó a su madre con 8 años a visitar a un rabino que era una eminencia en la Torah, primero entró él y luego su madre. Cuando ella salió observó como por su rostro no dejaban de correr las lágrimas: le preguntó una y otra vez qué pasaba y jamás tuvo respuesta. Un cuarto de siglo después en Manhattan un primo suyo lo llamó al hospital pues iba a ser intervenido en una difícil operación y le pedía que se acercara al hospital para bendecirlo. Wiesel no ejercía oficio religioso alguno, pero estuvo con él y lo bendijo. El primo sanó de allí a unos días y vino a casa de Elie. Se había enterado en su familia de aquello que había oído la madre de boca del rabino de Wizhnitz: Sarah, debes saber que tu hijo será un gadol b’Israel pero ni tú ni yo viviremos para verlo. Un gran hombre en Israel.
En sus memorias denominaba aquel mundo terrible que cayó sobre la tierra de los judíos como el reino de la noche. En la recepción del Premio Nobel de la Paz de 1986 con el que fué galardonado después de escribir su obra, decía en su discurso que procuraba luchar contra los que quieren olvidar, porque si olvidamos somos culpables, somos cómplices. En el momento de recibir la más alta distinción que confiere la Humanidad no pudo evitar pensar en su madre, en su padre y en su hermana menor y en todos los asesinados por el Holocausto: No oigo el aplauso, no oigo nada, y luego todo lo que oigo son lágrimas invisibles que fluyen por mi alma, las plegarias que mis padres muertos recitan en las alturas, el llamado de mi pequeña hermana Tsipouka, cuyo sufrimiento debió haber extinguido el Sol por toda la eternidad.
Paul Pésaj Antschel nació en 1920 en Cernâuti, en la región de la Bucovina, una región al borde de los Cárpatos que recibe ese nombre por sus grandes y numerosos hayedos (en lenguas eslavas buc designa al haya). La ciudad y la antigüa provincia imperial perteneció al Imperio austrohúngaro, a Rumanía, a la URSS y hoy en día a Ucrania. En la infancia de Paul se hablaba yiddish, rumano, suavo, alemán y ucraniano, la mitad de la población era judía de lengua alemana y la lengua materna de Paul era el alemán: madre e hijo leyeron juntos a los clásicos alemanes, rivalizando a la hora de recitar sus textos de memoria e inculcándole su madre Fritzi el amor por la literatura alemana. Lee precozmente poesía, siente predilección por Rilke y con quince años escribe sus primeros poemas influídos por el simbolismo y el romanticismo. En el año 1938 recorre Europa en tren para trasladarse a Tours para un curso preparatorio y luego matricularse en una gran universidad, París o Estrasburgo. Su tren pasa por Berlín al día siguiente de la Noche de los cristales rotos, punto de partida de la Shoah que recordará años después en un poema en donde fluyó a tu mirada un humo / que era ya de mañana.
Con la firma del tratado de no agresión entre nazis y comunistas, entre Hitler y Stalin, el norte de la Bucovina lo anexiona la Unión Soviética y de inmediato comienzan las deportaciones y la prohibición y censura de autores como Osip Mandelstam, calificado con la estúpida y totalitaria propaganda de enemigo del pueblo. Vuelto a su ciudad en las vacaciones de verano la invasión alemana de Rusia tumba el dominio soviético. Se confina a los judíos en un gueto, se les obliga a identificarse con una estrella amarilla. Paul es expulsado de la universidad donde estudiaba -una vez que ya no pudo marchar- y obligado a retirar escombros. No dejaba de escribir poemas. En una noche de junio de 1941 los padres de Paul le dijeron que se fuese a dormir fuera de casa pues sabían que los judíos de Transnistria ya habían sido deportados. Cuando volvió a casa a la mañana siguiente la puerta estaba precintada y sus padres desaparecidos. Acaba en campos de trabajos forzados, sin dejar de componer poesía y realizar traducciones del francés y el inglés. Tardará en saber que su padre muere de tifus en el otoño de 1942 y su madre será asesinada de un tiro en la nuca.
No puede olvidar que el antisemitismo es un prejuicio de origen cristiano -Jesús el Salvador ha sido utilizado como martillo para golpear sin piedad al pueblo judío- y alude también en sus poemas a la cultura alemana, que ha inmolado a su madre en el altar del delirio racial. Paul no concibe otra patria que la lengua alemana, pero esa es la lengua de los verdugos: en verano con las ventanas abiertas se oían al exterior las fugas de Bach que sonaban en la casa del comandante de Auschwitz.
En 1947 adopta otro nombre, ya no será más Paul Antschel, ahora se llama Paul Celan. Si Europa se ha convertido en la casa del olvido intentando borrar el recuerdo de las víctimas de la Shoah, la poesía debe ser la casa de la memoria y su misión rescatar las vidas destruídas.
Se dice que la obra de Celan es el único equivalente lírico a la obra de Kafka. Celan siente que está condenado a vivir en lo fronterizo e incierto, como Gregorio Samsa es mitad humano, mitad fantasma y los otros no le reconocen como un semejante.
Vivió en Francia, se casó con Giséle de Lestrange, artista gráfica procedente de una familia de la nobleza, en Viena conoció a la que será su amante, Ingeborg Bachmann, sin que el matrimonio llegue a romperse. Tienen un primer hijo que se les muere y nace Eric que con los años asumirá la publicación de los diarios, cartas, poemas y documentos de sus padres. La estabilidad psíquica de Paul se tambalea por sucesos literarios que le acusan de plagio, se interna y los ingresos hospitalarios se repiten. A la vez que es profesor, que publica libros, que es invitado por universidades alemanas para la lectura de sus poemas, el mismo Heidegger le invita a su cabaña de la Selva Negra…
De acuerdo con su esposa e hijo, se marcha a vivir solo en el número seis de la avenida Zola, y en abril de 1970 se tira al Sena a la altura del puente Mirabeau. Su último poema: Viñadores excavan / el reloj de horas oscuras, / de hondura en hondura, / tú lees, / saca / el Invisible / el viento / a la estacada; / tú lees, / los Abiertos llevan / la piedra detrás del ojo, / ella te reconoce, / el día del Sabat.