Tribuna Viva
Pontevedra ¿sorda y muda?
Ya se acabaron las Peregrinas. Todo ha sido alegría popular, una ciudad llena de familias disfrutando de la fiesta, los turistas sorprendidos por una población que les acoge con los brazos abiertos, en resumen, una ciudad que "botou por fora"…
Nueve días de fiestas programadas más una tarde de viernes y un lunes añadidos, por si lo anterior fuera poco; pero sobre todo, once noches de ruido desatado. Contaminación acústica a lo bestia producida por las atracciones de feria, entre otros festejos concentrados en una circunferencia urbana de apenas medio kilómetro de radio. Contaminación no medida por ninguna autoridad (que sepamos). Contaminación contra la que no lucha ninguna digna y laboriosa asociación ciudadana, ni ningún partido político. Contaminación de la que no se habla, como si estuviéramos viviendo una situación de ‘omertá’.
Esta es la "ciudad de las maravillas", todo es color de rosa, el mundo nos envidia, nuestras calles llenas de terrazas son ejemplo a seguir por municipios de todo el orbe…
Todas estas noches hasta las 3:30 horas de la madrugada, - el lunes 21 acabaron a las 2:30 horas porque era el Día del Niño -, quienes vivimos cerca de las atracciones que amenizan y entretienen en Reina Victoria y Alameda hemos disfrutado (entiéndase la ironía) de una magnífica megafonía a todo volumen, con sirena de barco incluida. Una megafonía que no conocemos hasta qué punto está controlada y que no sabemos si los contratos / concesiones administrativas que las rigen consienten y permiten los horarios de los que disfrutan y los niveles de decibelios a los que trabajan.
Y hablando de trabajar, no todo el mundo en esta bendita ciudad está de fiesta. Hay mucha gente que trabaja, muchos niños y mayores que cuando llega la noche necesitan descansar.
Tan solo una noche, el viernes 18, pudimos acostarnos sin mirar el reloj. Fue gracias a la madre naturaleza, la lluvia nos aseguró un sueño relajado; quizás tengamos que rogar al cielo para que nuestras súplicas sean escuchadas.
¿Es necesario tanto ruido?, quizás es que Pontevedra está SORDA.
Pero lo más triste es que nadie en esta bendita ciudad alza la voz para quejarse. Nadie osa denunciar que este "modelo de ciudad que vendemos al mundo entero" lo que realmente exige es una ciudadanía MUDA.
Ojalá no tengamos que perder algún sentido más para poder seguir viviendo en la Boa Vila.
Luisa López